13 | Parálisis Del Sueño

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El pelinegro miraba la tarjeta negra con números plateados en ella, no tenía nombre ni correo, solo una simple tarjeta.

Recordaba haberla arrebatado de uno de los hombres que lo golpearon, en su bolsillo brillaban las letras, al principio San pensó que eran unas llaves, pero simplemente eran los números.

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Es un código, pero ¿por qué debía ser tan secreto para ocultarlo en números? ¿O quizá los números representaban otro factor? No entendía, mientras más pensaba más aumentaba el dolor en su cabeza. Cerró los ojos mientras aquellas preguntas flotaban en su mente.

—San —un pequeño golpe se escuchó en la puerta, la misma que fue abierta minutos después —Levanta ese pequeño cuerpo y almuerza.

—Solo dame las pastillas y largo, te quiero fuera de mi habitación —sus ojos no se abrieron en ni un solo momento.

—No lo haré hasta que comas —el menor de los Choi colocó el plato sobre la mesa de noche haciendo un ruido sobre la madera.

—Además, el doctor dijo que debías recuperar fuerza absoluta —WooYoung se atrevió a hablar esta vez provocando que San abriera los ojos y lo mirase incrédulo.

—¿Quién te invitó? —espetó el mayor.

—También es mi casa, San—JongHo trató de calmar el ambiente. Bastante jodido estaba ya.

—¿y? —frunció el ceño —Están en mi habitación. Fuera, no lo repetiré dos veces.

—No hasta que comas —los labios de WooYoung formaban una fina línea, no pensaba cambiar su postura, no hasta ver el plato vacío.

Se empeña tanto en llevarme la contra, joder, maldito WooYoung.

—¡JongHo! —la voz de su madre se escuchó desde el primer piso —¡Ven aquí, necesito que me ayudes!

Que inoportuna, pensó JongHo, ¿qué son cinco minutos? Una nada, tardarían más tiempo en matarse.

—¡Voy! —dio una última mirada a ambos jóvenes, parecían hablar con cada mirada que se lanzaban. No esperó un segundo más y se esfumó de aquella habitación.

—¿Se puede saber qué te hice?

—Existir —el mayor suspiró.

—Hazte a un lado, mi existencia te seguirá molestando por un largo tiempo más —el menor tomó el plato de comida y se acercó al borde de la cama —Hazte a un lado, dije.

—No me moveré de aquí —el mayor no tenía ganas de discutir pero tampoco quería obedecerle.

—San, me duelen las manos y no me quedaré de pie todo el día —suspiró.

El mayor lo miró, quizá cometió uno de los miles de errores en su vida. ¿Cómo una mirada lograba disolver el enojo?, era casi increíble, San estaba seguro que ni una mirada podría lograr aquella idea fantasiosa, solo era una gran mentira más de la vida. Resulta que los ojos del pelinegro soltaron un suspiro en él, pocos segundos después había olvidado el por qué de su enojo: ¿era porque el sol brillaba tanto? ¿Por sus cigarrillos? ¿Por su madre? ¿o por el pelinegro?. Lo había olvidado. Solo siguió observándolo.

El pelinegro llevaba puesto un suéter gris y jean negro, su cabello húmedo resaltaba la color de su piel, sus mejillas teñidas de un leve rosa y unos labios curvados en una tierna sonrisa. Su corazón dio un leve salto, no era la primera vez que lo sentía y le asustaba la idea de poder volver a sentir aquello una vez más.
"Es la medicina, sí, eso es" Trataba de calmarse mentalmente mientras su consciente gritaba un rotundo "no seas idiota, tu cuerpo no ha tocado ni una sola Píldora".

Wonderland ×SanWoo× -Corrigiendo-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora