𝘤𝘪𝘯𝘤𝘰

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Tres meses después de no ver a Mauro, volví a Buenos Aires. Pero cuando pensamos que ya teníamos todo organizado para vernos, su familia le cae con que van a hacer viaje familiar.

No iba a ser tan sincero como para decirle que no vaya, que lo extraño. Ni tan egoísta, como para decirle que voy a anunciar mi primer show, y que quería vivirlo con él.

Fueron días tediosos y largos, porque aunque la gente agotó las entradas rápido, teníamos que dejarlas por cierto tiempo, pensando que se iban a tardar más. Pero a los tres días, tenía un Gran Rex lleno.

Mauro no tenía señal, y las pocas veces que hablamos, solo se basaban en él contándome lo bien que lo estaba pasando. Me ponía feliz, pero era imposible ignorar lo mucho que lo extraño.

Hoy, a una noche del show, estaba sin poder dormir.
Tenía el cuerpo tranquilo, cualquier persona que me viera, pensaría que estaba relajado, y a punto de dormirme. Pero la realidad no era nada parecido, ya que por dentro estaba tenso, con los nervios a flor de piel, y con mis manos heladas.

Esto último, sólo hizo que me acordara [Una vez más] de lo mucho que extrañaba a Mauro. Antes de cualquier presentación, o entrevista de suma importancia, la ansiedad se apoderaba de mí, y los nervios tomaban el control de todo.
Pero no. Mauro estaba ahí, diciéndome que todo iba a salir bien, abrazándome y tomando mis manos; Haciendo que estas estén cálidas ante su tacto.

La dependencia emocional estaba mal, sí.
Lo sabía bien, pero no era quien para decirle a mí corazón que deje de latir por lo menos unos minutos, por Mauro. Que deje de necesitarlo tanto como lo hacía, que deje de extrañarlo y duerma tranquilo, o simplemente que ignore las enormes ganas de llamarlo para que con sus toscas, pero justas palabras; Logre relajarlo.

Lombardo no era un objeto, pero era inevitable para que su sueño llegara tranquilo, y lograra dormir verdaderamente bien.
Lo extrañaba muchísimo; Así que simplemente se dejó llevar, y lo llamó.

— ¿Mau?. — Preguntó con duda, una vez que fue atendido pero nadie contestó. — ¿Te desperté?. —

— ¿Pasó algo?. — Y ahí pudo confirmarlo, estaba durmiendo.

— Es que te extraño, estoy nervioso... Perdón por molestarte. —

— No me molestas, me alegra que me llames. Es raro que no se corte, anda para el orto la señal acá. — Bufó. — ¿Nervioso por qué?. —

Y ahí venía la parte difícil.
Paulo no le había dicho nada, literalmente. Mauro no sabía del show, no sabía su fecha, no sabía nada.

¿Saben qué pasa? A él nunca le salió eso de ser egoísta, de ponerse sobre algo o alguien, sabiendo lo que pasaría. Porque si él le hubiera dicho algo a Mauro, se hubiese quedado; Ignorando completamente el esfuerzo que hizo su familia para el viaje, y no era justo.

— Mañana tengo mi primer show, en el Gran Rex. No te alteres, por favor. —

Se dió cuenta que su suplica fue en vano, ya que a penas soltó esas palabras, Mauro lo bombardeó con preguntas, quejas, y puteadas.

Pero estaba bien, porque era lo que necesitaba.
Sentirlo cerca, tal y como él es.
Con sus puteadas, y manera indelicada de expresarse cuando algo le molesta.

Él no quería relajarse con simples "Todo va a salir bien" de su parte, al menos no ahora. No cuando lo tenía muy lejos de él, y lo único que necesitaba era sentirlo.

Le transmitía tanto, que con una sola llamada, lograba olvidarse de cuanto lo extrañaba; Y disfrutar el momento.

Y durmió.

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chau

¿ℭ𝔬́𝔪𝔬 𝔱𝔢 𝔭𝔦𝔡𝔬? ; paukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora