Capitulo 2.

15 1 1
                                    


- Lip, ¡despierta! – grita Ben jalándome por los hombros, el despertarme de esa manera solo podía significar una cosa.

- ¿Qué ha pasado? – Respondo agitado, me siento en la cama y observo que estoy sudando, había puesto la cama empapada en sudor, me había vuelto a pasar, desde que murió mamá me despertaba cada noche empapado en sudor por las pesadillas que tenía.

- ¿Has tenido una pesadilla, ¿no? – Me pregunta Ben un poco asustado.

- Sí – Respondo, bajando las manos a mis rodillas.

- Métete dentro de la cama, hace frío – Me dice desde la silla que había al lado de la cama.

- Sí – Repito.

Al meterme en la cama, recuerdo la pesadilla que estaba teniendo, iba en el coche con mi padre y mi madre el día de su muerte, pero esta vez no era mi padre quien manejaba el auto, era yo. Veía como mi madre salía disparada atravesando el cristal frontal del coche, dejando a su paso su vida. Una vez sentado, miro a Ben, el cual me está observando detalladamente, cada gesto que hago y en lo que estoy pensado.

- ¿Cuándo nos vamos a Manhattan? – le pregunto intentado evitar que me pregunte sobre mi pesadilla.

- Ya está todo preparado, solo falta que te den el alta, recojas las cosas de tu cuarto y metamos a Barn en el coche – dice mirándome con cierta intriga.

Me conoce a la perfección y sabe que lo he hecho para evitar que me pregunte sobre la pesadilla. A través de la ventana puedo ver la pared blanca de mármol, con un letrero encima de ésta diciendo; «salida». Estaba destrozado, han sido unos días muy malos, necesitaba irme ya de ese hospital, todo en él me parecía horrible, olía a muerte por todos lados y recordé lo que me dijo ayer Chad cuando me estuvo observando, «Si necesitas algo puedes pulsar el botón que tienes a tu izquierda». No me lo pienso dos veces y lo pulso. Al minuto estaba allí, con esa perfecta boca dedicándome una agradable y cálida sonrisa, sus ojos me atrapaban y seguramente ya estaba como un tomate.

- ¡Lip! ¿Cómo te encuentras? – me respondía Chad acercándose cada vez más a mí.

- Me encuentro muy bien – le respondo.

Mi padre hoy parece estar muy observador y parece ser que ha notado que me he puesto un poco nervioso cuando el apuesto enfermero ha entrado por la puerta, veo en su rostro como pone una cara de duda y me pongo más nervioso aún, él no sabe que soy gay.

- Y bien, ¿qué querías? – me dice Chad observando que mis constantes son normales.

- Quería pedir la alta voluntaria, me encuentro genial, sólo necesito irme a casa – digo tajante.

Sin embargo, noto cara de negación en Chad. Es imposible que un menor pueda pedir la alta voluntaria, pero necesitaba intentarlo, no podía aguantar en ese hospital ni un día más, se me hace muy difícil respirar ahí dentro, nunca me han gustado los hospitales, también es porque no tengo nada de paciencia.

- Tengo buenas noticias, Lip –Responde Chad – Justamente venía a traerte los papeles, te puedes ir a casa después de comer, estás fuera de peligro – Concluye al fin.

En mi cara se dibuja una sonrisa de oreja a oreja, menos mal, tenía ganas de irme, de volar a Manhattan y olvidar todo el pasado, intentar, como me dijo Chad, afrontar el miedo. Mi padre firma los papeles de mi alta, y se va para darles las gracias a los médicos y enfermeros que me han cuidado, me levanto sulfurado y me dirijo a la ducha, la necesito. Me quito el pijama quedándome completamente desnudo, me he quedado más delgado de lo que ya estoy. Me meto dentro de la ducha y acciono el agua, al contacto con el calor, mis músculos se contraen. Poco a poco el agua me cae suavemente por el rostro, recorriendo cada recoveco de mi cuerpo, realmente es un masaje de los dioses, me enjabono y me seco rápidamente. Al salir me encuentro a Chad, me ruborizo al verlo, recuerdo que solamente llevo la toalla atada a la cadera.

- Ho, ho, hola – digo totalmente avergonzado mientras me pongo una camiseta que me había traído Ben.

- Hola, venía a desearte suerte, al ver que estabas en la ducha decidí esperar a que salieras, cantas realmente mal. – dice con tono de burla dejándome ruborizado.

Si, realmente canto muy mal, por eso me gusta cantar en la ducha, el sonido con el agua hace que no se me escuche al cien por cien, recuerdo que en el colegio cuando era más pequeño me obligaron a cantar delante de mucha gente, ni aprendiendo cantaría bien.

- Lo siento, no pretendía molestar – digo un poco nervioso, me había escuchado cantar a pleno pulmón, qué vergüenza.

- No has molestado, ha sido un concierto muy divertido y me gusta Maroon 5 – termina de decir dedicándome una perfecta y preciosa sonrisa.

- Gra, gracias –digo titubeando.

Se acerca cada vez más a mi y yo noto que poco a poco me falta el aire, no sabía si me quería besar, tampoco he tenido experiencias con ningún hombre y cada paso que daba él, es un paso que daba yo para atrás, hasta quedarme pegado a la ventana que daba a la calle.

- Hay formas mejores de salir del hospital, por la puerta, por ejemplo. – me dice Chad con tono irónico.

Me echo a reír por el comentario que acaba de hacer, literalmente estaba apoyado en la ventana, intentando huir de él, completamente ruborizado, indefenso y con una toalla atada a la cadera, que se podía caer en cualquier momento. Se acerca a mi poco a poco.

– Suerte en Manhattan, Lip – dice Chad a mi oído con una voz bajita y serena, dejando un cálido beso en mi mejilla y una erección entre mis piernas.

Y ahí estaba yo, viendo como se alejaba el primer hombre por el que me había sentido atraído, con una erección y sin saber que hacer, completamente congelado por el frio y la situación que acababa de experimentar con Chad.

Me visto rápidamente, y recojo todas mis pertenecías, dejo la asquerosa comida de hospital encima de la mesa, abro la puerta del baño y sonrío al mirar a la ducha, a saber, que habrá pensado realmente Chad cuando me haya escuchado cantar. Al rato, una figura conocida me observa desde la puerta, es mi padre. Al verlo, solamente sonrío.

- ¿preparado? – me dice papá desde la puerta, devolviéndome la sonrisa y observando que ya lo tenía todo más que preparado.

- Sí – Le digo, dejando todo atrás, dejando a Chad atrás y observando el tan deseado letrero de: «salida».

Cielo RojoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora