Jibaku Shonen Hanako-kun [ One Shots ]

Minamoto Teru

Pedido de ichisan_13

✓ Advertencias ✓
Angst ;;

—¡Madre!—un grito entusiasta se escuchó por toda la casa.

—Saqué 87 puntos en la prueba de matemáticas de hoy—siguió hablando ya que su madre no había dicho nada ante el llamado de su hija.

—¿87 solamente? No creo que ese resultado sea para alegrarse, te he dicho siempre que debes ser la mejor ¿Eres idiota?—como si lo que dijo no fuera poco siguió hablando con una sonrisa adornando su rostro.

—Es bastante mediocre de tu parte creer que haber sacado tal puntaje es aceptable para mí o para ti, el solo escucharte hace que me repugnes más—y sin más se fue dejando a la chica mirando su exámen.

¿Soy así de inservible?
Tal vez tenga razón.

—¿Qué se supone que haga siendo tan inútil?—murmuró apretando las mangas de su suéter.

Un fuerte portazo se escuchó desde donde estaba.
De seguro ella no regresaría hasta el fin de semana siguiente por cuestiones de “trabajo".

Se sentía sola, un frío se instaló en su pecho creando una horrible sensación de vacío.
Estas escenas fueron siendo más constantes cuando su padre murió, eso fue hace unos cinco años.

Cualquiera se estuviera desmoronando después tanto tiempo de maltrato psicológico.

Sería bastante lindo decir que antes de que el muriera su madre era diferente.
No,no,no ella seguía siendo el mismo monstruo perfeccionista y con poca paciencia de siempre, solo que ahora que no había nadie que parara su mal humor, se desquita con ella más frecuentemente.

Pero no todo era malo, tenía un amigo, Minamoto Teru, cada vez que hablaba con él, esa soledad que sentía desaparecía por un instante...

Mala suerte que poco a poco la chica se fue aislando de todo y de todos, tener fobia social no era algo para reírse.
Cuando por fin creyó que podía salir de ese túnel oscuro, todo el esfuerzo se derrumba con unas palabras que se repetían con frecuencia en su cabeza.

—No haría ninguna diferencia si vivo o no—se murmuró a sí misma, esta vez había alcanzado su límite.

El sonido del timbre la sacó de sus pensamientos, se acercó a ella y la abrió.

—¿Qué haces aquí?—la presencia de otra persona la ponía incómoda, demasiado incómoda, aún si se trataba de su amigo.

—La pregunta está de más—revolvió levemente sus cabellos con esa sonrisa deslumbrante que poseía.

—Vine a ver cómo estabas, hace tiempo que no hablábamos—la fémina le permitió el paso y él se quedó donde estaba.

—No puedo quedarme mucho tiempo, lo siento—se escuchó que alguien lo llamaba.