Capítulo 08

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Jeje, otra vez algo de acción entre estos lividinosos. 😅👍 Quedan advertidos. 🔞

1 mes después

La bestia de 810 se sacudió en su interior, exponiendo sus instintos primitivos, se movió con la mente puesta en la siguiente embestida, en las sensaciones que lo invadían cada vez que golpeaba el interior de la insaciable Slim y ella se retorcía con los ojos brillantes y la boca entre abierta, emitiendo una sutil pero embriagadora mezcla de gemidos, jadeos y lamentos.

Estaba hermosa, el cuerpo rebosando placer, vibrante, las mejillas rojas y la piel brillando de sudor. 810 había fantaseado con lo increíble que podía llegar a ser poseer a esta hembra desde que supo de su existencia, sabía que quería cuidarla, alimentarla y no separarse de ella, pero nunca imagino que la belleza de Slim lo haría enloquecer, porque nunca había visto o deseado una compañera como ahora la quería a ella.

Estaba perdiendo el control de su parte humana. A duras penas mantenía las riendas de su bestia interior, ansiosa por devorar cada parte pura y dulce que todavía quedaba en la felina.

Slim puso los ojos en blanco, corriéndose sin control mientras ahogaba un grito en las sábanas, sus muslos temblando agotados. 810 apretó los dientes sintiendo las contracciones de Slim estrujándolo dolorosamente, sin dejar de mover las caderas, penetrándola de forma posesiva. Estaba a punto de alcanzar su propio clímax, apenas faltaba el último empujón, y no lo deseaba. Su orgasmo pondría fin a aquel bello momento y sólo quería un poco más de tiempo.

—¡Slim!— Ella volvió en sí, volvió la cebeza hacia atrás y le miró completamente ida, dispuesta a seguirle hasta el fin del mundo si así se lo pedía.

—Más... —susurra exhausta. — ¿Sí, más?

810 sonrió satisfecho y aceleró, deslizó sus manos de su cintura hasta sus anchas caderas y las apretó, sus manos que casi parecían garras. Ella lanzó un chillido algo preocupada.

— Tranquila. Acaríciate... Ahí abajo.

Ella asintió, jadeando, y soltó las sábanas para elevar un poco su pecho y meter las manos entre sus muslos, buscando ese lugar que él solía lamerle y mordisquear. Sus dedos tímidos acariciaban sus pliegues empapados y empezó a frotarse la inflamada bolita de carne que se encontraba ahí. El placer subió, Slim ganó otro orgasmo emitiendo un chillido agudo.

Alentado por la lujuria, se apartó de ella, abandonando su interior de golpe. Ella se encogió en su lugar extrañando sus ausencia.

— Date la vuelta — gruñó fuera de si.

Ni siquiera esperó a que obedeciera, él mismo la hizo girar sobre el colchón, le levantó las caderas y se adentro en ella, moviéndose más rápido, hundiéndose en ella con pasión y desenfreno. Una vez más logró que su pequeño cuerpo estalle de placer.

Ahora si, él quería acompañarla, el placer acumulado en su interior descendió de golpe por su columna y no pudo detenerlo, la fuerza de un potente orgasmo lo alcanzó y el corazón le vibró en la cabeza dejándolo aturdido. Tembló, sintiendo que sus músculos deshacerse. Emitió un furioso rugido mientras mordía suave el cuello de Slim.

Se derrumbó sobre el cuerpo de la hembra, cubriéndola con su cuerpo. Slim le recibió entre sus débiles brazos respirando profundas bocanadas de aire, exhausta, con la piel ardiendo. Ambos trataron recordar cómo era eso de respirar, ambos sonrieron. 810 estaba aplastando su frágil y tierno cuerpo con su peso, ella le miraba con adoración.

Perdido en el brillo de sus ojos verdes, sintió una avalancha de paz, amor... Felicidad. Quería sentirse completo, realmente tenía que sentirse así pero sabía que algo faltaba. Antes de Slim había dejado de fantasear con lo que había detrás de las rejas, afuera de un laboratorio, en el exterior. Ahora no dejaba de pensar en ver a Slim correteando fuera de una celda, sabía que amarla en este encierro no se compararía en hacerlo fuera con todo lo que ese mundo pudiera ofrecerles.

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