Hacer tareas con una madre detrás gritando como desquiciada no era fácil, Rin sabía de eso. A pesar de no ser la mejor en concentrarse, realmente lo estaba intentando, pero su condición empeorada por la fuerte distracción de la mayor lo hacía imposible.
Estaba sentada en el escritorio ubicado en la esquina de la pared derecha de su cuarto, con sus manos petrificadas sobre su teclado, dándole la espalda a la gritona desquiciada. Sus manos pasaron a sus rubios mechones con lentitud, estas temblándoles, dudando si tirar de su cabello e imitar a su madre y devolverle algún grito.
Quería explotar.
—Ma, en serio necesito terminar esta tarea —musitó entre dientes, con un tono de voz inusualmente sumiso y sereno. Su timbre, hosco y tranquilo, solo sirvió para alterar más a su madre.
Cállate, no te soporto.
En un abrir y cerrar de ojos la silla giratoria de Rin se había deslizado hasta interceptar con su cama (provocado por su madre, por supuesto) dándole una sacudida a su liviano cuerpo que estuvo por hacerla caer. La mirada cargada de ira de la señora la quemaba con fiereza, y Rin solo quería desaparecer de ahí.
Todo por ir a una estúpida heladería.
Acompañar a Len a ver a su amada definitivamente estaba siendo más desventajoso e inaguantable de lo que pensaba.
Tras unos gritos más, y cientos de sermones con prohibiciones, la madre se dignó en cerrar la puerta de un azote tras salir, y dejó a Rin con su tarea, desamparo y soledad.
Quería llorar, pero no lo iba a hacer.
***
Esclavo: Bro, dime que hiciste la tarea.
Y que me la enviarás :)Cuando su teléfono timbró y leyó la notificación, inevitablemente, sonrió.
Rin: Hoy no quiero helados, hoy quiero pastel
No pasaron bien los segundos cuando la respuesta que quería llegó.
Esclavo: Bien, te veo en quince ;)
***
Con una nueva sonrisa plasmada en su rostro cerró el archivo en su computadora, guardó sus libretas en su mochila y, sin siquiera mirarse al espejo o arreglarse, se colocó sus pantuflas y salió sin pensar en consecuencias. Porque, después de todo, siempre era mejor pedir perdón que pedir permiso.
—Así que tú tampoco la has hecho —comentó Len, rompiendo el hielo, mientras paseaba su cubierto por la superficie del pastel y se llevaba toda la crema—. ¿Por qué no me sorprende? —terminó, para llevar su cubierto a su boca y saborear gustoso el dulce sabor.
Rin, que era la reina de la delicadeza, prefirió pasar su dedo y chupar de este. Luego hizo a un lado su plato, haciendo espacio, y colocó su cuaderno sobre la mesa.
—Rin, mancharás el trabajo —advirtió Len. La mencionada, levantando la vista de los apuntes en su libreta, pasó a mirarle con seriedad.
—Len: él no da calificación por limpieza, ¿ok? Sucio o limpio saldré igual, no seas fastidioso —replicó, causándole un encogimiento de hombros al rubio.
Fueron largos los minutos que Len esperó pacientemente mientras comía su pastel. A veces miraba hacia la nada espaciado y, otras veces, le daba por mirar el rostro concentrado de Rin. Había cierta cosa en ella, un aire que le impedía dejar de verla, y en sus rasgos hallaba algo que le causaba inquietud. Era esa ternura en su piel, esa ternura que siempre le cegaba y esta vez se notaba tan opaca.
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¡Déjate Querer!
Fanfic«Nada es tan simple como parece» Un romance entre dos amigos, ¿qué podría salir mal? Nada, a excepción que hables de estos dos seres, tan terribles como tiernos. El color de cabello no es lo único que tendrán en común: su inexperiencia e inmadurez e...