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Llegada la edad de 16 años, todos debían hacer ciertas pruebas que determinarían su "casta", su perfil de personalidad, ya sean alfas, betas u omegas.

Había ventaja cuando el perfil de personalidad arrojaba como resultado en una pantalla la palabra "alfa". Los de carácter alfa estaban a cargo de la seguridad de las colonias, de viajar a otras ciudades para mantener tratos con ellos, ocupar puestos importantes dentro de la sociedad y cubrir las necesidades de los demás ejemplares.

Si el perfil era un beta, se podía decir que se llevaban la mejor parte, pues su trabajo era ser intermediarios en asuntos políticos, o en todo caso, ocupar el puesto que ellos quisieran y hacer algo que desearan. Si querían ser un panadero, panadero podían ser.

Y por último, el perfil omega. El perfil omega tenía menos responsabilidad con el exterior. Eran seres tranquilos, pacifistas que no tendrían que preocuparse por el peligro. Eran los encargados de hacer que las conductas en la sociedad fueran lo más amenas posible, lo cual englobaba la crianza de hijos y el mantenimiento del hogar.

Natasha tenía miedo de ver el resultado. Por su comportamiento, siempre había pensado que era una beta, pero ahora que estaba apunto de saber la verdad, temía comprobar, temía que su perfil fuera omega, pues ella no quería quedarse en casa; Natasha deseaba ocupar un lugar importante con los ingenieros en armas, tal como su padre, para así proteger a su nación.

Uno a uno, sus compañeros de clase fueron llamados. Natasha deseaba demasiado que su grupo fuera aún más grande y que por alguna razón, ella no alcanzara a hacer la prueba. Pero, poco a poco el número de personas fue reduciéndose sin parar.

Cuando tocó el turno de Steve, Natasha no pudo evitar mirarlo fijamente. Lo vio sonreír a Clint, el único de su grupo de amigos que aún quedaba en el salón, y por un segundo, el rubio desvió su mirada hacia ella y le dedicó una muy imperceptible sonrisa.

Natasha se quedó congelada en su sitio, viendo el lugar por donde el rubio se había retirado. ¿¡Steve le había sonreído a ella!?

Natasha se quedó varios minutos en las nubes, hasta que alguien gritó su nombre.

—¡Stark! al gimnasio. Ahora.

La castaña viró sus ojos, con flojera se puso de pie y siguió a María Hill, la secretaria del director Fury. Sus manos sudaban y su corazón martillaba con demasiada fuerza contra su pecho. Aún no empezaba la prueba y ella ya sabía que iba a decepcionar a sus padres. Incluso a Bruce, su compañero de laboratorio que seguramente había terminado siendo un beta y tendría la oportunidad de seguir haciendo lo que le gustaba. Por Rhodes no se preocupaba, pues estaba cien por ciento segura que él era un alfa.

Natasha encogió aún más sus alas cuando quedaron frente a la puerta del gimnasio, dónde sabía que sería sometida a prueba tras prueba por medio de aquel programa de realidad virtual que su padre y científicos habían creado. Suspiró profundamente y sin poder retrasarlo más, cruzó las puertas.

***

Los resultados habían sido publicados. Cada alumno podía acceder a la página de SHIELD, con su propio perfil, dónde solo ellos mismos podían ver la suerte que habían corrido.

Todos estaban fuera del gimnasio, agachados, atentos a sus celulares. Algunos exclamaron eufóricos al descubrir que serían incluidos en la categoría alfa, otros simplemente se encogieron de hombros y algunos palidecieron.

Natasha... Natasha se negaba a ver. Sus manos temblaban, no podía concentrarse en escribir su usuario y su contraseña. Si no se controlaba, iba empezar a hiperventilar. Tenía que salir de ahí. Alzó su vista y vio a ambos lados del amplio pasillo; nadie le estaba prestando atención, como siempre. Sin más, caminó entre los alumnos, encogida un poco sobre sí misma, hasta alcanzar una de las puertas laterales que daba a uno de los patios. Cuando el aire golpeó su rostro, sintió que el oxígeno volvía a alcanzar sus pulmones.

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