Han pasado tres años desde el nacimiento de la pequeña Arizona, que es como los señores Vahugan la decidieron nombrar. Era una pequeña niña de piel muy blanca como la nieve, su cabello rizado por debajo de los hombros, unos ojos violetas únicos y su rostro con un leve rubor. A sido un arduo trabajo para ellos un pequeño en primaria y otra en garden (4), no se les hacía tan fácil, menos si la pequeña tenía que visitar diversos médicos.
Antonie no se tomaba muy bien que su padre se pasara horas, a veces hasta días en el hospital con su hermana, no tenía con quien hablar de sus partidos de basquetbol o de algún deporte nuevo que le interesaba practicar. Sabía que tenía a su madre y su nana, pero no era lo mismo que su padre le estuviera gritando y apoyando a que su madre centrada y aplaudiendo cuando él encestaba en la canasta contraria.
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-Mami ¿puedo salir a jugar con Antonie? - la pequeña rubia jalo de la blusa a su madre la cual revisaba sus tareas
Ya me puse esa crema blanca, y traigo los lentes.
-Claro Ari con...
-Sí, mami con cuidado - la pequeña rubia no dejó terminar a su madre la oración.
Salió corriendo al patio trasero a jugar basquetbol con su hermano, lo abrazo por la cintura que era hasta donde le llegaba ya que su hermano era un chico alto o tal vez ella muy pequeña.
-Mami me dejó jugar contigo un poco - Arizona le comentó alegre a su hermano mayor.
Eran raras las ocasiones que ella podía salir de casa sin ser observada por sus padres o nana.
-Te voy a pasar el balón - le mostró el juguete como ella le solía llamar con el que Antonie se solía divertir - y ya sabes lo que se trata- señaló un extremo del patio donde se encuentra una pequeña canasta acondicionada para ellos.
-Entendido.
La pequeña corrió divertida hacia su contrincante que era como lo veía ahora, era muy competitiva y Antonie también.
Ambos corrían de un lugar a otro riendo y cayendo en diversas ocasiones, ninguno había anotado ningún punto hasta ahora.-Basta un descanso Ari - hablo su hermano.
-No, los descansos son para débiles - esta aprovecho la pausa del mayor y corrió a echar un punto - ¡sí! - grito victoriosa.
Antonie sabía que era trampa lo que su hermana había hecho, siempre lo hacía pero él nunca se quejaba.
-Hoy me has ganado – él, la tomo por los hombros y cargo de caballo - es hora de entrar a cenar.
-Es temprano - hizo un puchero el cual a su hermano le causó gracia
-Pero tienes que ir con el médico y después iras a la escuela - le dijo su padre ya dentro de casa
-Ya me canse de ir al médico - la pequeña dijo molesta - no quiero ir mas
-Esta vez será diferente Arizona - esta vez fue su madre la que le hable - si vas te comprare ese helado de galleta que tanto pides
-¡Yo también quiero! - exclamó Antonie
-Tu tendrás de otro campeón - su padre le revolvió el cabello.
Arizona había despertado ansiosa, sus padres le dijeron que no sería la cita igual que las anteriores. Pero ella quería saber ¿Por qué? ¿Qué tenía de especial este día? ¿Oh era el médico?
Se hacía muchas preguntas camino a la clínica, lo único que le dijo su padre es que irían con un otorrinolaringólogo(5) ella nunca había ido a uno. Pero tampoco sabía que era eso, y su papi no le quiso decir.

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Destruyeme
أدب المراهقينLo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe. -Oscar Wilde.