Narra Oliver:
"Estas son las últimas noticias. Se han reportado cuarenta casos más de coronavirus en la ciudad de Nueva York, y tristemente se han contado sesentaicinco muertes desde la propagación del virus a la ciudad. La ciudad ha cerrado, al igual que las fronteras y aeropuertos. A continuación, viene el discurso del presidente de la república ..."
Apagué la radio ya harto de no escuchar nada bueno en cuanto al desarrollo del virus, lo único que tienen para decir las noticias son solo métodos para infundir pánico. Mire alrededor de la habitación y me centre en la cama de mi mojigata compañera, noté que tenía un peluche con forma de conejo color rosado a un lado de su cama, sonreí pensando que era bastante tierno para una chica de su edad. Cielos, esa chica sí que tiene carácter.
Nunca antes había hablado con ella, solo sabía que se juntaba con el chico gay de curso. No me había fijado en su forma de ser. Físicamente me parecía bastante normal, piel pálida, cabello largo y oscuro, ojos azules y proporciones normales de cuerpo. Es obvio que he estado con chicas con apariencias más llamativas y mejor proporcionadas. Pero ella... me ha retado de la forma en que ninguna otra chica lo había hecho antes, la forma en que apretaba los labios al discutir me hacía pensar en que era más bonita de lo que creía.
Me gustaría llevarme bien con ella, pero literalmente somos como fuego y lluvia. Algo que tenemos en común es nuestro gusto por los libros de romance, tal vez no todo está perdido. Me siento bastante mal por la forma en que le hablé ahorita, fui un patán. No debí describirla de esa manera. Mire el reloj que yacía a un lado de la pared, había pasado un buen tiempo desde que se había encerrado en el baño. Nos acababan de dejar algo de comida, pensé en intentar enmendar las cosas llevándole unas galletas.
Oliver: Nos trajeron algo de comer... no sé si quieras probar un poco. –dije suavemente después de tocar la puerta. Me preocupé al no escuchar respuesta, así que insistí. –Hey, sé que estás enojada, y de verdad siento mucho la forma en que te hablé. –añadí poniendo mi oreja en la puerta. Me angustié al no oír ningún ruido, comencé a golpear la puerta con fuerza. - ¡¿Estás bien?!, ¡Tara!, ¡Por favor contesta! –insistí. Con el corazón en la mano, evocando esas horribles memorias de lo que le ocurrió a mi madre hace cuatro años, reaccioné rápidamente, y casi de una patada rompí la madera de la puerta color blanco, mandándola al suelo de esta manera. Con desesperación entré el baño, y ahí estaba. Estaba dormida con la cabeza bajo el agua. ¡¿Solo Dios sabe cuánto tiempo lleva de esa forma?! Rápidamente, sin importarme el hecho de que estuviera desnuda, entré a la tina y la tome entre mis brazos, agradecí tener suficientes fuerzas para sacarla de ahí.
Velozmente la llevé a su cama y la recosté, me aseguré de cubrir su cuerpo con una sábana. Tenía el pulso muy débil, y no respiraba. No me quedo más remedio que darle respiración boca a boca. Con fuerza llené sus pulmones de aire, a la par en que tapaba su nariz son mis dedos. Posteriormente hice unas cuantas presiones en su pecho, esperando que el curso de primeros auxilios que tomé el verano pasado haya funcionado.
Oliver: Tara, vamos...Tú puedes hacerlo. –dije lleno de angustia, haciendo más presión en su pecho. Estaba al borde de la locura, si esta chica se llega a morir, juró que no me lo perdonaré. De inmediato despertó escupiendo demasiada agua por la boca. Me fue imposible contenerme y la abracé. –Ya pasó, todo está bien. –dije en tono reconfortante mientras la apretaba entre mis brazos. Me había dado un buen susto.
Tara: ¿Q-que... me pasó? –preguntó agitada, aún sorprendida.
Oliver: Digamos que fuiste demasiado descuidada...-respondí todavía sonriente de que había despertado, colocando mi mano en su mejilla. En cuanto me percaté que estábamos demasiado cerca y que ella solo traía una sábana tapando su húmedo y desnudo cuerpo, bruscamente aparte mi mirada. Pasaron pocos segundos hasta que ella notó también la exposición de su cuerpo, no tardó en intentar taparse más con una almohada. No sé por qué...me pareció que la situación estaba algo incómoda.
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VIRUS. En cuarentena con Oliver.
Teen FictionTara Wheeler es una chica como cualquier otra de dieciocho años, la cual se encuentra finalizando su último año de escuela. Llegando del viaje de fin de curso de Hawái es separada junto a sus compañeros de sus familias y puestos en cuarentena en un...