Narra Tara:
En cuanto abrí los ojos, de inmediato un terrible dolor de cabeza se apodero de mí. Sentía como si se estuvieran quemando todas mis neuronas, me dolía la nuca, la frente, y el cuello. Sentía la incómoda sensación de sequedad en mis labios, los ojos me ardían y unas potentes nauseas invadieron mí despertar. A juzgar por la oscuridad de a la habitación, ya debe ser de madrugada. ¿Tanto dormí? Me senté con dificultad, esperando meditar como terminé aquí. En cuanto me fijé en las sabanas color negro supe de inmediato que estaba en la cama de Oliver. Me percaté de la delicadeza que tuvo en acomodar al señor bigotes bajo las cobijas junto a mí. Lo busqué con la mirada por la habitación, no se imaginan la sorpresa que me llevé al encontrarlo sentado en el piso, apoyando su espalda a un lado de la cama, tenía la cabeza inclinada y los ojos cerrados. Entonces...Oliver me estuvo cuidando toda la noche. Sonreí pensando en que era un lindo gesto de su parte.
Un momento. Yo no hubiera terminado aquí, con esta resaca de no ser por su culpa.
El imbécil de Oliver uso mi cama como si de un motel se tratara.
Sentía la garganta reseca, necesitaba tomar agua. Cuidadosamente me puse de pie para ir hacia el pequeño refrigerador que se encontraba a la entrada del lugar, pero las náuseas me causaron desestabilidad y caí sentada bruscamente en la cama, despertando a Oliver de esta manera.
Oliver: Veo que estas despierta. –observó, estirando su cuello. Al parecer le dolía bastante.
Tara: ¿Todavía, tienes el descaro de hablarme? –cuestioné de forma retórica.
Oliver: Tara, lo que hiciste anoche fue peligroso. –intervino, cambiando el tema y colocándose de pie. –No vuelvas a beber alcohol, no si no estoy para cuidarte. –expreso con preocupación.
Tara: ¿Desde cuándo te comportas como mi madre? –señalé con orgullo. –No olvides que te revolcaste con Selena Palmer en mi cama. –recalqué con enojo. Oliver escuchaba todo con atención, lo veía diferente el día de hoy. Se veía como una persona dispuesta y madura.
Oliver: Tienes razón, Tara. –admitió con madurez. –Hice algo terrible, y te lo debo recompensar. –testificó con seriedad.
Tara: ¿Cómo lo piensas recompensar? –cuestioné con poca fe en sus palabras.
Oliver: Te enseñaré a besar. –propuso con seriedad, clavando sus azules ojos en los míos. Debo admitir que sentí a mi corazón latir con mayor rapidez en cuanto su mirada se cruzó con la mía. Observé sus dilatadas pupilas, y sus lindas pestañas.
Tara: ¡¿Pero...que dices?! –dije con incomodidad, mirando hacia el suelo.
Oliver: Anoche cuando te estaba acostando en la cama, me dijiste...no, me rogaste, que te enseñara a besar. –comentó con odiosidad. Al parecer le fastidia que no quiera besarlo.
Tara: ¿De verdad, hice eso? –cuestioné con nerviosismo llevando mis dedos a mi boca. Necesitaba meditar las cosas. Está claro que no tengo experiencia alguna con eso de besar, y que me encantaría sorprender a Adam con un beso más sugestivo. ¿En verdad es su forma de recompensarme? No conozco a nadie más con la experiencia que él tiene en estas cosas. Tal vez, debería...aceptar la oferta. Desvié mi mirada pensativa a Oliver, estaba en frente mío con los brazos cruzados, seguramente esperando una respuesta. Tomé una buena bocanada de aire y muy poco segura de esto dije... –Hecho. –no se si mi imaginación está muy retorcida por la resaca, pero me dio la impresión de ver a Oliver sonreír.
Oliver: Empecemos. –anuncio. De inmediato cerré los ojos, esperando sentir el roce de sus labios con los míos. Esperé unos segundos, al notar que no se había acercado aún, abrí los ojos. Pude detallar la figura de un rosado y suave durazno frente a mí.
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VIRUS. En cuarentena con Oliver.
TienerfictieTara Wheeler es una chica como cualquier otra de dieciocho años, la cual se encuentra finalizando su último año de escuela. Llegando del viaje de fin de curso de Hawái es separada junto a sus compañeros de sus familias y puestos en cuarentena en un...