Capítulo 3.

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Toda la semana pasó y realmente, al equipo completo los había cansado Christopher.

Estaba completamente insoportable.

Bien, que estaba estresado por todo el trabajo que tenían, pero era lo mismo que soportaban los otros chicos y no por esa razón se volvían locos.

Pero ellos no entendían que el chico estaba lastimado.

Escuchar ruidos de la habitación de la persona que amaba, luego de enterarse que la pareja dormiría ahí, no era la mejor cosa que podía hacer, y estaba asqueado.

Se sentía mal.

Se sentía traicionado.

Necesitaba que alguien le diera otro corazón, porque el suyo estaba roto.

Necesitaba que fuese el corazón de él.

De Erick.

Pero el ojiverde ni lo notaba.

Podía preocuparse, sí, pero por su amigo Christopher Vélez, el integrante de la gran banda del momento. Pero no notaría al indefenso chico dentro de él que rogaba por su atención, que lloraba porque le ayudase a salir de donde se encontraba.

Requería su ayuda, y él no lo sabía.

¿Pero cómo iba a saberlo si no hablaba?

¿Y cómo iba a escucharlo, si cuando intentaba hablar parecía que no tenía voz?

Prefería apagarse completamente, ante todo el mundo que lo conocía.

Ahora por suerte, parecía que lo estaba logrando. Parecía ya que todas las fans estaban notando su ausencia cada vez, que en las entrevistas no hacía nada, y que su sonrisa era completamente falsa.

Se decía ya, que él no era el mismo de siempre.

Y todos intentaban comentar acerca de lo que le sucedía.

Mientras viajaban en la camioneta, de vuelta a uno de los hoteles, el castaño iba muy asomado a la ventana, y a todos les asustaba que pudiese pasar algún otro vehículo y pudiera hacerle daño.

Rasgarle el rostro sería lo mínimo.

Y aún así, por primera vez en muchos días el castaño sonreía amplia y sinceramente, sintiendo el duro aire fresco golpear su rostro.

Erick lo tomó de la cintura para intentar meterlo, luego de darse cuenta que no había escuchado todas las veces que le habían hablado.

Pero el castaño tiró una patada, golpeándole el estómago y frunciendo el ceño.

¿Qué querían todos?

¿Verlo llorar o quizá pelear?

¿Querían que gritara y se alejara de todos?

Eso era, seguramente.

Y aún con lo adolorido de su estómago, el ojiverde se colocó tras él y tiró de nuevo de su cuerpo, notando la resistencia que ponía.

—Christopher, métete ya —pidió con esfuerzo, porque realmente le estaba costando moverlo—. ¡Chris, vienen autos, métete!

Estaba asustado, por supuesto que así sonaba.

Y estaba gritando.

—No quiero.

—¡Métete carajo! —gritó enterrando los dedos en una de las costillas del mayor, el cual se dobló ante el dolor, tirándose en el siento hasta que lo soltó— ¡Asust..!

27 DAYS AGO, álbum || Chriserick.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora