SYLVEON

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El parque de diversiones rebosaba de gente y Pokemones, más de una vez tuvo que esquivar a un rápido Pikachu corriendo o la cola de un Charizard jugueteando con su entrenador. Eevee se encontraba sentada en su hombro, observando todo con ojos brillantes; ¡era la primera vez que venía a un sitio así!

—¿A dónde deberíamos subir primero? —pregunto la entrenadora, alzando una mano para acariciar el pelaje de su pecho, recibiendo unos ronroneos como respuesta—. ¿O quieres comer primero?

El pokemon descendió por su brazo, manteniendo el equilibrio con maestría, para después sentarse a la altura de su codo, señalando con una de sus patas un puesto de comida. El lazo que (T/n) le regalo sobresaltaba en su pelaje castaño, haciéndola ver adorable. La joven rió con ligereza, asintiendo, para después caminar con cuidado hasta el puesto de comida.

Gran parte del día transcurrió con ellas recorriendo el parque de diversiones, subiéndose a todo tipo de atracciones, incluyendo la montaña rusa. Eevee no la paso tan bien en esa atracción justamente, pero ver la sonrisa y oír las risas de su entrenadora hizo que se tragase el miedo.

La casa del terror fue una experiencia más amena, aunque los Gastly, Gengar y otros Pokemon tipo fantasma dándole sustos la hicieron dar varios sobresaltos.

—¿Quieres que descansemos un poco? —pregunto, con su pokemon en brazos, que se veía adormilada—. Una siesta no te vendría mal, Eevee.

La mencionada quiso negar con la cabeza, pero estar acurrucada en los brazos de (T/n), con el estómago lleno y luego de visitar las atracciones... una siesta sonaba como algo milagroso. La escucho reír, abrazándola con cariño a la altura de su pecho, dejando que la cabeza de Eevee descanse sobre la curva de su cuello.

—Eres una bebé —dijo, el cariño palpable en su voz—. Vamos, por allí hay una zona de descanso, a mí también me hace falta.

Apenas y pudo responder con un sonidito, porque cayó rendida en los brazos de su entrenadora.


(T/n) termino de trazar unas últimas líneas en su cuaderno de dibujo, aprovechando a las personas que hay en su alrededor y a los Pokemones. Estaba por llenar la tercera hoja, cuando sintió el movimiento de su Eevee al despertarse, desperezándose en medio de sus piernas cruzadas. Desde que había eclosionado de su huevo, a su Eevee le encantaba dormir así, seguro le recordaba a la calidez de cuando aún no había nacido.

Los ojos oscuros del pokemon parpadearon con lentitud, bostezando de tal manera que logro ver alguno de sus colmillos. Luego, procedió a desperezarse, soltando un «¡Eevee!» energético al cruzar mirada con la joven.

—¿Qué tal la siesta? —su mano se hundió en el pelaje de su compañera, sonriendo—. Yo también pude descansar bastante, y dibujar un rato —dijo, enseñándole los dibujos—. Hasta te hice a ti.

Eevee soltó un sonido de alegría, señalando con su pata delantera su figura.

Comenzaba a anochecer, las luces del parque de diversiones resplandeciendo con lentitud. Quedaba una sola atracción pendiente; la rueda de la fortuna. Habían dejado lo mejor para el final.

Tras guardar sus cosas, las dos emprendieron el camino en dirección a la rueda de la fortuna.


La vista desde la cabina era preciosa, todo brillaba, y desde esa altura, daba la impresión que hasta podía ver la ciudad de fondo. Ambas permanecieron pegadas a la ventana, en un silencio agradable. (T/n) miro a su pokemon de reojo, sus oscuros ojos iluminándose con ilusión ante la escena y eso la hizo sonreír con ternura. El día que su mejor amiga le regalo el huevo había entrado en pánico, dado que nunca cuido de uno, y tenía miedo de fallar como entrenadora o de no cumplir de las expectativas de su Pokemon.

Sin embargo, el día que nació Eevee, supo que todo estaría bien y que ella se haría cargo.

Estiro su mano, acariciando la cabeza de su compañera.

—Volvamos de nuevo el próximo año —murmuro, viendo las orejas de su Eeve sacudiéndose— juntas.

Soltó un chillido sorprendida cuando una luz brillante rodeo a su Pokemon, cegándola por unos segundos, hasta darse cuenta que estaba evolucionando. (T/n) llevo una mano a su boca una vez termino de evolucionar, mostrando a una preciosa Sylveon. Los colores rosados pastel, junto con los lazos y moños eran lo que más resaltaban en su cuerpo.

Sylveon dio unos pequeños saltos en el asiento, sonriendo con alegría.

(T/n) uso el Pokedex de su celular.

«Sylveon, el Pokémon vínculo. Sylveon tiene unas antenas tipo cintas que enlaza con afecto al brazo de su entrenador para caminar junto a él»

Una vez el aparato termino de decir aquello, su ahora Sylveon, rodeo sus brazos en un agarre suave, emitiendo algunos ronroneos al acercarse a su entrenadora. (T/n) suprimió algunas lágrimas de alegría, porque su Eevee evoluciono por su nivel de amor por ella.


Al bajar de la rueda de la fortuna, caminaron lado a lado, las cintas de Sylveon bien sujetas a su brazo, sin soltarla en ningún momento. 

¡Yo te elijo! [Pokemon x Fem!Trainer]Where stories live. Discover now