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La tormenta afuera de la habitación había pasado a un segundo plano cuando las imágenes comenzaron a mostrarse con fuerza en la cabeza de Phoebe Vandelli. Lo que había iniciado como una noche de descanso se convirtió en un infierno, el sonido apagado de estar bajo el agua la consumió, la falta de aire le provocaron un dolor en el pecho.
El sonido de su nombre era lejano, parecía un susurro desconocido, todo su cuerpo se movía en busca de una escapatoria, la desesperación corrió por cada parte de su cuerpo, tenía miedo, pero luego solo fue tranquilidad, todo se detuvo y solo gracias cuando sintió su cuerpo golpear contra algo.
— ¡Phoebe! —gritó Ellie atrayendo la atención de la agitada chica, la mirada de ambas se encontró— ¿Qué diablos pasó?
— No lo sé, todo fue tan confuso. —susurró aún agitada ante lo que había sucedido, no había sido nada claro, todo se sintió distante, muy diferente a otras visiones que tenía.
— ¿Tiene que ver con Charlotte?
— No lo sé, no la vi.
— Creí que era difícil meterse con el punto ciego de una visión. —murmuró con clara confusión ante las palabras dichas por la bruja.
— No creo que sea un punto ciego, Phoebe. —susurró— Hay algo más.
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— Golpea más fuerte. —exclamó Elliot luego de recibir el puño de Charlotte en su mano izquierda, la fémina comenzaba a sentir el cansancio en su cuerpo y con las pocas fuerzas que le quedaban golpeó— ¡Eso es!
— Necesito cinco minutos. —pidió mientras se dejaba caer en el suelo del gimnasio, Elliott río ante la silueta de la chica acostada con la respiración agitada como si hubiese corrido algún tipo de maratón.
Charlotte tomo aire varias veces hasta que por fin pudo respirar con mejor facilidad que hace unos segundos, los entrenamientos habían sido duros las últimas semanas pero muy en el fondo ella sentía que valía la pena.
— Todavía no entiendo cuál es la necesidad de practicar.
— Necesitaba un nuevo pasatiempo. —explicó luego de recobrar el aliento, con una mueca de dolor se sentó en el suelo y recibió la botella de agua que el de ojos azules le otorgaba.
— Estoy seguro que a tu novio no le agrada mucho la idea.
— Soy una mujer independiente. —sonrió mientras separaba las letras para darle una mejor impresión— No necesito su aprobación.
Elliott no pudo evitar reír otra vez antes las palabras que habían salido de su boca, pero por más gracioso que fuera era la verdad. Había sido en una de las noches donde Jasper entraba en su habitación cuando le contó sobre la idea de comenzar a practicar boxeo, obviamente se opuso, pero a la castaña le había importado muy poco su opinión y al día siguiente Paige le había mencionado que Elliot practicaba aquel deporte.
Por supuesto, que cuando esté escucho a la chica Gilbert pedirle que le enseñará no pudo evitar sentirse confundido y burlón, pues no veía a la pequeña adolescente practicando un deporte así, incluso la misma Paige se había sentido así, Charlotte en cambio quería demostrar que podía ser capaz y por esa única razón fue que la mayor de las Gilbert aceptó a que Elliot le diera clases los jueves, viernes y sábado.
Los primeros días del entrenamiento habían sido lo suficientemente duros como para que la idea de renunciar cruzará por su cabeza, pero no lo hizo pues tras varios días de los duros entrenamientos encontró la manera para desahogarse, Elliot uso ese sentimiento siempre que la veía a punto de rendirse, dejándole con la enseñanza de que puedes hacerte fuerte en los tiempos de adversidad.
Sin embargo, eso no quitaba el dolor muscular con el que llegaba a casa, como había sido aquel día en específico luego de lo que fue el entretenimiento más duro. Sentía que su cuerpo se movía por pura inercia hacia su recámara dónde pudo darse una ducha relajante mientras escuchaba música, para luego lanzarse a la cama y cerrar los ojos, ni siquiera la ventisca que entró por su ventana cuando Jasper entro a su habitación la hicieron moverse.
— ¿Cansada? —se burló el rubio, Charlotte alzó su dedo medio en la dirección que creía era la correcta provocando una risa bajita por parte del vampiro.
— Todavía falta que mis músculos se pongan en mejor condición y luego ya no dolerá. —dijo mientras se acomodaba en el pecho de Jasper sintiendo el frío que emitía su cuerpo.
— Sigo sin entender cuál es tu interés en aprender boxeo.
— Patear el trasero de Emmett. —Jasper rio al darse cuenta que no podría superar las ganas que tenía de golpear a su hermano— Solo quería despejar mi mente en algo.
— Que mala mentirosa eres. —expresó el rubio y la chica solo lo golpeó— ¿Cómo estuvo tu día de compras con Alice?
— Fue… Educativo.
— ¿Educativo?
— Si, aprendí que no debo ir de compras con Alice, tengo tanta ropa en mi armario que me sorprende que no haya explotado.
— Solo debiste aceptar su propuesta. —Charlotte chasqueo la lengua— Deberías ver el cajón de tu escritorio.
— Dijimos que no habría regalos. —regañó pero aún así se levantó para acercarse al escritorio, tomo el pomo del cajón y lo abrió dejando a la vista un libro.
Para Charlotte el tener el mismo libro que había sido destruido en el accidente fue como volver a tener un pedazo de lo que perdió; la pasta se mostraba nueva, sus hojas no estaban dañadas por el agua, se veía como el regalo que recibió en su cumpleaños.
— El valor sentimental no se puede reemplazar pero…
— Es perfecto. —interrumpió tomando el libro en sus manos como si fuera a romperse, sus dedos recorrieron la pasta de este antes de lanzarse a los brazos del vampiro— Voy a tomarlo pero me ofende muchísimo que me ignoraras.
— No te ignoré, solo omití que habías dicho algo.
— Siempre tan caballero Sr. Withlook. —exclamó dejando con cuidado el libro sobre el escritorio— Gracias.
— ¿Qué tiene tu cumpleaños?
— Se que no celebrar mi cumpleaños no va a regresarme a mis padres pero es solo que no puedo con la idea de que de no ser por mí ellos seguirían aquí. —murmuró en voz tan baja que de no ser por la audición desarrollada de Jasper no habría escuchado nada— No me hagas mucho caso.
— No fue tu culpa.
— Lo sé es solo que no puedo dejar de pensar que si mi regalo de cumpleaños habría sido algún otro libro el accidente no habría pasado, son cosas tan pequeñas como esas las que no me dejan dormir pero… No lo sé, todavía intento superarlo.
— Jamás haz hablado de eso.
— Aún es muy pronto, todavía necesito tiempo. —dijo con una pequeña sonrisa— Tienes toda una eternidad, ¿podrás esperar?
