Amortentia

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🔮

—El prefecto Namjoon es bien sexy.

Soltó Kindy, acompañado de un suspiro que la dejó derretida en su asiento. Percibió las risillas de sus amigas, que estaban conscientes en como la ponía su prefecto. Sin embargo, no les hizo caso. Creyó estar sorda, sensata de que Namjoon daba la clase y que de su boca salían oraciones muy importantes, pero sólo podía sentir lo tentada que le dejaba la danza de sus labios. En como daba la lección de un nuevo hechizo, teniendo que estirar y flexionar el brazo con la varita en mano, asomando bajo la tela lo trabajado que los mantenía. ¡Y sus muslos! Agradecía a las ventas abiertas y al viento que soplaba con ferocidad, volando su bata, mostrando lo grueso que llevaba ahí.

Bufó, echándose hacia atrás en su asiento, sacudiendo sus rizos por el repentino calor.

—Ese maldito no voltea en ningún momento a verme. ¡Que llevo rato paseando por frente suyo y que va!

Su frustración permanecía clara en su facción, jugaba con la punta su varita, dando golpecillos a la madera del escritorio, buscando una distracción para que sus ojos no siguiesen clavados en el cuerpo del mayor.

A su lado, Mimi sonreía con ternura, observando como Kindy hacia un puchero desilusionada. Le inspeccionó detenidamente, y notó como se había ajustado la túnica para resaltar sus pechos, recordando las preguntas tontas que le hacía al prefecto batiendo las pestañas exageradamente. La castaña le jaló suavemente uno de los rizos, para así obtener su atención.

—No dudes que ya está más que enterado que te trae encantada. ¿Pero —le sonrió dulcemente, colocando uno de sus mechones tras la oreja, buscando las palabras adecuadas—... no crees que te estás excediendo? A lo mejor lo estás espantando con esa mirada, parece que te lo quieres comer.

—¡Es la idea! En verdad me lo quiero comer entero, Momi —abrió los ojos y levantó las cejas mostrándose ofendida, alzó el dedo sin ser tan notorio, apuntando al pelinegro—. Mírale los brazos, no me sobran ganas de que me ahorque con ell...

—¡Kindy! Contrólate, a ver —la mayor del grupo le interrumpió. Noona le dio un pequeño empujón a su hombro—, disimúlale un poco. Además, esto se resuelve fácil.

—¿Ajustándome más la túnica? —cuestionó inmediatamente, esperanzada. Tanteo su escote, deliberando en que retoque podría hacerle— Tal vez lo pueda abrir un poco por acá...

Noona negó frenéticamente, intentando convencerse que la rizada aún mantenía unas cuantas neuronas en función.

—¡Que no! Mira —la más alta señaló a una de sus otras compañeras, Sara. La chica sostenía con su pulgar e índice la tapa de un frasquito, agitándolo de un lado a otro, sonriendo maquiavélicamente—, tu solución, hija.

Se fijó mejor en el frasco, contenía un líquido rosado y un brillo nacarado. A pesar de estar tapado, desprendía un vapor que ascendía formando unos curiosos espirales. Conocía la poción.

—¿Amortentia?

—Exactamente, guapa —le guiñó un ojo Sara, deslizó la poción a lo largo de la mesa, hasta que la rizada lo atrapó antes de que cayese de la mesa y Namjoon las descubriese— Haz que se lo beba y será él quien te coma enterita.

Asombrada, acercó el frasco de cristal a su nariz, olfateando el olor. Se alejó rápidamente, sorprendiéndose del extraño aroma.

—¿Por qué esto me huele al sudor de Namjoon?

—¿De qué coño hablas, tía? Que a mí me huele a mi vino blanco —Noona le reprochó, confirmando que la menor había perdido la cabeza con aquella pregunta, claramente eso olía a la bebida que tanto le gustaba— como me provoca ahora.

POLLIRETOS; one shots (+18) (o no)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora