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Ambos chicos estaban en los columpios del parque cerca de la escuela.

Aunque JungKook ya había salido del último año, a JiMin aún le quedaban dos años para salir. El mayor siempre lo acompañaba de regreso a casa.

JiMin estaba yendo más seguido al psicólogo por unas innumerables pesadillas que tenía por las noches, pero ahí estaba JungKook para decirle que todo estaba bien. El especialista le había dicho que eran los efectos secundarios del tratamiento, refiriéndose a las conversaciones donde JiMin debía recordar ese momento tan horrible para dejar que este se fuera de una vez de sus pensamientos.

JiMin tenía ojeras bajo sus ojitos y se veía muy pálido, pero estaba feliz de igual forma. Y para JungKook, JiMin siempre sería el niño más precioso del mundo.

—JiMin. — JungKook habló de repente, casi haciendo que JiMin se cayera del columpio por la repentina sorpresa. — ¿Sabías que puedo sostener todo el universo en mis manos?

— ¿Qué?

El de cabellos negros se puso de pie y se paró frente a JiMin, quien lo miraba algo desconcertado. Tomó entre sus manos la carita del menor y allí fue cuando lo comprendió.

— ¡Ay, JungKook!

El de cabellos rosas tapó su rostro con las mangas de su suéter, queriendo desaparecer por el inevitable sonrojo.

—Vamos, Minnie. Se hace tarde.

JiMin asintió, sin mirar al mayor. Aunque este le tomó la mano mientras caminaban lentamente.

Pero no sabían que ocurriría cuando llegaran a casa...

Pero no sabían que ocurriría cuando llegaran a casa

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Pasitos De Pingüino 펭귄 "Kookmin"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora