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Su nombre es Bohemia, pero todo el mundo piensa que se llama Bo. Así se había presentado y nadie había preguntado por su nombre completo nunca.
Bo puede parecer a simple vista un personaje secundario, su vida se ve aburrida y tranquila desde fuera. Pueden pensar que se gana la vida con un trabajo tan simple como vender palomitas y sellar entradas, pero te recomiendo no juzgar tu interés sobre su vida tan deprisa.
Es un chico de origen gitano (de ahí su extravagante nombre). Sus padres eran humanos, pero ya no sabe nada de ellos. Tampoco lo sabía antes, a decir verdad. Nunca ha sentido ningún interés por parte de nadie que no fuese su fiel compañero, un pequeño cuervo con problemas de crecimiento llamado Nirvana. Desde que lo encontró picando de las palomitas preparadas para el circo, se han hecho buenos amigos.
Fue criado por otro gitano de origen francés, apodado con el nombre de Mosier. Siempre le repitió que le cuidaba en secreto por mantener el honor de su madre vivo, y le ordenó no preguntar nada al respecto. Además era su profesor de piano, el que le enseñó el poder de la música en él. Vivió con él hasta los dieciséis años, edad con la que se fugó de casa (si a aquel lugar se le podía llamar casa) para trabajar en un circo como pianista. El piano es su afición preferida a pesar de que le trae recuerdos no muy agradables. Con la música se siente vivo y un niño. Pero no se refiere a su niñez, sino a un niño que no haya tenido que crecer tan deprisa. A uno de esos niños que tiene macarrones para comer y después va a jugar con el balón todos los sábados.
A pesar de ser el chico de las palomitas también le han encargado algo muy importante, mucho más que otras de las funciones del aquelarre... Porque sí, el circo es una tapadera muy bien construida que funciona a la perfección. Se encarga de buscar nuevos brujos para el aquelarre al que pertenece. Se ha convertido en un brujo pagano, y está orgulloso de ello. Nunca había encajado en ningún sitio hasta ahora; que puede decir que pertenece a algo, y a algo grande. A sus diecisiete años de edad al fin se siente cómodo en un lugar en el que no estuviese solo.
Su historia hasta bautizarse como seguidor de los dioses paganos fue aburrida y carente de luz. Bueno, ahora tampoco poseía luz, pero no era tan aburrida. Las únicas anécdotas interesantes que puede contar acerca de su pasado suelen dar todas lástima así que simplemnete no las saca a la luz. Aunque no, tampoco nadie se ha interesado por ello todavía.
