Capítulo 1.

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Hacía ya varios días que Christopher estaba raro. No quería jugar, ni cantar y tampoco bailar, cuando lo hacía, era simplemente porque debía.

De hecho, ya ni siquiera le daba por comer como normalmente. Apenas probaba bocado para mantener a todos despreocupados -aunque eso no era suficiente- y, hablando de haberse llenado o de alguna molestia estomacal, se retiraba.

Su encantadora y contagiosa sonrisa ahora estaba apagada, y su escandalosa risa ya no se escuchaba por ningún lado. De hecho, lo único escandaloso que había de él y, por lo que todos se daban cuenta que tenían Christopher para rato, eran sus llantos incontrolables y desconsolados.

El chico sufría de manera obviamente dura, pero nadie sabía lo que le sucedía y, por más que trataban de ayudar, él simplemente negaba el hecho de estar mal.

Si él no lo quería, no podían ayudarlo.

Sólo él se entendía y, sabiendo que era un idiota por negar lo innegable, simplemente acallaba su llanto y se forzaba a sonreír cuando había alguien cerca.

Era mucha contención para él, pero no quería poner mal a nadie más, y mucho menos, alejarlos.

Y aún así, todos se preguntaban acerca de lo que le sucedía, aunque últimamente, ya nadie formulaba esa pregunta hacia él.

Era como si quisieran evitar el tema, porque cada vez que lo intentaban e insistían, él terminaba lléndose de donde estuvieran muy molesto.

¿Pero qué era lo que le sucedía a Christopher?

Estaba enamorado.

Podía parecer estúpido, llorar y enojarse por haberse enamorado.

Pero no lo era.

Lloraba porque sabía que nunca podría ser correspondido, estaba muy bien su referente a la frustración, porque el chico que amaba estaba con alguien y aún así, sabiendo que no sacaría nada por enamorarse, lo hizo.

Por eso estaba tan mal.

Y es que claro, definitivamente estaba enamorado de aquel chico, que no era uno cualquiera, sino uno de sus mejores amigos y compañero de banda.

Erick Brian Colón Arista.

Genial ¿no?

Entonces, todo lo que sentía era basura.

Se sentía tan poca cosa cada vez que Erick se encontraba con su novia. Nadia era su nombre. Una chica tan perfecta que prácticamente era inigualable para él, con su belleza masculina.

La chica más hermosa que en la vida se había acercado al ojiverde, es decir, siempre tuvo novias lindas, aunque quizá contra ella se veía pequeñísimo, por el simple hecho de que antes de la modelo, el no sentía nada por nadie.

Andaba de aquí para allá, probando besos de boca en boca, conociendo en calor de diferentes camas y tocando muchas pieles sin remordimiento, y sin sentimientos.

No le era difícil mandar al diablo a cualquier chica que quisiera buscarlo con ganas de dar un segundo paso. Y estaba bien, repetir no era lo mejor pero lo aceptaba, aunque para nadie estaba y se sacudía de todo compromiso si alguien no entendía lo que quería.

Pero con Erick había sido diferente, y ni siquiera entendía como había llegando a enamorarse. Apenas se había pegado un poquito al alejarse de su mejor amigo Zabdiel, y poco después ¡bam! Que ya estaba enamorado.

Al principio se había negado y pasaba gritando todo el tiempo y haciendo berrinches y malos comentarios, bastante homofóbicos, los cuales parecían divertidos ante sus amigos, como cualquier juego, tanto como sus típicos comentarios machistas que sólo utilizaba como broma, para molestar a alguna mujer que no le agradara.

27 DAYS AGO, álbum || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora