El pariente al que aprecié.

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Se pasaba los días merodeando por la embajada británica, hombre de refinados dotes. ¿Quién hubiera dicho que era mi hermano?

A pesar de nuestra habitual indiferencia mutua, los dos nos tenemos gran aprecio, al fin y al cabo forma parte de mi familia.

Mycroft Holmes, refinado, educado, sereno, impecable, es curioso, Mycroft en si, ya representaba a Gran Bretaña como yo jamás lo hubiera hecho. A él siempre le había molestado mi forma de ver el mundo, mi falta de seriedad por lo que era serio, en fin, mi personalidad.

Y a diferencia de él, yo me parecía más a la señora Holmes, igual era eso lo que le molestaba. El señor Holmes era el normal de los cónyujes, ella fue matemática, un genio, pero lo dejó para cuidar de nosotros.

Siempre pensé que eso molestaba a Mycroft, que yo fuera mucho más inteligente que él.

Le gustaba negármelo, justificando que él trabajaba a servicio de su majestad, y yo simplemente resolvía crímenes a causa del aburrimiento.

Pero discrepaba totalmente, no era lo único que solía hacer para matar el aburrimiento, también solía disparar a la pared.

Elemental querido lector..Donde viven las historias. Descúbrelo ahora