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Nunca la habían nombrado de otra manera que no fuera 0001, su número de experimento, pero ella no ha considerado nunca que ese sea su nombre. Lee cuentos infantiles tradicionales, así que siempre se ha identificado con el nombre de Gretel, de Hansel Y Gretel. Cuando The Good Doctor decidió por ponerles nombre a todos ellos, a ella le concedió el poder llamarse como había querido durante toda su vida.
Había sido la niña número 1 en su línea, ya que parece ser que ella funcionó a la primera. Domina el arte de la telequinesis, aunque la telepatía le cuesta un poco más y eso es lo que parecen investigar ahora: que pueda entrar fácilmente en la cabeza de otras personas. Eso provoca que tengan que introducir en su cuerpo grandes cantidades de químicos, lo que a ella no le hace ninguna gracia por sus efectos secundarios. Y si no lo hace bien o se queja (cosa que no hace casi nunca) pocas cosas buenas pasan, al menos cuando The Good Doctor no está presente. Aunque tenga cariño a esa mujer sigue pensando que es la que está y ha estado permitiendo que la drogasen masivamente todo ese tiempo. Porque siguen haciéndolo, y las consecuencias que su cuerpo expresa son poco agradables.
A causa de los malos tratos que había recibido por ser una rata de laboratorio su cerebro había quedado dañado de una forma extraña. Sufría una enfermedad mental parecida a un trastorno de la personalidad, lo que hace que a veces se comporte como una niña o como alguien más maduro. Eso depende de rachas, sobretodo de su estado de ánimo. Si se encuentra triste o dañada, su cerebro instantáneamente enciende mil alarmas y pulsa el botón morado que dice: vuelta a la niñez. Y en ese momento comienza a comportarse como si tuviese la inocencia de un niño de diez años. Cuando se encuentra enfadada actúa con la madurez y frialdad de un adulto, y cuando se está tranquila o calmada o experimenta cualquier sentimiento diferente a estos, vuelve a parecer de su edad: una chica de 16 años.
Lleva pidiéndole a su padre (así suelen llamar a The Director, porque han crecido junto a él en cierto modo) que busque la manera de arreglar su cabeza pero por el momento no le ha convencido, lo que la llenaba de ansiedad. No era muy agradable sufrir cambios tran bruscos de personalidad que podían depender del pie con el que se hubiese levantado. Y era consciente, y no se sentía bien al respecto. A veces le daban ganas de romper sus peluches y quemar sus puzzles, pero cuando sus formas cambiaban y su niña interior se daba cuenta de lo que había hecho sólo tenía ganas de morirse.