Era un día nublado cuando decidí salir a dar un paseo. Las calles estaban más bien desiertas que llenas de gente, solo unos pocos se atrevían a salir de sus casas.
Eché a andar de un momento a otro mientras observaba lo que me rodea, era una maravilla llena de vida y color.
Todo estaba, como siempre, en su sitio
nada nuevo había cambiado de puertas hacia afuera, quizás en el interior algo sí. Pero no se veía, como las personas.
Los colores del otoño me invitaban a jugar con ellos en una pequeña montaña que me recibían en los bordes de las aceras, estas, ajenas a lo que se mueve en la carretera.
Lo esparcía entre patadas y el viento lo mecía de un lado a otro de la calle en un suave vaivén de tonos verdes y marrones.
Mientras, el aire hacía de las suyas enredando mi liso cabello al igual que erizaba mi piel de lo frío que era. Se sentía helado, como si viniera de las montañas o del norte, pero al mismo tiempo se agradecía sobre mi pálida piel.
Continuo mi paseo por las calles de esta pequeña ciudad donde vivo rumbo a ningún sitio en concreto, dejándome caer por los parques, por los rincones más pequeños de este lugar.
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Cosas que pasan en la vida y sobre mí TERMINADA
De TodoPensamientos, sentimientos, emociones, metas, sueños y esperanzas de una adolescente, de este mundillo como escritora en práctica. ****************** Si has llegado hasta aquí, me alegro, si no te dedicas a juzgar y criticar a alguien detrás de una...