Capítulo 6.

216 20 13
                                    

Estaba cansado ya. La soledad es algo que jamás en su vida había experimentado.

Siempre le había gustado rodearse de gente de cualquier edad, reír, bromear y hacer estupideces que lo mantuvieran despierto, feliz. Hacer que todo lo que lo mantuviera en la realidad, donde era libre de ser quien quería. Donde no estaba enamorado de uno de sus amigos y le gustaban las mujeres.

Pero ya no había más de eso.

Llevaba ya algunos cinco días en una sola habitación, escuchando los problemas del corazón de aquel chico que lo volvía loquísimo de amor, como si no fuese suficiente con los suyos, pues todos los que ya tenía le estaban hundiendo en un abismo del que casi estaba seguro que no podía salir.

Simplemente había pasado pensando, dándole vueltas a la misma cosa durante todos esos días. Y aunque para muchos, aquél tema podría parecer insignificante, para el era lo más difícil que jamás en su vida había tenido que pasar.

Ahora creía que estaba sufriendo cúbicamente todo lo que en el pasado le tuvo que suceder, pero ya qué más daba.

Sólo debía esperar para que todo pasara y, mientras tanto, confundiendo a los chicos y a todos, cansado de haber terminado de escuchar las cursis palabras de la pareja que estaba al lado de su habitación y luego de algunos minutos de silencio, escuchar el nombre que más amaba en la voz jadeante de alguien más, se le ocurrió mandar todo a la mierda.

Si los otros huéspedes del hotel creían que se había marchado, aquella tarde supieron cuan equivocados estaban, cuando Christopher conectó su celular al bluetooth de la bocina que tenía y subió todo el volúmen, finalmente dando play a la canción que le parecía correcta para el momento.

Hotline bling - Drake.

Y claro, su voz se reconocía a ratos, cantando a todo pulmón.

No mucho después su puerta comenzó a ser golpeada con desespero, y los chicos gritando afuera de su habitación estaban, puesto que creían que por el simple hecho de repetir una y otra vez la misma canción, Christopher había arreglado algo respecto a sus sentimientos y tenía planeado salir de una vez por todas.

Más lo único que intentaba hacer con aquello, era recordar cuan suyo era Erick, a pesar de que éste ni siquiera estuviese enterado o pudiese imaginarlo.

Era de su propiedad, y nadie, ningún chico y mucho menos una chica podría cambiar eso, aunque él tuviese que esconderse o soñar, para que aquello fuera real.

—¡Chris, ¿estás bien?! —escuchó al ojiverde gritar y bufó, cantando un poco más fuerte.

Quizá en algún momento todos se cansaron de esperar, y de creer que por fin Christopher saldría de su encierro pero, por Dios, no iba siquiera una semana, y les habían dado veintisiete días para hacerse un desastre y recuperarse.

Pasadas las horas, la nostalgia apareció y el llanto desesperado volvió con ella, mojando las fundas de almohada donde descansaba, y su mente comenzó a crear un montón de cosas, y frases autodestructivas y deprimentes, las cuales comenzó a convertir en rimas y música.

Su cabeza comenzó a fluír, como si fuese un mar de ideas, debido al hecho de saber, que a pesar de intentar obligarse a creer que Erick era suyo, éste realmente no le pertenecía, y para ser sincero, sabía que ni siquiera había una oportunidad para lograr ganarlo.

Él no eres el tipo del ojiverde, aunque para él, no hubiese mejor prospecto que el chico.

En una hoja perfectamente lisa y blanca, con un lapicero favorito –regalo de una fan–, comenzó a escribir ciertos versos.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 19, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

27 DAYS AGO, álbum || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora