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Sentí como la sangre subía a mi cara y me avergonzaba de una manera no conocida por mi, ¿Habré leído mal las señales y me había hecho ilusiones? ¿Será que fue muy pronto? Miles y miles de cuestiones pasaban por mi mente en aquellos momentos pero entonces vi que había mandado otro mensaje, de repente mis ojos se empezaron a llenar de agua para dar paso a una lágrima que cayó dramáticamente sobre mi mejilla, no quería abrirlo, quería que aquel dolor terminara y sabía que el ver la conversación no lograría mi objetivo, pero no podía resistirme, no con ella, así que procedí a abrir la aplicación, darle click a su chat y leer: 

-Te quiero mucho, pero no quiero que pasemos lo mismo que pasó con Julio que intentamos tener algo más que una amistad y no se pudo, y encima lo perdí, no creo poder soportar perderte a ti, eres lo mejor que me ha pasado estos meses y no quiero arriesgar esta amistad que tú y yo tenemos. 

Y entonces dejé de sentirme tan mal, porque la quería realmente y me hubiera gustado estar con ella de una forma mas personal pero saber lo que ella sentía y que no era que no me quisiera -sino que no me quería perder- me hizo sentir mas tranquilo, me hizo sentir valorado, y es que quizás eso es el amor después de todo: sentirse valorado, deseado, respetado, priorizado, entender que no siempre las cosas se van a dar de la forma que lo deseamos pero que la mayoría va a ser de la forma que más nos conviene, así que a pesar de su negativa dejé de sentirme mal y seguimos con nuestra plática. 

Muchos podrían pensar que a partir de ese momento todo fue raro pero no puede ser mas falso, a partir de allí tuvimos más apertura entre nosotros, quizás porque el saber como me sentía fue lo que le permitió ser mas transparente conmigo, yo pensaba en aquellos momentos que era porque se sentía un poco mal por su negativa pero no me daría cuenta de mi error sino hasta una semana después. 

Todo ocurrió un 1 de Octubre por la noche, platicábamos por chat pero esta vez de una forma aún mas amena que antes, parecía que cada día nuestras almas conectaban más y más a tal punto que el que no fuéramos novios no impedía que hubiera veces que actuáramos con el interés de ese tipo de relación, supongo fue por eso que llegado un punto de la plática ella dijo:

-Ya no aguanto más, tengo que decirte algo. 

Aquello me confundió pero muy poco, así que procedí a contestarle de forma natural:

-Si claro, dime.

Y no pensaba que sus palabras cambiarían todo el rumbo de nuestra relación ni que aquella noche jamás la olvidaría:

-Te quiero, pero no como amigo, como algo más, y no aguanto más al saber que tu sientes lo mismo por mi, pero tengo mucho miedo de lo que pueda pasar, tengo miedo de intentarlo y que no funcione y no nos volvamos a hablar porque te quiero mucho, como a nadie he querido y como sé que a nadie querré.

Aquello me cayó por sorpresa, no esperaba en absoluto que volviera a mencionar el tema, quizás hubiera esperado hoy en día una indirecta para que le insistiera o una broma casual para que captara su atención nuevamente pero no esa sinceridad abrumadora que tuvo en aquellos momentos, ese estallido de honestidad. Y entonces supe que debía hacer la pregunta nuevamente, que era mi oportunidad de demostrarle que quería intentarlo a pesar de cualquier duda que pudiésemos tener, pero entonces allí también nació mi primer regla: Nunca preguntes nada importante por chat. Sabía que ella tenía dudas y sentía que la mejor manera de disiparlas era siendo honesto de frente, a la antigua, no utilizando aquella tecnología sino como nuestros abuelos lo hicieron y que quizás fue la razón por la cual las relaciones duraban hasta que la muerte los separara, así que reuniendo valor le dije:

-Entiendo tu punto de vista, pero ¿Te parece bien si mañana hablamos?

Estaba nervioso, en extremo, aposté todo a esperar y no abalanzarme y no sabía como resultaría aquello, para mi fortuna su respuesta fue: 

-Me parece bien, pero mañana no tengo clases, te espero acabando las tuyas afuera de mi casa, ¿Te parece bien? 

-Por supuesto que si, allí te veo, tardo en llegar 15 minutos después de que terminen las clases.

Y después de despedirnos procedí a irme a dormir, al acostarme no podía evitar pensar en ella, en lo bonito que se sentía que alguien te dijera que te quería de la forma en la que ella lo hizo, y allí acostado en mi cama mirando hacia el techo me sentía como si pudiese mirar a través de el y ver el universo, como si pudiera mirar todas las estrellas existentes y en medio de ellas se encontraba ella, con sus ojos tan profundos que parecía ver el universo a través de ellos, fue allí en ese mismo instante que supe pero sobre todo me prometí que iba a querer a esa mujer por el tiempo que la vida me lo permitiese de una forma que no se había querido hasta ese día, que le iba a dar lo mejor de mi porque ella me había demostrado con sus palabras  y acciones que estaba dispuesta a darme lo mejor de si. Y con ese pensamiento me quede dormido, quizás sea algo exagerado pero sentí como si toda la noche hubiese una sonrisa de satisfacción en mi rostro. 

Ese fue el principio de nuestra historia de amor, nunca valoré aquel momento pero hoy en día al verlo nuevamente a través de mis recuerdos puedo realmente darme cuenta de lo especial que fue, y es que a veces no valoramos las cosas en su esplendor sino hasta que ya han transcurrido pero eso nunca le restará importancia a esa historia nuestra.

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