Capitulo 6: ¡Bienvenida!

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Pilar miraba el horizonte con los ojos enjugados en lagrimas, jamás había experimentado tanto los dichos de la banda "No Te Va a Gustar", cuando decían "La ruta semivacía como mi vida sin vos". José solo manejaba el vehículo y de tanto en tanto la miraba, ya le había dicho de todo o no le podía decir nada. Ellos pensaban que el destino era algo que uno lo construye, pero que a veces obraba de una forma tan misteriosa, tan perfecta, tan justa, que resultaba difícil de entender por que en ocasiones, las cosas ocurren todas alineadas, como si alguien o algo organizara un plan maligno en nuestra contra. De repente ese témpano que se había formado y creado una era del hielo en el auto, se rompió.

Pilar: No tenía porque pasar esto... O sea... Yo sabía que seria una mala semana ¿Pero qué termine así?
José: Vos necesitas acostarte y descansar un buen tiempo. No quiero que habrás el consultorio.
Pilar: ¿Y vos?
José: Yo pedí un par de días en el trabajo, te voy a acompañar, sos más importante vos.
Pilar: ¿Y el fútbol? ¿Tus amigos? Yo no se cuanto tiempo voy a estar así.
José: ¿Querés qué te lo repita? Vos me importas más. Y que no se te ocurra decir gracias.
Pilar: Amo a Cielo me cuesta mucho, pero mi papá dijo que era lo mejor, ya estaba muy viejita.
José: No se si lo escuchaste, pero dijo que ella solo se durmió y no despertó más, no sufrió nada.
Pilar: Creo que me duele más no haber estado ahí cuando pasó, ella siempre estuvo conmigo.
José: Sentirte culpable de esta situación no está bien, era tu perra, tu mascota, tu amiga, vos le diste lo mejor y ella a vos, ninguna se debe nada.

Cuando la miró ya estaba durmiendo, había soportado mucho, pocos entenderían el impacto que acababa de sufrir y así se quedo el resto del viaje. Que era uno de los peores que habían tenido, pero tenían que llegar a su casa, y los kilómetros corrían y corrían como las lagrimas en las mejillas de Pilar.

Al llegar, casi de noche José no la despertó, abrió la puerta, la cargó y la llevó hasta su cama, le acaricio el cabello y le quito los lentes. José tomó una sábana y la cubrió hasta los hombros como a ella le gustaba, luego fué hasta la cocina, le preparó una cena y le dejó una nota, "Por favor comé". Él se fue al sillón para dejarle toda la cama para ella, como era su costumbre le pidió a la virgencita por su "Pilar" y trató de dormir.

La noche avanzaba y él sentía que no podía descansar, el sueño le venía de a rato y cuando al fin creía que caería en ese trance onírico, sintió como si se ahogara y no se podía mover, como si estuviera atado con una soga, estaba a punto de hacer un movimiento brusco cuando la escuchó. Pilar estaba ahí intentando acomodarse como sea a su lado.

Pilar: ¿Vos sos tonto en serio? A veces creo que te pasas a propósito, ni se te ocurra volver a dejarme sola.
José: No te dejé sola, te dejé la cama para vos sola, no es lo mismo.
Pilar: ¿Podés callarte? Cállate y abrázame.
José: ¿Estás cómoda? Vamos a la cama entonces.

Pero Pilar ya no contestó y se quedó ahí con la cabeza en su pecho y el resto de su cuerpo sobre él, se sentía protegida y sabía que José no la soltaría, él la acarició, y la besó hasta quedarse dormida. Y sintió como de a poco las lagrimas iban cesando.
Los días pasaron y también la recuperación de Pilar, comía poco, dormía poco y no quería ver a nadie. Aceptar la realidad era su mayor enemigo, así que necesitaba esa soledad, esa alquimia de sentimientos que la rompían. ¿Era para tanto? Si, lo era, por que Pilar había aprendido a darle prioridad a los seres queridos, y ella, su amiga, su mascota; por años había sido la única que la escuchaba, que no se desprendía de su lado. Así que prefería derramar lagrimas por ella y no por alguna otra razón.

José: Vas a estar bien, tomate el tiempo que necesites.
Pilar: Quiero estar bien, pero es muy difícil vos sabes como me llevaba con ella.
José: Claro que lo sé, por eso tenés que estar bien ¿Me dejás que te ayude?
Pilar: Supongo que si.
José: Que bueno, por que te compré algo, vení a ver.
Pilar: ¡¡¡Nooooo!!! ¡¡¡VOS SOS UN BOLUDO, EN SERIO!!!
José: Pensé que podría distraerte, aparte tenés que aprender.
Pilar: ¿Pero una bicicleta? Quiero que me ayudes, no que me mates. Posta, sos el abanderado de Boludolandia.

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