10. Un poema nuevo.

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Me besó y sentí sus labios tan suaves y húmedos. Se subió por encima de la palanca que nos separaba y se posó encima de mis piernas. Mi piel se erizó al mismo tiempo en que mis brazos empezaron a sentir fríos espasmos. Se acercó a mi oreja para pedirme que fuera su querido amante nuevamente y aquello fue el pasaje mismo para un viaje hacia las estrellas. Floté cuando volví a respirar ese aroma tan cerca de mí, tan dulce y sofisticado como volver a mirar sus orbes de cerca y percatarme que no hay nada más hermoso en el planeta que ellos. De un momento a otro ya no tenía camisa y los labios de Lisa navegaban por mi cuello. No podía resistirme porque simplemente la tentación es más fuerte que cualquier otro deseo que cruce por mi cabeza en este instante. Lo más cierto es que la amo y que sería capaz de hacer todo lo que me pida. Me siento libre y resguardado bajo la humedad de sus besos; cierro mis ojos y por ende no veo nada, pero aquella oscuridad es la que me hace ir a flote.

Lalisa Manoban había robado todos mis sentidos, aunque parece ser que al principio nunca los tuve. Esa sed que tenía por saber si ella me estaba necesitando más de lo que ya la necesitaba a ella. Me pierdo en sus caricias y en sus susurros en mi oído cuando consigo tocarla con cuidado. La torrencial lluvia fue solamente un cómplice para nuestro acto desahogado por sentirnos amados otra vez, en medio de una calle desolada y dentro de un auto que se convertiría en nuestro más confidencial centro de resguardo.

****

La vi dormida sobre mi pecho y apenas mis ojos daban a ver que la lluvia había cesado. Me dolería alejarme de ella, pero a veces siento que la única solución a los problemas es la que más te hace daño. La hago un lado y consigo vestirme sin que despierte.

El interior del coche está sumamente húmedo y caluroso. Peino mi cabello como puedo y doy un vistazo antes de abrir la puerta para marcharme. No estuve seguro al pensar en dejarla sola allí pensando en lo que pudiera pasarle, así que me pasé al lado del conductor y me dirigí a su casa con la mayor cautela posible. Me estacioné en el parking y la observé desde el retrovisor para asegurarme que siguiera en paz. Me veo a mí mismo sonreír y abro la guantera para coger un lápiz y una hoja rasgada de un cuaderno viejo, me tomo un tiempo en escribirle un poema tal y como lo hice aquella vez, y le dejo a un lado del asiento siendo precavido de que no cayera al suelo.

-Espero que cuando te des cuenta no sea demasiado tarde – le murmullo. - Te amo.

Y me voy.

El dolor en mi cabeza se había calmado, al igual que la tensión sobre mi pecho al recordar a mi padre. No consigo ni siquiera ducharme el llegar a casa, consigo a mamá en el sofá de la cocina con sus ojeras casi llegando al suelo. Acomodo mi rostro para no hacerme sentir tan emotivo y la abrazo hasta que ella misma se aparta de mí.

Era de imaginarse que mi casa estaría repleta de personas que conocían a mi padre, pero que al mismo tiempo no conocía yo. Caben destacar algunas excepciones, como John Trevor, mi profesor de física de preparatoria, o Amy McKinley, mi maestra de quinto grado en primaria. Ante tantas personas me sentía sumergido de nuevo en un repleto caos y es ahí cuando noto que mi vida no tiene nada de estabilidad. Decido ser ajeno a tanta pena, pero es imposible porque aquella idea se rompe cuando quien fuese que sintiera el pésame, vendría a donde mí para abrazarme y hacer que mi corazón vuelva a sentirse débil.

Recuerdo las palabras de Lisa al decir que mi padre se había ido, dejándome aquí en su representación. Me hizo sentir como el hombre más grande y fuerte de todos; me sentía como todo lo que había aprendido de mi padre. Recordé también que su último deseo fue que yo recuperara a Lisa, y sé que se sentiría feliz si le digo que volví a tocar sus labios y que volví a tocar su piel. Sé que al pensar todo aquello me hace sonreír y el sentimiento en mi estómago me hace no sentirme tan solo.

Faltan tan solo tres días para la boda de Lisa y sé que esa fecha no voy a olvidarla. El fin de toda la lucha estaría allí, pero, dentro de todo, yo no me siento rendido. Toda mi vida está en frente de mí y el cáncer de Alexander fue lo que me hizo abrir los ojos. No tenemos todo el tiempo para una sola persona y no puedo seguir estancado en algo que pasó hace años. Si bien no miento que Lisa fue la mujer que sacudió mi mundo, y que todo lo que sucedió hoy hizo que mi cabeza hiciera corto circuito; no he dejado de pensar en ningún momento en la manera en que me besaba, y como me acariciaba. Lisa me hizo sentir como si de verdad me amara y aquello me revuelve todo el interior, pero por más que la desee, Lisa ya no entra en mi vida y yo no puedo obligarla a entrar otra vez.

Las personas no son para toda la vida y toda la vida no se basa en las personas, ¿se pudiera decir así? De tan solo pensarlo siento un vacío en mi alma.

La amo de verdad.

-Hey – dicen a mi lado.

Esos ojos claros chocan con los míos, pero no es alivio lo que siento.

-Yiren, hola.

-Taehyung, quería decirte que...

Dios, Yiren. Mi vida ha estado en llamas como para preocuparme en que Yiren estuvo mal por mí y mis caprichos estúpidos. Sabía que le diría lo que sentía porque justo me encontraba al borde del desahogo, y al parecer no me equivoqué:

-Oye, no estoy bien ahora, y de verdad nunca lo estuve Yiren, perdón por ser tan idiota...

-Taehyung...

-Déjame terminar – le pido. Si no lo hago ahora no lo haré nunca, y el remordimiento por lo que le hice a Yiren me carcome vivo. – Te lastimé, y desde hace días he querido disculparme porque también dejé que te fueras aquella vez y ni siquiera intenté detenerte. Yiren me siento muy mal y quizá por eso esté diciendo todo esto, perdóname en serio tu eres increíble, a pesar de que al principio resultó ser todo más difícil que al final.

Ella está allí. En frente de mí manteniéndose en silencio. Toda una carga en mis hombros desapareció, pero tenía el leve presentimiento de que aparecería de nuevo cuando Yiren contestara a todas mis palabras. Respiré, contando en un intervalo de 10 segundos cuando por fin la vi abrir su boca para hablar.

-Taehyung – empieza a decir. – Yo quería decirte que me iré a Francia en una semana y que te dejaré el apartamento, por si no te molesta.

Presioné mi mandíbula con bastante fuerza sintiéndome frustrado por el momento en que decidí soltar mi lengua. Quedo en silencio por varios segundos hasta que logro tartamudear una respuesta afirmativa. Mi respiración se vuelve densa y noto a Yiren incómoda al no saber cómo soltarse de mis ojos penetrantes.

-Perdón por todo esto que dije, Yiren.

Ella sonríe.

-Aprendamos a seguir adelante, Taehyung – sus dedos se acercan a mi cara para lanzar un mechón de cabello por detrás de mi oreja. - Si dependiéramos de un perdón, ten por seguro que la tierra estuviera desolada. Las personas sanan, corazón, al igual que las heridas.

Y se aleja poco a poco de mí mientras se despedía con su mano.

Me hizo feliz en ese momento porque sus palabras tocaron muy a fondo mi alma. Tocaron toda la llaga lastimada en lo más recóndito de mi pecho. La mismísima Yiren me hizo despertar y darme cuenta de lo que realmente necesitaba.

Yo necesitaba sanar.

Dear Lover II: El Reencuentro ¦ [Taelice] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora