𝘶𝘯𝘰

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Neo había hecho una "juntadita" en su casa para festejar el éxito que tuvo tumbando el club, invitó a varios artistas del género, y obviamente a todos los que participaron en el tema.

La verdad no había tenido tiempo de escucharlo completo, el tema había salido antes de ayer, y yo estaba volando en escala para poder llegar acá. No le comenté nada a Neo, únicamente lo felicité, y de corazón le deseé que siga así.

Seguía sin entender muy bien si me invitó porque de verdad creía que en su momento representé mucho el género y el freestyle, o simplemente porque todos los fans empezaron a comentar que esperarían "la foto con paulo", cuando vieron que subí una historia en el obelisco.

Sea cual sea la razón, me copo un montón venir y reencontrarme con algunos de los pibes; a Dani fue al que más extrañé, era mi segunda en todo el negro. No creció nada.

Entre tanta gente que llegaba, estaba dudando de que esto se pueda seguir llamando juntada, y como no estaba con la mejor energía para una joda, me estaba por ir.
Hasta que lo ví entrando.

Lombardo.

Rápido me iba a dar vuelta para salir sin que me vea, pero me miró. Me miró, y sonrió.

Se acercó a mí, y algo en el destino me hizo saludar. Como si toda la vergüenza se esfumara, y como si no me costara nada entablar una conversación con él.
Aunque no nos vimos ni una sola vez, en estos interminables 5 años.

— Hola negro. — Sonreí, y le extendí mi mano, para que hagamos el típico saludo que hacen acá.

— Rubio. — Me sonrió de vuelta. Tiró de mi mano, y me acercó para saludarme con un beso en el cachete, parecía emocionado de verme.

— Estás re cambiado, te hiciste más tatuajes ¿No?. — Pregunté, pero yo ya lo sabía bien. Diez tatuajes nuevos desde que no nos vemos.

— Sí, me hice un par. Eh, pero estoy más flaco, dale gil decime. — Bromeó.

Después de eso seguimos hablando, cada una de las bromas que hacía Mauro, rompían rápidamente las capas de incomodidad, y estábamos con la misma confianza de antes. Como si esos 5 años de alejamiento, nunca hubieran existido.

Y yo no podía estar más feliz. No podía creer que después de tanto, estar con Mauro me haga sentir igual que como el pendejo de 15 que era en el quinto. Las cosquillas que me generaba en las manos cuando las rozábamos, seguían. El orgullo y admiración que le tenía, seguían. Las ganas de abrazarlo y decirle que lo quiero muchísimo, seguían.

¿Y las ganas de besarlo? Aumentaban.

Ahí lo tuve en claro. Necesitaba volver a verlo, a pasar tiempo con él, y a reírnos tanto como lo estamos haciendo otra vez.
Cuando me comentó que ya se tenía que ir, comencé mis planes para vernos otra vez.

— Yo me voy a quedar un tiempo por acá, estoy organizando unos asuntos de trabajo ¿Viste? Y nada, te quería preguntar si de última te gustaría pasar por el departamento que me prestaron. Como para recuperar un poco el contacto que perdimos. — Me excuse.

— Eh Paulo, cálmate. — Se rió. — Pásame tu número y arreglamos, siempre es un placer compartir con vos, hermano. —

Y así lo hice. Dicté mi número, y esperé que me agende, para despedirme.

Tengo un sentimiento de satisfacción en el pecho. Saber que no me quedé al pedo, y que iba a poder estar más tiempo con Mauro; para mí era felicidad pura.

Todo lo que sentía cuando él estaba cerca, volvió otra vez.

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bueeeeeno

¿ℭ𝔬́𝔪𝔬 𝔱𝔢 𝔭𝔦𝔡𝔬? ; paukiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora