“Por cuestión social y diferencia en las edades, estos tontos ignorantes no me quieren ver contigo”
Camino a pasos rápidos hasta la casa de Erick, mi enojo aumenta y mis manos sudan.Le he dicho millones de veces que no vaya a mi trabajo, y siempre tiene que ir.
Las últimas veces pedí que no me avisarán, pero Marina tiene que hacer su trabajo.
Saber que tengo a un niño pobre a mi cargo, y que lo veo mas que eso es mal visto.
Entro en la pequeña casa de madera, y veo que no hay rastros de el.
Camino a su habitación, y su cama está echa, la casa está vacía.
Veo por la ventana que hay, como un auto se estaciona, y baja de ahí.
Johann.
Erick sonríe, y le da un abrazo, mi uñas se entierran en mis palmas causando dolor.
Sus piecitos camina hasta aquí, y al abrir el auto desaparece, abre la puerta y veo que tiene un puchero en sus labios.
Al verme su sonrisa crece, pero se desvanece al ver mi enojo.
Soy rápido cuando se trata de Erick, y ya lo tengo agarrado del cabello y tirándolo a la cama.
Tiene su labio inferior lastimado, y eso me causa molestia, si no hubiera ido eso no hubiera pasado.
Su ojitos se llenan de lágrimas, y antes de que diga algo mi mano ya golpeó su rostro.
Suelta un jadeo de dolor, y su labio se vuelve a abrir, saliendo sangre de este.
—Y-yo, ¿Que hice? —susurra triste.
Vuelvo a agarrar su cabello, y tiro de el hacia atrás, el gime de dolor, y me acerco hacia su rostro.
—¿Que te he dicho de ir hacia mi trabajo? —su boquita hace un puchero, y mis ganas de besarlo aumentan.
Suelto su cabello, y me mira si supiera lo que me causa con solo ver su carita, se aprovecharía mucho de mi.
—N-no debo de ir, yo l-lo siento, Joey. —su voz sale quebrada, y no siento culpa por eso. —Yo solo quería llevarte e-el almuerzo.
—Erick, nunca comería nada de lo que tú hagas, mételo en tu cabeza.
El asiente y beso sus labios, trata de seguirme el ritmo, pero soy más brusco con el y jadea cuando muerdo su herida en el labio.
—¿Que hacías con Johann?— pregunté.
Al separarme, su labios están rojos, y su mirada hacia abajo, está avergonzado.
—Erick, ¿Que hacías con, Johann? —vuelvo a preguntar un poco más tranquilo.
—Yo solo fui para charlar con alguien— sus ojos se vuelven cristalinos.
—¿Y que más?
—Supo que fui a verte y me dijo que lo nuestro no es debido, por diferencia en las edades, Joey.
Suspiro frustrado.
—¿Y tú le creíste? —ahora son mis manos lA que tiemblan, estoy anhelado que el idiota de Johann no le haya llenado su cabeza.
—No, yo te creo a ti.
Mi corazón vuelve a latir con fuerza, y un puchero en sus labios se forman.
—Esos tontos ignorantes no me quiere ver comtigo— susurra a centímetros de mi rostro, y lo besó.
Dejo que el lleve la situación, es lento y algo inexperto, pero aún así me gusta por qué es dulce e inocente.
Soy un hombre de treinta, que en cualquier momento podría ir a la justicia, y ser preso por pedofilia.
Pero no, Erick no es un niño, Erick a su edad a echo más que cualquier chico de su edad, se ha enfrentado a grandes problemas, y sigue de pie.
Erick es muy lindo para su edad.
Erick me gusta mucho. Y tengo una vida planeada junto a el.
Solo quisiera que algunas veces me hiciera caso, y no vaya al lugar donde trabajo, esa gente podría dañarlo más de lo que yo lo hago.
Antes de que sus pequeñas manos lleven a mi remera decido alejarme.
—Tengo que irme, Erick.
El asiente, y se acuesta en su cama.
La última vez que me hizo un berrinche por irme de al lado de el, terminó con un moretón en el estómago y su ojo izquierdo inchado.
No suelo controlar mi agresividad, pero por el me gustaría cambiarla, me gustaría ser otro Joel para el.
Mueve su manito en forma de despedida abajo de la sábana, y diré que me gustaría estar un vida entera con el.
Estaré una vida entera con el.
Aunque el merezca algo mejor que yo, no dejaré que conozca a nadie mejor que yo.
Por qué Erick, quedó para mí y eso quiere decir que es mío.
Todavía recuerdo cuando lo entre por primera vez.

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Que se mueran || Joerick.
CasualeQue tú tienes treinta y yo apenas dieciocho, son numeritos que fastidió.