Punto de partida.

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Esta novela se esta reescribiendo. Actualizaciones lentas porque la universidad no me suelta la correa. Notas al final del capítulo.

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Parecía que iba a llover, los nubarrones se amontonaban unos con otros en tonos grises aun sin ser demasiado oscuros. El sol trataba de débilmente escabullirse entre los agujeros de la capa nubosa del cielo, como reflectores de un viejo teatro.

— ¿La tarde es bonita no lo crees?

— Vaya que sí. Pero dentro de poco entrará el invierno, no es muy bueno para su salud salir solo en camiseta

— No te preocupes por eso.

— Podría resfriarse.

— Tengo defensas fuertes. Y por favor no me hables de usted, no soy un señor.

— Si así lo quiere. —Contestó el androide de cabello azul grisáceo, caminando detrás del chico mientras cargaba las bolsas con las compras de esa tarde.

Ambos salían de la plaza comercial situada en el centro de la urbe. Mucha gente de todas partes del mundo llegaba a Detroit para pasar un buen rato en compañía de su familia, asistiendo a presentaciones culturales en sus diversos teatros, academias y museos. La gente, con frecuencia iba a eventos de hockey u otros deportes en los grandes estadios de la ciudad. Pero, pese a todo el escándalo mediático y recreativo que podrías encontrar en una metrópolis, existían circunstancias más específicas por las cuales alguien llegaría a esta ciudad. Circunstancias tan específicas, como el adquirir androides.

Detroit, una ciudad al norte de los Estados Unidos ubicada en el ajetreado estado de Michigan, era una de las urbes cosmopolitas más grandes del gigante país capitalista. Con calles que atravesaban sus edificios sofisticados y elegantes que se elevaban en gran parte del centro, continuando hacia los extremos de la ciudad hacia los sectores con zonas comunes. Los cuales van desde barrios adinerados, clases medias y mayormente en las afueras, clases bajas.

Detroit, bajo estas características podría ser como cualquier otra ciudad grande. Sus entrañas de concreto y metal apilaban y almacenaban oficinas de importantes corporaciones, que contaba con tiendas con todo tipo de bienes y servicios. Pero lo que realmente caracteriza a Detroit, no era su infraestructura ni la baja tasa de vacantes en las empresas. Su verdadero punto destacable, era ser la cuna de la inteligencia artificial más sofisticada de los últimos años. La responsable de tal hazaña, era Cyber Life, la empresa encargada de la creación de androides.

Un androide en sí, es un robot tan precisos en su absoluto diseño que lograba asemejar con temible éxito la apariencia humana. Desde la textura de la piel y rasgos, hasta los movimientos y expresiones. Cada músculo sintético estaba perfectamente programado para emular las emociones y gestos humanos. Sin embargo, a causa de diversas situaciones, la empresa dejó una clara brecha entre lo que era lucir como humano y ser un humano.

Cyber Life programó a los androides para dejar una remarcable anti-naturalidad en los gestos. Una especie de sensación de perfeccionismo bien ensayado.

Relacionado a esto, Cyber Life se esforzó mucho durante los últimos años para que su catálogo de androides fuera más abierto, trataron de cubrir la mayor cantidad de áreas de trabajo posibles, a la par en la que agrandaron su variedad de etnias y razas, tamaños y rasgos es sus modelos. Esto debido a que la primera línea de androides tenía bellezas inalcanzables, al punto en el que daban miedo. Al público no le gustaron mucho.

Sumado a ello, la empresa buscó una manera de marcar a los androides además de los uniformes oficiales de Cyber Life, por lo que se les colocó un led en su sien izquierda, era un pequeño aro de luz que cambiaba de color dependiendo de su estado de "ánimo". Azul para neutral, amarillo para alarmado y rojo para miedo o estado crítico de estrés. Era como un semáforo de emociones. Sin embargo, esto solo fue agregado para que se pudieran relacionar mejor con los humanos, era una forma de dejar una ventana abierta a las reacciones del androide y de que los clientes crearan un lazo con ellos. Una infalible técnica de mercadotecnia.

Con el tiempo, los androides se volvieron un indispensable en la vida diaria de la ciudad y gran parte de los Estados Unidos. La mayor parte de la población tenía uno, ya sea rentado o propio.

— Está por anochecer y usted no ha comido, ¿no desea que pasemos por algo de comer?

— No, estoy bien Rick, gracias. Esperaré a la cena y deja de referirte a mi con ese formalismo.

— Lo lamento, Morty.

Él chico suspiró, no se terminaba de acostumbrar.


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Hey, sé que dije que actualizaría de nuevo, y aquí estoy. Sin embargo, la vida es complicada en ocasiones. Las cosas van bien y en general es que no siempre cuento con el tiempo de sentarme a hacer estas cosas. Solo quiero que sepan que agradezco todo el tiempo dedicado a leer este fic, porque lo he escrito con amor, y así quiero que sea su reescritura aunque me tarde en el proceso. Recuerden que estoy en AO3, me pueden encontrar como LaNarradora.

Mente ArtificialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora