Capítulo 5.

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El amor es un estado subjetivo que hace que el hombre vea las cosas deformadas, como lo que no son. En el amor la fuerza de la ilusión alcanza su máximo nivel trasformado, simplificando y ablandando la realidad. El amor todo lo soporta, todo lo sufre.

Friedrich Nietzsche; El Anticristo.

Después de determinar lo arrepentida que estaba por haber cortado lazos con Xiao, decidí tomar una ruta distinta para ir al gimnasio, en un horario nocturno que le ponía a mi madre los pelos de punta.

En algunas ocasiones, pude ver a Mía y a Xiao en el vecindario jugando, conversando o incluso besándose y aunque en un principio me dolió el alma, al cabo de un par de semanas lo asumí y finalmente lo olvide.

Cambie de gimnasio, cambié de personalidad y al parecer, estaba por cambiar de amiga, Mía ya no tenía tiempo para mí; pero no fui capaz de culparla, después de todo, tuve algo de responsabilidad al evadir sus llamadas, sus mensajes y cualquier tipo de interacción. Habíamos pasado de ser las mejores amigas a simplemente sonreír cuando nos encontrábamos. Sentí que habían pasado años desde la última vez que salimos de fiesta, caminamos a la escuela o viajábamos a algún sitio. Extrañaba a Mía, pero adoraba verla feliz.

Además, tenía la certeza que de necesitarme, Mía vendría a mis brazos y yo la recibiría con toda la disposición que una persona puede tener. Y mientras tanto, que fuera feliz y que disfrute de su noviazgo. Yo la esperaría siempre.

Sin embargo, la escuela dejo de ser la misma, a penas y nos veíamos por la diferencia en nuestros horarios, por lo que comencé a frecuentar a un par de personas que siempre estuvieron a mí alrededor, pero jamás en la vida note.

Ahora tenía a Alemán, a Naomi y a Diego, llevaban el mismo plan de estudios que yo, por lo que tomábamos la mayoría de las clases juntos.

Ale, era un muchacho que medía ciento ochenta centímetros de estatura, con el cabello rizado y castaño. Sus ojos verdes, eran preciosos, aunque difícilmente los veía, por la increíble mata de cabello que los cubría. Si me lo preguntan, el chico era atractivo, sus labios formaban un corazón y su nariz parecía una bolita pequeña y respingada, con un par de pecas alrededor.

Luego estaba Naomi, Naomi era una muchacha auténticamente depravada. La mayoría del tiempo se la pasaba hablando vulgaridades, sin miedo a ser juzgada. Adoraba su manera de ver la vida y que no tuviera miedo a llevar una vida sexual plena y sin ataduras. Además, su cabello azul, largo hasta el trasero y sus ojos avellana, atravesaban el alma, como escudriñando cada parte en tu interior. No era alta, pero sí muy guapa, me gustaba pasar tiempo con ella. Siempre sabía que consejos dar.

Finalmente, estaba Diego, Diego era un muchacho casi tan alto como Ale, moreno y buen mozo, con el cabello largo hasta las orejas y ojos grises tan inusuales que me maravillaba verlos. Con Diego podía hablar de cosas que no comprendía, era bueno en la escuela y también adoraba cuidar su figura, amaba tomarse fotografías frente al espejo, con el torso descubierto y le encantaba la comida vegana. Diego era gay, pero decían que no se le notaba, aunque para mí, fue muy evidente desde que lo conocí.

— ¿Saben que sería genial? — Alemán oscilo la mirada en cada uno de nosotros, mientras le pasaba el cigarrillo a Naomi. — Deberíamos salir de antro este fin de semana y no volver a casa hasta el día siguiente. Hace mucho que no lo hacemos y ahora tenemos a Alba, sería buena idea.

— Sería buena idea si dejamos de lado que mi mamá me asesinará si no vuelvo a casa una noche — agregué mientras le devolvía el cigarrillo que Naomi me había dado a Ale, con una cara de asco que no pude evadir. Odiaba el tabaco tanto como odiaba el tequila y sentía que al tenerlo en mis manos, apestaría toda la vida.

¿Él es una chica? |LGBT+|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora