Narra Tara:
Las cosas no han ido del todo mal, bueno después de oír las noticias en la radio las cosas afuera no están mucho mejor que aquí dentro. Se ha declarado Ley de encierro para toda la ciudad, nadie tiene permitido salir de su casa y quienes lo hacen, sin permiso alguno, terminaran tras las rejas. Hay oficiales de policía a las afueras de las ciudades bloqueando las entradas, mi madre me comenta que el gobierno les suministra a todos víveres dejándolos en la puerta de las casas con tal de evitar que la población salga. Únicamente puedo comunicarme con mis padres dos veces por semana a través de Skype, por medio de las tabletas que el hospital dispone. No he podido recibir información de Cedric, los guardias me han impedido bajas a la planta en la que está. Me parte el corazón no tener información de mi amigo.
La seguridad del hospital por prevención ha recogido todos los aparatos móviles de los internos, al parecer temen que expongamos lo mal que va la evolución de esto; dicen que para evitar pánico en el hospital se vieron en la obligación de retirar las pantallas de televisión. Técnicamente lo único que nos queda para entretenernos es jugar ping-pong, leer libros, jugar a las cartas y hacer actividades como tejer junto a nuestros compañeros de piso. Me ha sido un alivio que Oliver desapareciera la mayor parte del día con eso no tendría que toparme con él en la habitación.
Me encontraba en la sala "común", la cuál era un espacio establecido para que los compañeros de piso pudieran socializar. Pero creo que era inútil para los de mi planta, Selena se la pasaba coqueteando con los enfermeros cerca de las máquinas expendedoras, Adam nunca ha llevado una buena relación con Oliver, motivo por el cuál prefiere mantenerse en su habitación jugando cartas con Josh, Oliver como era de esperarse estaba escondido por alguna parte de la planta. Solamente éramos la maestra Hope y yo. Aunque al igual que los demás prefería permanecer en mi habitación leyendo uno de los libros que había en mi equipaje, sabía que para la maestra Hope era importante tener con quién compartir las opiniones y vivencias de su embarazo. No tuve más remedio que sentarme a tejer con ella.
Maestra Hope: Eso es, ahora pasa la lana azul por entre el hueco, eres rápida aprendiendo Tara. –aludió la maestra Hope al ver lo hábil que era para tejer en crochet. Para ser sincera antes del día de hoy jamás había tejido en mi vida, pero me ha parecido bastante entretenido.
Tara: Gracias, maestra Hope. –agradecí apenada. Siempre me había parecido agradable la maestra Hope, amaba asistir a sus clases de filosofía, es una mujer bastante agradable, me sorprende demasiado el que este embarazada. Pues tiene la apariencia de que no es capaz de matar ni a una mosca; claro que es joven, no le pongo más de veintiséis años y se supone que es normal que las personas de su edad sean expertas en eso, me resulta imposible imaginarla haciendo algo tan atrevido como ... ¡Oh por Dios!, mejor dejo el tema hasta acá.
Me dispuse nuevamente a continuar con el tejido, quería hacer un saquito para el bebé de la maestra, prometí dar lo mejor de mí. Todo estaba bastante tranquilo hasta que aparecieron Josh y Adam.
Josh: Vaya, y es que ahora haces de abuelita Tara. –comentó Josh riendo, cuyas intenciones eran aparentar ser más masculino, pero al parecer estaba logrando ser un inepto. Me fue inevitable sentirme incómoda ante su comentario.
Adam: Josh, ¿qué cosas dices? –le reprendió Adam. –Pues sabes, me gustaría aprender a hacer eso. Es admirable que las mujeres inviertan tanto de su valioso tiempo en ello. –añadió, sentándose junto a mí, para luego tomar una aguja. Por algún extraño motivo la maestra Hope se retiró, supongo que debe ser que tiene algún malestar del embarazo.
Josh: Hermano, a veces me preocupas. –dijo saliendo del lugar, con cara de incomodidad. Dejándonos a los dos solos.
Adam: ¿Qué tengo que hacer? -me preguntó con interés. Mi piel se erizo al sentir su respiración cerca. Tragué saliva intentando no aparentar lo nerviosa que me encontraba.
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VIRUS. En cuarentena con Oliver.
Подростковая литератураTara Wheeler es una chica como cualquier otra de dieciocho años, la cual se encuentra finalizando su último año de escuela. Llegando del viaje de fin de curso de Hawái es separada junto a sus compañeros de sus familias y puestos en cuarentena en un...