En la pequeña casa allá en lo alto del barrio se ha reunido parte de mi familia. Esto ha causado zozobra en mi anciana madre, no por la pandemia sino porque el peso de toda la familia junta la podría hacer deslizar en la montaña que perdió su firmeza a causa de las lluvias, ayudantes estas de la tierra que le exige su virginidad y propiedad natural, importándole un culo todos los pobres que vivimos en esta invasión.
"Un clavo más en la cruz", dice mi madre desde su sillón de mimbre comprado en los años 50's haciendo parte de la historia de cuando se conseguían las cosas "buenas" y "finas"
El examen que le hace mi santa madrecita a mis hermanos, o al menos a cuatro de ellos que ya llegaron, pues los otros tres ya están muertos; ¡Asesinados! Es abrirles el ojo izquierdo y luego de una aguda inspección los abraza y los besa. La familia está unida, esa es la sensación que más he de sentir en una pequeña propiedad de no más de veinte metros cuadrados repartidos entre cuartos, cocina y sala. ¡Que estamos unidos! ¡Pegados!
Conmigo somos cinco... Otros tres hombres más y una mujer, digo una mujer pues mi hermana Sofía se fue hace tantos años que ya ni me acordaba de su cara. Mi madre porque es una santa, pero Sofía nunca mandó un peso. No le debemos ni un insignificante rollo de papel higiénico y ahora resulta que la hija prodiga volvió a casa.
Lo peor del anterior párrafo es que Sofía regresó con tres niños que parecen poseídos por un demonio; además de harapientos, mugrosos y flacuchos. Les confesaré un secreto: ese virus lo trajeron esos engendros.
La familia llegó, es hora de ponernos al tanto de historias, juegos y demás. Aprovechar y estrechar nuestros lazos, pero el zumbido en la barriga del hambre y lo estrechos que estamos nos tiene en una rara situación de expectativa de batalla. Todos como pirañas para devorar la pensión de mi madre que no llega hasta fin de mes.
El agua es escasa, no porque no haya sino porque el acueducto no lo han construido por acá, entonces un tubo roído por el moho hace las veces de acueducto al mejor estilo de los ricos romanos en tiempo de Cristo.
No es que no queramos hacerle frente a la pandemia... Somos la pandemia que está en lo más alto de la ciudad, respirando virus sin poder hacer nada.
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ESCRITOS EN MEDIO DE LA PANDEMIA (covid-19)
ContoEn estos tiempos en donde dios nos pide cuentas...Se levantan estas historias crudas, oscuras, reales en medio de la pandemia (covid-19)