ZOROARK

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La primera vez que se vieron, (T/n) tenía doce años. Zorua había sido capturada por su padre, ya que no todos los niños suelen empezar con los Pokemon iniciales de siempre. La joven siempre tuvo un cariño especial por los de tipo Siniestro (su madre tal vez la influencio en ello, al ser entrenadora de un gimnasio de ese tipo) así que no sería raro que deseara que su Pokemon fuera de esa forma.

(T/n) la sostuvo con una figura temblorosa, los ojos brillando de tal forma que parecían estrellas, con la boca abierta en un grito mudo de alegría.

Zorua no imagino que se volverían inseparables.

El sonido del teclado junto con el pasar de las hojas hizo que sacudiera una de sus orejas, alzando la cabeza para observar la espalda de (T/n), sumamente concentrada en sus estudios. Era una noche cualquiera, donde trataba de ponerse al día con sus estudios de la universidad, y cada tanto Zoroark debía recordarle la hora. El Pokemon de tipo ilusión soltó un bostezo, bajando de la cama. La taza con té de (T/n) está vacía, y la forma en la que mueve sus dedos es casi robótica.

La fémina sintió un golpe en su hombro, pronto viendo los ojos turquesa de su Zoroark.

—Ah... Lo siento, ¿me pase de nuevo con la hora? —tallo sus ojos con el dorso de la mano, guardando los archivos en los que estuvo trabajando—. Será mejor que vaya a dormir...

Cerro la laptop, haciendo que la habitación quedara en una penumbra total, mientras oía los pasos y gruñidos suaves de su Pokemon alrededor. Zoroark la ayudo a ir hasta su cama, guiándola con paciencia. Que su compañera fuera tan madura y con un instinto tan maternal la hacía reír, considerando que hace varios años atrás era el ser más travieso e inquieto del mundo. Solía hacer bromas a cada rato, transformándose en diferentes Pokemones para confundirla, pero (T/n) siempre reconocía su risa y comportamiento.

Hoy en día, Zoroark permanecía a su alrededor en una silenciosa calma, atenta a su entrenadora y su forma de vida.

(T/n) se hundió en la cama casi al instante, arrastrando a su Pokemon con ella.

—Tu pelaje es tan suave, Zoroark —murmuro, abrazándose a la figura familiar de su compañera— Buenas noches...

Los ronroneos bajos de la ojos turquesa le hicieron sonreír.



La vio ir de un sitio a otro recolectando de manera rápida todos los materiales y objetos que debía llevar a clases, cada tanto acercándose a la mesa de la cocina para darle un sorbo o dos a su taza de té con miel. Zoroark continúo comiendo de su plato, dando uno que otro vistazo al reloj de la cocina.

Emitió un gruñido familiar, llevando las tazas y platos al lavabo.

—Bien, creo que llevo todo... —reviso los bolsillos de su cardigan, asintiendo—. Celular, billetera, llaves...

Zoroark alzo el pendrive frente a su cara, negando con la cabeza.

—¡Ah! ¡Eso! —lo guardo en uno de los bolsillos de su mochila, sonriendo— ¡Eres mi héroe! —busco la Pokeball en compartimiento de su cinturón—. ¿Lista para irnos?

Le pareció ver una sonrisa en el hocico de su Pokemon, para después ver como tocaba con la nariz dicha Pokeball, ingresando en un suave sonido.

El objeto rojizo y blanco se sintió pesado al instante, cálido incluso, y con cuidado la coloco en su sitio característico a la altura de su cadera.



A pesar de estar en la Pokeball, Zoroark podía oír lo que sucedía alrededor de (T/n), desde las risas con sus compañeras hasta los cuchicheos en las horas de clases. Y, sobre todo, cuando algún entrenador buscaba problemas, como ahora.

—Vamos, vi la Pokeball en tu cintura, ¡tengamos una batalla!

(T/n) solo quería irse a casa, darse una ducha y pasar tiempo en compañía de su Pokemon, ¿era demasiado pedir?

—Lo siento, hoy no estoy de humor para batallas-

Un Espeon apareció de golpe frente suyo, y ni siquiera tuvo que lanzar su Pokeball porque Zoroark salió por su cuenta de ella, gruñendo.

El otro joven pareció darse cuenta de la desventaja, pero ya era demasiado tarde.

Los ojos de (T/n) oscurecieron y Zoroark esbozo una sonrisa ladina.

—Tú lo pediste.



La entrenadora suspiro aliviada, palmeando sus hombros tensos. Zoroark caminaba al lado suyo, claramente alegre por la victoria de hace unos minutos antes. Había pasado un tiempo desde la última vez que peleo contra un Pokemon, dado que (T/n) si bien era entrenadora, no era habitual que participara en peleas, a pesar de lo muy buena que era en ello.

Zoroark froto su cabeza contra el hombro de la fémina, cerrando los ojos cuando esta acaricio su pelaje.

—Haré algo delicioso para las dos, ¿Qué dices? —el gruñido contento le saco una sonrisa.

El Pokemon tipo siniestro pensó que estaba bien el no tener que luchar constantemente, si a cambio podía pasar toda su vida acompañando a (T/n).

¡Yo te elijo! [Pokemon x Fem!Trainer]Where stories live. Discover now