III

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Dicen que en nuestros últimos instantes en la tierra tenemos 8 minutos en los cuales nuestras vivencias mas importantes pasan justo frente a nuestros ojos. Aquel curso de verano marcó un antes y un después en mi vida, no volvería a ser el mismo en ningún sentido, y aunque en aquel momento no estaba seguro de la importancia que tendría en mi vida ahora mismo puedo dar fe de que en mis 8 minutos antes de dejar esta tierra recordaré aquel curso de verano, aquellas risas inocentes, aquellos juegos entre compañeros, pero sobre todo la recordaré a ella, con su sonrisa contagiosa, con su alegría, con su belleza...

El verano terminó y para bien o para mal tanto Mar como Julio seguían con su relación, aunque no era lo mismo porque nunca se veían. Resulta que la escuela donde Mar asistiría quedaba cerca de la nuestra, por lo tanto sus opciones de quedar eran mayores una vez iniciadas las clases, pero yo sentía dentro de mi algo extraño, una incomodidad que nunca había tenido, no quería verla porque dolía, lo peor de todo es que el dolor no era físico, no se podía quitar "frotando" el pecho hasta que dejara de doler, sabía -o por lo menos ahora lo sé- que solo había una forma de perder ese sentimiento de vacío en mi pecho y era estar a su lado.

A pesar de todo ella y yo seguíamos hablando por mensajes, y nuestra amistad fue creciendo más y más.

El primer día de clases yo no quería esperarme con Julio para verla, yo quería irme pero ella insistió en que me quedara porque le daría gusto verme así que lo hice, me quedé, y cuando la vi bajar de su transporte mi corazón se aceleró y empezó a latir de una forma que nunca lo había hecho, pero todo esto se fue al carajo cuando ella llegó al lado mío y de Julio porque el la saludó de beso en la boca a lo cual ella lo correspondió pero de una forma distante, dolorosa, como si el que manifestara acciones de ese tipo frente de mi le doliera, como si supiera que aquello era doloroso para mi y ella sufría conmigo. Así que decidí retirarme porque no podría mas con ello y me despedí de aquella pareja. En el camino iba maldiciendo, con la cabeza baja, no podía pensar en otra cosa mas que en ella, ella y su hermosa sonrisa, ella y sus ojos tan llenos de vida, ella y su magnífico pequeño ser.

Llegando a mi casa pude notar que tenía un mensaje de ella, y entonces vi que solo la había dejado en su casa pero no habían pasado tiempo juntos, así que empecé a platicar pero no por mucho tiempo porque aquella tarde saldríamos mis amigos y yo a jugar fútbol, para lo cual también habíamos invitado a Julio, así que me despedí de ella, tomé mis cosas y me fui rumbo al parque que se encontraba a unas cuadras de su casa.

Llegando ya estaban todos a excepción de Julio, así que empezamos a jugar sin el pero entonces llegó y no estaba solo, iba con ella tomados de la mano, la sangre me hirvió de una forma que no conocía que pudiese existir en mi y decidí no hacerles caso, me porté de una forma grosera y ruda.

Llegado un momento ambos se fueron tomados de la mano y no pude evitar mirarlos mientras caminaban lejos de nosotros, en ese momento sentí celos, dolor, rencor, ira, quería tomar a ese pequeño ser tan divino y apartarlo del lado de ese repugnante hombre, pero había un código no escrito que me lo impedía, Julio ahora era parte de nuestro grupo y no podía traicionarlo de esa manera.

Las semanas pasaron y mi relación con Mar era cada día más cercana, Julio empezó a notar eso por esa razón se volvía más y más cariñoso cuando yo estaba con ellos, quería demostrar de una forma estúpida que ella le pertenecía pero eso a Mar no le gustaba y se podía notar a kilómetros de distancia. O quizás no, y allí fue cuando desarrollé mi sentido de "lectura de personas" que tanto me ha servido hoy en día, quizás solamente mis ojos estaban destinados a poder leer lo que su corazón sentía. Sea de la forma que fuese un día ella me dijo mientras charlábamos por chat:

-Voy a terminar con Julio.

Aquello fue algo repentino, no me lo esperaba, así que le pregunté.

-¿Por qué razón?

Su contestación fue rápida, sencilla y al punto.

-Porque no tengo sentimientos por el, no me gusta como besa, y además siento que se enoja mucho por nuestra amistad, le molesta que te hable, y la verdad es que prefiero hablarte a ti que a el.

Aquellas fueron las palabras que necesitaba escuchar, sé que Julio era mi amigo -reciente- y le debía cierto respeto o por lo menos un intento de ayuda para que no perdiera su relación con aquella hermosa dama, pero no podía evitar pensar en mi junto a ella, en que estábamos destinados a estar juntos, que nuestra historia tenía mucho más por contar y que la suya ya había acabado, que aunque habían sido unos cortos 2 meses era más que suficiente. Así que no me costó decirle:

-Mereces algo mejor, yo estoy aquí para apoyarte.

Y entonces allí empezó nuestra historia cuando dijiste:

-Te veo después de cortarlo afuera de la casa de cultura que está por mi casa, necesito un "hombro en el cual llorar".

¿Por qué lloraría por aquel hombre? No entendí hasta tiempo después que ella solamente quería verme a mi y nadie más, que la razón por la cual quería que estuviera allí después de terminar con Julio era porque ella quería estar conmigo, el "hombro en el cual llorar" solo era la excusa.

GuipúzcoaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora