Le había dado todo, los derechos, los créditos, las ganancias, el reconocimiento. No me arrepentía de nada, y nunca lo hice.
Ese día subió mi autoestima, un elegante smoking negro y mi cabello perfectamente arreglado. No sabía si realmente me sentía listo para lo que estaba haciendo, pero retroceder era imposible.
Yiren me miró a mi lado y me sonrío mientras apretaba mi mano derecha. Hice lo mismo, pero fingido.
-Ahora somos tú y yo, Taehyung. Nadie más.
Pero en mi mente los recuerdos de Lisa retumbaban.