Capítulo 6

317 32 2
                                    


Este día es otra cosa que recuerdo muy bien, todo lo que pasó, tu rostro grabado en mi mente. Recuerdo que deseé no volver a ver algo así otra vez en mi vida, aún sigo deseando eso...

Al día siguiente después de lo ocurrido en la universidad, junté todo el valor que pude y me paré frente la puerta de tu departamento. No solo estaba nervioso, también tenía miedo. Miedo de tu reacción al verme allí, miedo de que mi presencia fuera rechazada. Suspiré y volví a mirar el timbre, acercando mi mano temblorosa para tocarlo. 

Después de diez minutos ahí parado, conseguí tocar el timbre y con ello, que abrieras la puerta. Mis sentidos estuvieron alerta, logrando escuchar tus pequeños pasos acercarse a la puerta, y el momento en el que la abriste pasó en mi mente a cámara lenta. Mi respiración se cortó y mi pecho dolió al verte. Llevabas un pijama de animalitos y con uno de tus brazos cargabas a Yeontan, quien ladró de alegría al verme, removiéndose y saltando al suelo para ponerse a mi alrededor. Pero yo no me fijé en lo que hacía Yeontan, yo me quedé observando tu rostro, tus hermosos ojos rojos e hinchados, tu nariz roja, tus labios secos, las marcas de lágrimas en tus mejillas.

Nunca pensé que llegaría a doler tanto el ver a una persona tan destruida.

Pero lo hizo.

Algo dentro de mi lloró ante tu imagen y deseé con todo mi ser poder ayudarte. Ambos nos mirábamos; pero ninguno decía o hacía algo, tu parecías sorprendido de verme allí, mientras que yo examinaba cada centímetro de ti. Fue un ladrido de Yeontan el que me sacó de mis pensamientos, haciendo que mi mirada bajara hasta el perro, le acaricié y después lo cargué en mis propios brazos. Un suave "¿Puedo pasar?" salió de mis labios, y tu abriste más la puerta, apartándote un poco, dejándome espacio para entrar.

Una vez en el pequeño salón, escuché como cerraste la puerta, yo dejé a Yeontan en el suelo y me acerqué a ti, logrando que retrocedieras los mismos pasos que yo había avanzado. Eso me trajo recuerdos, recuerdos de cuando me mirabas con miedo y no me gustaba. Sigue sin gustarme.

Suspiré frustrado sin saber muy bien qué hacer, porque aunque me había pasado toda la noche pensando en ti, en ese momento, simplemente no podía pensar con claridad. Era como si todas mis ideas hubiesen desaparecido. Te miré a los ojos y tu apartaste la mirada, centrándola en tus manos, pude ver heridas sobre el dorso de estas, me asusté y te detuve cuando comenzaste a aruñar tu piel nuevamente. Te quedaste helado cuando sentiste como mis manos tomaban tus muñecas, bajaste tu mirada y escuché un pequeño sollozo abandonar tus labios.

-Por favor, no me hagas daño.

Tu voz ahogada y entrecortada me dejaron paralizado, y no pude evitarlo. Cuando salí del trace solté tus muñecas y rápidamente rodeé tu cuerpo con mis brazos, apoyando tu cabeza en mi pecho para después acariciar tu espalda y cabello con cuidado.

-Jamás te haría daño. Lo prometí Tae, siempre estaría a tu lado, es justo por ello que estoy aquí.

Temblaste ante mi abrazo y mordí mi labio para no comenzar a llorar yo también. Sentí como apretaste con tus puños mi camisa y como esta comenzaba a humedecerse con tus lágrimas, te sostuve con más fuerza, como si estuvieras apunto de escaparte de entre mis brazos, porque eso sentía. Sentía que si te soltaba, caerías al suelo y te romperías en pequeños trozos, y yo no puedo permitir eso.

-Estoy aquí- susurré en tu oído. -Puedes desahogarte si quieres, no me iré, me quedaré todo el tiempo que necesites. Estoy aquí...

Tus sollozos aumentaron y tus piernas se debilitaron, haciendo que, ante el peso, los dos quedáramos arrodillados en el suelo, pero yo no rompí el abrazo. Fue todo lo contrario, pegué más tu cuerpo a mío y logré que quedaras sentado en mis muslos, llorando en mi pecho.

Seguimos en esa posición por mucho tiempo, tu llorabas y yo te abrazaba. Cada sollozo hacía que mi corazón se estremeciera y aunque no te diste cuenta, yo derramé lágrimas contigo, estás cayendo en el olvido, los sollozos siendo guardados en mi interior. Yo debía mantenerme fuerte, no podía debilitarme en ese momento.

Cuando el temblor en tu cuerpo se hizo menos notable, te aferraste aun más a mi camisa e intentaste regular tu alterada respiración, fallando cada vez que un nuevo hipido escapaba de entre tus labios.

-¿Estás triste por Min?- pregunté sin poder evitarlo. Aquella duda había estado carcomiendo mi mente toda la noche, no pude dormir pensando en lo mucho que el rechazo parecía haberte afectado.

Por ello me sorprendí cuando negaste. Te miré confundido, porque yo había supuesto que, debido al gran amor que sentías por aquel chico, ahora estabas roto. Y no entendía, no estaba preparado para escuchar la verdadera razón de tu tristeza.

-Estoy cansado- murmuraste y si no hubiera estado así de cerca, tu voz habría sido inaudible para mi. -Estoy cansado de estar triste, odio estar triste, odio tenerle miedo a todos y me asusta estar solo, odio sentirme tan inútil... Odio mi vida, Jungkook.

Abrí los ojos atónito ante lo que habías dicho y de inmediato negué con mi cabeza, aunque tu no podías verme. No creía lo que escuchaba, es decir, yo era consciente de que tu vida no era la mejor; sin embargo, cuando hablábamos sonreías y parecías estar medianamente feliz a mi lado, otra razón más para enamorarme de ti. Y de nuevo, me constó comprender cómo alguien tan puro y magnífico como tu, podría llegar a odiar su propia vida.

-No digas eso, tu vida es valiosa y te prometo que intentaré hacerte feliz. Estaré contigo cada segundo si es necesario, pero te prometo que dejarás de odiarte.

-¿Por qué? ¿Por qué haces esto?

Después de preguntar, te alejaste un poco y miraste fijamente mis ojos, haciendo que mi pecho doliera al ver tus ojos cristalinos e hinchados, todavía algunas lágrimas escapando de ellos.

-Soy horrible- volviste hablar, negando con tu cabeza, todavía mirándome fijamente. -Si estás a mi lado, te juzgarán y no quiero eso, yo...

-Basta. Detente Taehyung, no puedes hablar así de ti mismo.

Me miraste confundido ante mis palabras y yo tragué saliva, no estando preparado para decirte todo lo que pensaba sobre ti. Pero las palabras escaparon de mi boca, no pude pararlas o siquiera arrepentirme de lo que estaba haciendo. Recuerdo que estaba nervioso, terriblemente nervioso; pero lo último que podía hacer sería haberte dejado sin decirte lo maravilloso que eras, lo encantado que me tenías, lo mucho que agradecía al destino por haberte puesto frente a mi aquel 4 de diciembre. 

Lo mucho que te amaba.

-Yo te quiero, Taehyung. Eres la persona más hermosa que he visto en mi vida y no solo por fuera, también por dentro. Si me preguntaras, te diría que eres hermoso desde el primer segundo que te vi, con tus jerseys enormes y tus zapatos gastados; eres amable, bondadoso, alegre, divertido, respetuoso y sobretodo, me haces muy feliz. A mi no me importa como te veas, me importas tu, lo que tu eres. No sabes lo que me duele verte así, haces que quiera llorar y pegar a todos los que te hicieron daño, pero voy a ayudarte. Lograré que te ames a ti mismo, aunque sea lo último que haga. Porque cuando eres tu mismo, es cuando más te amo.


Siendo tu mismo  |  KookTae - TaeKookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora