Capitulo 3.

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Desde la ventana del coche observo el clima de Seattle, íbamos de camino a Renton, hacía frío y el ambiente era bastante húmedo, acciono el interruptor del coche y bajo un poco la ventana para percibir el aroma que desprendían los árboles, ese aroma tan conocido, a árbol mojado, a césped recién cortado, soy testigo de las primeras gotas que estaban cayendo antes de que empezara a diluviar.

- Hace frío – Me dice Ben.

Simplemente lo observo, dirijo mi mirada al aire acondicionado diciéndole con los ojos que podía ponerlo, él me devuelve la mirada, clava sus oscuros ojos negros en los míos, color verde miel y me da a entender que no. Vuelvo a accionar el botón que subía y bajaba la ventana y termino por subirla del todo. Ya no podía percibir ningún olor, excepto el de mi padre. Esa colonia tan apestosa que se echaba cada mañana después de ducharse.

- Gracias a dios – Digo – Ya habíamos llegado a casa después de media hora de viaje.

Observo por la ventana del coche, estaba diluviando, en mi cabeza me recreo un plan efectivo para llegar a la puerta sin mojarme, uno, dos, tres... Salgo disparado a la entrada de mi casa para resguardarme de la lluvia de Renton, esa lluvia que se te metía por todas partes del cuerpo. Observo a Ben, él camina lento y se está riendo, al parecer le da igual el agua.

- ¿De qué te ríes? – Le pregunto un poco molesto, con la voz un poco jadeosa por la carrera que me había metido.

- Siempre haces lo mismo Lip, y siempre acabas mojado. – Me responde con un tono gracioso.

Me observo y no puedo evitar reírme porque tenía mucha razón, en 3 segundos me había puesto empapado, si algo no echaré en falta de Seattle, será la lluvia. Ben abre la puerta y observo mi antigua casa totalmente vacía, todo estaba metido en cajas con nombres. Subo las escaleras por las que me caí de pequeño incontables veces y abro la puerta de mi habitación. Toda la casa estaba vacía menos mi cuarto, cada cosa estaba en su sitio, incluida la caja de pastillas que me tomé. Las tiro a la basura y suspiro. Empiezo a empaquetar todo mi cuarto, meto todas las fotos que tengo en una caja, junto a más objetos personales que tenía, en otra caja meto toda mi ropa, en una hora ya lo tenía todo empaquetado.

- Todo listo – Le digo a Ben desde las escaleras, él estaba abajo, me dice algo que no logro entender y pongo los ojos en blanco.

Vuelvo a observar mi habitación, todo estaba vacío y era algo triste, aunque liberador, tenía ganas de volver a empezar una nueva vida, de dejarlo todo atrás y literalmente estaba a pocas horas de hacerlo.

Al rato, después de comer, un furgón enorme para delante de casa y se bajan tres hombres para empezar a guardar las cajas dentro de él. Me dirijo al baño y después de orinar me vuelvo asomar por última vez a todas las habitaciones de la casa. Me paro en el marco de la puerta de mi habitación y veo un montón de líneas que dibujaban mis padres conforme yo iba creciendo. Me cae una lágrima del ojo y antes de que el miedo o la pena me invadan, cierro todas las puertas y bajo las escaleras. 

- Estaré en el coche – le digo a Ben 

 Desde el auto observo como Ben habla con los de la mudanza y les da indicaciones de dónde está ubicada la nueva casa, acto seguido, cierra las puertas de mi antigua casa y se mete dentro del coche.

- Todo listo, nos vamos – Me dice papá mirando a través de la ventana del coche el lugar donde habíamos sido felices por tanto tiempo. Arranca el coche y mis ojos recorren las calles de Renton por última vez.

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