La verdad (Capítulo 5)

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Extiendo mis pesados brazos hacia la compuerta, con la aceleración de una tortuga. Tomo los alimentos y el agua, los como lentamente sin prisa, sin ansias, sin hambre. Mi mente está bastante ocupada y desconcertada para fijar mi atención en cosas tan triviales como el hambre. Solo pienso en lo que me dijo aquella voz que hoy soñaría con el doctor nuevamente y esta vez vería su rostro.

Estaba esperando ansiosamente el viaje rumbo al mundo de los sueños pero al parecer mientras más deseaba dormir más el sueño se alejaba. En esta situación en la que estoy seria ridículo ponerse a contar ovejas para dormir.

Hasta que mis parpados comenzaron hacerse pesados y lentamente se fueron cerrando, y entre nuevamente en el mundo de los sueños.

Esta vez estaba sentado en la cabaña vi a lo lejos el carro del doctor como venía a toda prisa y zigzagueante, dejando tras su paso una nube de polvo que cubría todo el camino. Llega hasta unos pocos metros donde estaba sentado, al borde de una rústica antesala. Allí frena súbitamente el coche. Sin duda es el coche del doctor. Lo reconocí a lo lejos y lo confirme cuando se detuvo enfrente de mi, a unos pocos metros. Se quedó dentro del coche cabizbajo, recostando su frente en el volante, reuniendo fuerzas para salir.

Camine hacia el vehículo hasta su encuentro, entonces, cuando estoy a unos pocos pasos de llegar al auto, el doctor abre la puerta. Yo me quedo tranquilo y me detengo en la distancia en la que estoy, y el doctor comienza forzosamente a salir del vehículo, le digo con tono agradable.

Necesita ayuda. Pero al parecer no me escucha.

Hasta que por fin logra incorporarse, cierra la puerta y camina tambaleante hacia mí. Cabizbajo. Parecía estar mareado o bajo el efecto de alguna sustancia alucinógena. Pasa por mi lado cabizbajo repitiendo los mismos números de el último sueño, y ni se percató de mi presencia.

Vuelvo y le digo:

_ Doctor se siente bien. Necesita ayuda.

Pero sigue tambaleante hasta la puerta. Su mente solo tenía un solo objetivo entrar en aquel lugar, entonces, me desespere y lo seguí hasta la puerta.

Estaba repitiendo el número para que no se le olvidará, a duras penas llegó hasta la puerta y en el panel puso esa clave, y la puerta se abrió, pero antes de que entrara lo tome por el hombro, para preguntarle quién soy.

La puerta comenzó a cerrarse otra vez y cuando estaba a punto de cerrar el doctor voltea su rostro y me mira...

Ese fue el segundo más largo que he vivido. Todo se detuvo en ese instante. No podía creerlo y antes de que pudiera lanzar alguna pregunta el doctor me dijo.

_ Ahora lo entiendes.

Y la puerta se cerró.

En ese mismo momento desperté con la verdad en mi mente, una verdad incuestionable, intrigante y absurda.

Miles de preguntas salían a flote en un instante pero la más repetida sin duda era la siguiente.

¿Yo y el doctor somos la misma persona?

Entonces respondió aquella voz.

_ Si. Ese eres tú.

Ahora ya encontraste la respuesta que tanto buscabas.

Increíble yo soy entonces el doctor Davis; y de ahí las cosas comenzaron a tener sentido, comencé a anudar cada pista que vi en mis sueños.

Yo mismo me encerré aquí, conduje mi auto desde mi oficina hasta la cabaña, y entre con el código que puse en la puerta. Lo que quiere decir que en aquel sueño donde tropecé con el frasco de medicamentos que estaban en el suelo fue el que tome, para provocarme una amnesia temporal. Por eso es que no recuerdo mi pasado, también en uno de mis sueños escuche la grabación sobre un experimento, tal vez estoy dentro del experimento que yo mismo diseñe, pero recuerdo que dije en una grabación que el experimento duraría solo 15 días y antes de que todo se pusiera oscuro habían pasado 5 días; y con la oscuridad tal vez pasaron 4 dias o 5, Y ahora sin nada que escuchar alrededor de 2 días.

Creo que puedo soportar los días que falten aquí adentro. Por lo menos ya sé la verdad.

El cuervo y la GarzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora