seis

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La madre de Ander había salido de viaje o eso le dijo el rizado a Lilian.
Ander lo había invitado a ver una película a su casa, estaba lloviendo.

Era primavera y el clima estaba tan loco como Lilian teniendo un amigo por primera vez en su vida.

No importaba. En lo. Absoluto. Era tan malo socializando que hasta podía asustar a la persona más tímida del mundo.

Obviamente aceptó.

— ¿Estás llorando?

Escuchó Lilian decir a Ander con gracia y el castaño giró sus ojos.

— No.

Ander elevó sus cejas.

— Tu lágrima me está saludando.

Lilian se limpió esta y negó.

— Ignorala.

— Uhm, creo que tu lágrima me está coqueteando.

— ¿Qué?

Lilian lo miró confundido sonriendo.

— Dios, Lili, controla tus lágrimas, todas me están lanzando besos. — Ander fingió asombro evitando reír. — Se me están insinuando y en estos momentos soy un chico desinteresado.

— Eres un imbécil.
Le dijo el castaño riendo.

— Me halaga saberlo.
Dijo Ander elevando sus hombros.

— ¿Desinteresado?
Pregunta Lilián elevando sus cejas y acomodándose en el sofá.

Ander elevó sus hombros.
— Soy un chico ocupado.

— ¿Ajá?
Preguntó Lilián divertido y curioso.

— Ajá. — Confirmó apretando sus labios. Rápidamente se levantó del sofá para ir hacia el dvd y sacar la película. — Quitaremos esto antes de que me acosen miles de tus lágrimas y se abalancen a mí por lo hermoso que soy.

Lilián río mientras comía palomitas
sí, Ander había servido en un tazón morado.

— Te amas demasiado.

— Soy un buen mentiroso.

Ambos pasaron algunas horas viendo otra película mientras reían y se burlaban entre ellos mismos, se esperaban que de un día para otro sería la persona favorita de alguien, sino que con Ander, se sentía atrapado, entre ese círculo de comidad y diversión.

La luz de toda la casa había desaparecido por completo, y todo se tornó totalmente oscuro, apuradamente soltaba un destello de luz aquel collar de Lilián color plateado.

Ander bufó.— Otra vez, se ha estado yendo la luz.— Palmó la mesita que estaba a lado suyo y repentinamente ahora Lilián tenía una luz golpeandole a la cara.

— Estabas preparado.
Comentó Lilián y Ander rió.

— Solo dejame ir a verificar si está todo en orden con los cables.

Lilián asintió y se quedó allí sentado. Ander había desaparecido entre la oscuridad de la cocina y para ser sincero, se sobresaltó cuando sintió vibrar algo debajo de sus piernas.

Era el celular de Ander.

Y era una llamada entrate.

Y decía Mi ángel.

Y su corazón se detuvo.

¿Mi ángel? Que patético.

Lo dejó con brusquedad encima de la mesita y se cruzó de brazos, quería negarse a husmear pero nuevamente le entró una llamada.

Y estaba a punto de colgar, pero ahora mismo tenía la silueta de Ander frente a la suya.

Y la luz había vuelto también.

Ander le hizo la seña típica de que contestaría la llamada a diez metros de distancia.

Y Lilián, él simplemente se sintió ofendido. Ni entendía por qué, pero se sintió a la defensiva. Y no pudo más que caminar a la puerta, encontrándose con un Ander sonriente ante el teléfono, y solo se negó a hacer una seña de que estaba a punto de marcharse.

Ander negó confundido, pero Lilián ta había cruzado la línea de la puerta.

Y quizá otra línea también.

Un millón de razonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora