siete

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Eran las siete de la mañana y Ander estaba tan puntual sobre el asiento del automóvil delantero, tenía su cabeza recostada y un puchero en sus labios. De reojo miraba su brazo sostener el volante con sus largos dedos de la mano y el inquietante sucumbido de su pierna.

— ¿Y bien?
Soltó Ander después de alardear tanto sobre qué decir en su cabeza.

— Te lo prometo, que no fue intencional. Escucha.

— No, Félix. Escucha tú. Estoy cansado.

— ¿Cansado de mí?

— Estoy agotado. De todas tus mentiras. De... ¿Sabes qué? Me largo.

Dijo abriendo la puerta del auto nuestras sentía como el chico tomaba su brazo, del cual se soltó bruscamente antes de dar el portazo de su vida.

Al caminar hasta su casa sacó un cigarrillo y comenzó a fumar. Al darse la vuelta sé encontró con el cuerpo de Lilian, quien lo miraba perplejo desde unos tres metros de distancia.

Ander llevó el cigarrillo detrás de su espalda para esconderlo y lo tiró al suelo para después aplastarlo con su zapato. Caminó detrás de Lilian quien ya se había dado una vuelta hacia su casa.

— Hey.
Dijo Ander, sonriendo.

— Hey.
Repitió Lilian y se limitó a levantar una mano.

— ¿Quisieras?
Con un desvio de mirada Ander se dirigió a su casa y Lilian apenas y sonrió.

Se encontraban en la casa de Ander nuevamente. La mayoría del tiempo Ander estaba sólo, pero no hablaba de eso, Lilian lo deducia. Y se sentía mal por hacerlo.

— ¿Cómo te sientes?
Preguntó Lilian mientras Ander estaba recostado con las piernas encogidas en el sillón de a lado.

— Mal.
Respondió aún con los ojos cerrados y Lilian asintió.

— ¿Te duele algo?

— La cabeza.

— ¡Sé como solucionarlo!
Habló Lilian emocionado y Ander abrió un momento sus ojos.

— ¿En serio?

—En serio, voy allí.
Dijo el castaño levantándose y caminando hacía Ander. El rizado medio se levantó y le hizo espacio para que Lilian se sentara a un lado de él.

Lilian llevó sus manos a la cabeza de Ander y enredó sus dedos con los rizos rebeldes de éste. Comenzó a dar masajes.

Se sentía abrumado, sobre sus sentimientos y sobre como era un juego para aquel chico con el que había estado saliendo por más de siete meses. Pero por un lado también se sentía aliviado, pero por otro lado se sentía confundido.

Cuando había conocido a Sam en una florería el día en el que curiosamente le iba a comprar un ramo de flores a una niña en San Valentín, jamás sintió que terminaría atraído hacia un tipo de ojos grandes. Del cual desde aquel día, lo había estado engañando, en todos los sentidos.

— ¿Y bien?
Preguntó Lilian interesado.

— Nada mal.

— ¿Sólo eso?
Preguntó él con los ojos cerrados.

— Sí.
Dice Ander y escucha a Lilian suspirar así que el castaño hace un puchero.

— Creí ser experto en terapias corporales.

Dice mientras masajea la con cuidado la cabeza del rizado.

— Creiste bien.
Confirma Ander y Lilian niega.

— No lo creo.

— Me hiciste sentir mejor.

— Te hice sentir "nada mal"
Dijo Lilian enfatizando.

Ander ríe burlonamente.

— Estaba cómodo. Sólo que pensé que sabrías de medicamentos o algo así.

Nunca nadie me ofrece sentir nada mal, Lilian.

— Bien.

— ¿Qué hay de bueno en fumar?
Preguntó Lilian.

Ander lo miró desde abajo con sus enormes ojos verdes. Sentía el calor de su nuca en sus piernas. Y no pudo evitar mirar más abajo de sus narices.

— ¿Por qué?

— Arruinarías esos bonitos dientes.

Ander no pudo evitar medio sonreír
— Hablas de que tengo bonita ¿sonrisa?

Lilian bufeó y giró sus ojos después de reír. Tapó los ojos de Ander con sus manos y siguió acariciando su cabello.

Siguió masajeando un rato hasta que el de ojos verdes se quedó dormido. El castaño lo tapó con una mantita que había en una silla de ropa que quedaba por doblar y después se marchó a su casa.

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⏰ Última actualización: Sep 17 ⏰

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