Capítulo 27 "La Boda"

3.7K 258 32
                                    

NARRA CALLE

Dios, estoy tan nerviosa.

Me voy a casar en una iglesia, frente a Dios, con un chico gay. Se van a casar dos personas que no se aman, ¿Esto no me hace ir al infierno?

De que estoy hablando, no creo en la iglesia.

Mi hermana me visitó por última vez, me dio un beso en la frente y me dejó sola tras las puertas de entrada.

Comencé a escuchar la música y unos ayudantes abrieron las puertas.

Avancé por el pasillo largo de la iglesia con un ramo de rosas blancas, todos a mi alrededor se pusieron de pie para recibirme, sonreí, pensaba parecer la novia más feliz y convincente de toda la historia para Claudia, la mamá de Felipe.

Crucé varias miradas con los invitados hasta que llegué a los ojos de Poché.

Me rompía el corazón verla.

Me dedicó una sonrisa tranquilizadora.

Aparté rápidamente la mirada o rompería a llorar en medio de la iglesia.

Seguí hasta el altar donde me esperaba Felipe, que parecía bastante relajado. Como si decirme la verdad le hubiera sacado un peso importante de encima.

Luego del comienzo de la misa, el sacerdote hizo la gran pregunta.

- Daniela Calle, ¿Aceptas como esposo a Felipe León? - lo miré, sus ojos estaban llenos de lágrimas. No me imagino el dolor que debe estar pasando.

- Acepto - dije alto y claro.

- Muy bien, si alguien se interpone en esta unión - "Aunque en realidad no tiene validez", pensé. - Que hable ahora o calle para siempre - terminó la oración y esperamos unos segundos.

Nadie dijo nada.

Sé que está  todo planeado y así debe ser, pero en el fondo me molestó que nadie se interpusiera, en especial Poché.

El sacerdote nos declaró marido y mujer, nos dimos un corto beso que, claro, no significo nada. Luego vino la escribana y nos hizo firmar los papeles legales junto a Juliana y Álex, ambos eran los padrinos de nuestra boda. Irónico.

Salimos juntos de la iglesia de la mano. Claudia lloraba a cántaros. Y pensar que toda esta farsa era exclusiva para ella.

Todos felices nos tiraban arroz.

Nos dirigimos a una limusina negra al borde de la calle con un "Recién casados" en la parte posterior del coche.

Entramos y saludamos a todos desde adentro.

- A mí déjame en mi hotel, a la señorita llévala hasta su casa - le indicó al chofer que no pude verle la cara, sólo asintió.

- Vuelvo a repetir Daniela, te lo agradezco tanto, pero tanto, mi madre se comió el cuento entero - me abrazó, no de esos abrazos que antes nos dábamos, ahora era un abrazo amigable, Felipe era una buena persona. Sólo quiere ser feliz. Como todos.

- Mi abogado ya está tramitando el divorcio, no te preocupes.

Llegamos al hotel de él, se despidió y bajó rápidamente.

Me recosté en el asiento de la limusina, estaba mentalmente agotada. Cerré los ojos. Demasiadas emociones para un sólo día.

- Lo siento mucho... Por no haber llegado antes Daniela... - susurró el chofer, abrí los ojos rápidamente y lo miré.

- ¿Quién eres? - hizo una maniobra con el coche y lo estacionó.

Se giró hacia mí.

- Sebastián... - dije sosteniendo el aire. Ambos bajamos del coche apresuradamente y nos abrazamos, dios... No me había dado cuenta de cuánto lo extrañaba, amaba sus abrazos.

No diré "Te amo" (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora