¿Cómo entrenar te puede cambiar la vida? Un chico de 18 años es la prueba viviente de ello. Algo más que una simple rutina de entrenamientos constantes, no será suficiente para él y en ocasiones, se puede tornar un poco aburrido.
¿Será ésto una simp...
Mientras trato de aceptar mi mala suerte en todo esto, se viene algo fuertemente grave, y es que desde aquél día dónde quise hacer el papel del niño bueno ayudando a señoras mayores, no lo volví a ver más durante un largo tiempo, se me hacía un poco raro, pasaban los días y no notaba ningún tipo de rastros o señales sobre él, pero como todo buen acosador promedio que soy, comencé a preocuparme un poco e incluso había llegado a pensar que simplemente había abandonado los entrenamientos del grupo, ya estaba haciéndome las mil y un mentes quiero decir, eran 5 días aproximadamente que no sabía absolutamente nada, y era más extraño aún sabiendo que era una persona constante, al menos hasta ese momento.
Como habían pasado los días y no tenía ninguna señal de él, se me ocurrió la idea de acercarme a algunos compañeros de nuestro grupo de entrenamiento y preguntarles disimuladamente algo que sacara información sobre lo que quería, al menos saber si algunas de esas personas lo conocía más de cerca y me lograra decir el motivo por el cuál no estaba asistiendo más últimamente. Llegué a pensar que quizás sólo estaba ocupado, o quería aislarse por un momento –a decir verdad es un adulto, debe tener sus ocupaciones, tal vez tuvo flojera de asistir –pensé en el momento.
Una tarde entrenando, recuerdo haber estado haciendo una rutina de funcionales y como en cada circuito eran dos personas por estación, a mí me tocó hacer de parejas con una señora de unos 36 años de edad y no, no era misma que mencioné antes en las clases de yoga, ésta era diferente. Entre los descansos y los pocos minutos que teníamos para hidratarnos me fui acercando a ella, le fui sacando conversación y la verdad no se me hizo tan difícil, para mi buena suerte era muy amigable y buena conversadora. Entre tantas conversaciones aproveché la oportunidad y le mencioné lo siguiente: –¡Qué raro! desde la semana pasada he estado observado que ya no están asistiendo tantas personas al grupo como antes, no he visto a muchos venir, en especial a Francisco –usé como excusa un tema de conversación del por qué tampoco estaban asistiendo otras personas. A lo que ella me responde: –Es verdad tienes razón, no he vuelto a ver a ninguno de ellos desde la semana pasada, tampoco a Francisco ni a esposa.
En ese momento, el mundo se vino por debajo de mis pies, pues confirmé lo que menos quería confirmar y me di cuenta de que había una posibilidad muy grande de que realmente sí tuviera esposa, solo que aún no sabía quién era con exactitud, porque como mencioné anteriormente, nunca lo ví interactuando con alguien del sexo opuesto, sólo ese día cuando se subió en el coche con aquella señora, entonces... ¿Será que mi teoría de que dicha persona puede ser esposa, es real?
No me quería quedar con el mal trago así que decidí confirmar de nuevo lo que había escuchado anteriormente y al momento de culminar todos los ejercicios, apliqué la misma excusa pero con mi entrenadora de Yoga y la respuesta tristemente fue la misma. Me sentí mal, perdí todas las esperanzas y aunque por dentro estaba destrozado por fuera sólo estaba actuando normal y siguiendo como si nada.
¿Recuerdan a Sindy? No les había mencionado anteriormente que ella y yo aunque entrenamos en el mismo lugar, tenemos diferentes equipos; me refiero a que ella entrena con un grupo distinto al mío, pero estamos situados en el mismo lugar, debido a eso aprovecho la ocasión y de vez en cuando suelo inventar alguna excusa para acercarme a ella y conversar un poco. En un momento cuando ambos habíamos terminado la rutina, me acerqué a ella en tono de broma y le dije lo que les había hablado antes, recuerdo que ella trató de animarme y de alegrarme un poco, pero sinceramente yo no quería tratar de demostrar que sí estaba herido por dentro, así que sólo me dejé llevar y logré cambiar un poco el ánimo, haciendo bromas al respecto para tapar todo el dolor que sentía y que tenia guardado para mí en el momento.
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