•Prefacio•

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No recordaba cómo ni cuándo, pero aquel sótano se había convertido en el lugar donde más solía estar en el tiempo libre al terminar cada misión de reconocimiento.  Ahora que los Titanes ya no eran una verdadera amenaza, desde que habían vuelto de aquella vez fuera de la muralla María, luego de aquel largo año después de la última batalla contra Bertholdt Hoover y Reiner Braun, las cosas habían cambiado para siempre en su propia historia.

Cada paso que daba era firme, pero lento, su mente se encontraba vagando entre los sucesos de hace algunas horas, mismos que siempre eran los que la impulsaban a ir allí de nuevo.

Mikasa dejó escapar una corta exclamación de cansancio, lentamente terminó de bajar las escaleras y tomó la silla que siempre utilizaba en cada ocasión que bajaba a aquel lugar, preguntándose si alguna vez se había dado la oportunidad de considerar sus verdaderos sentimientos.

Agradecía la obsesión por la limpieza del Capitán Levi, sino aquel lugar estaría lleno de polvo y mugre todavía. No había oscuridad, a pesar de ser un sótano, y todo gracias al endurecimiento de Eren, con el cual habían logrado mantener iluminado solamente el techo del sótano, que vendría siendo el suelo del castillo en el que se alojaba la Unidad Levi.  Frunció el ceño al tener que recordar inconscientemente a Eren, y finalmente se sentó para poder descansar. 

Miró fijamente al frente, y luego de un largo respiro, comenzó a hablar.

-- Ha sido lo mismo de siempre.-- Su voz era baja, como si quisiera que el ruido producido fuera únicamente escuchado por lo que tenía en frente y ella. -- Eren no deja de hablar para sí mismo, termina peleando con Jean, comienza a deprimirse, trato de ayudarlo y termina descargando su ira conmigo. Estoy comenzando a cansarme ¿Sabes?, las palabras realmente duelen, y no sé qué es lo que he hecho mal, pero resulta siendo mi culpa siempre. -- Recordó cómo a la hora de la cena,  Eren una vez más hablaba ensimismado consigo, murmurando cosas sobre la libertad y todo lo que le habían arrebatado a sus padres. Ella simplemente había querido darle una mano para sacarlo de su ensoñación y tratar de levantarle el animo, ya que resultaba de esa manera cada vez que regresaban de las afueras de la muralla María. Pero él se había apartado bruscamente, gritándole que le dejara tranquilo, pues no necesitaba de su estúpida compasión. Sabía que no lo decía con intención de herirla, pero realmente cada vez dolía más soportar aquello. Sus compañeros habían apartado la mirada hacia su propia comida, mientras Jean le gritaba a Eren que no le hablara a Mikasa de esa manera, pero eso sólo había hecho que la discusión creciera, hasta que finalmente el Capitán Levi se levantó a golpearlos para que dejaran de armar alboroto y pudieran cenar en paz. El enojo comenzó a nublar su vista, sin poder evitarlo.-- Últimamente me pregunto si valió la pena haber hecho todo lo que hice por él. He notado lo poco que vivo para mí misma, toda mi vida las decisiones que he tomado las he tomado por él, por permancer a su lado...No lo sé, sólo, creo que el cansancio me está afectando, a pesar de que las peleas han cesado, prefiero mantener mis entrenamientos con más esfuerzo que antes, es lo único que me distrae de pensar en todo esto.-- Observó sus manos lastimadas, recordando los golpes que se había llevado la pared de su cuarto una vez se había levantado de la mesa.-- Me afecta demasiado, después de todo.-- Dijo finalmente agachando la mirada, refiriéndose a su prácticamente hermano.

Guardó silencio de nuevo, apagando su mente por un momento. Realmente necesitaba dejar de pensar en todo ese remolino de emociones que le causaba la poca autonomía que había manifestado en todos esos años, esa dependencia hacia Eren...Cerró los ojos con fuerza y masajeó sus sienes, debía calmarse, últimamente se enojaba con demasiada facilidad, y ella no era ese tipo de personas que dejaba derrumbar su muro de sentimientos, al menos no en lo que concierne en cuanto a su forma de ser sin la presencia de Eren. 

Abrió los ojos de golpe y se levantó sobresaltada, adaptando inconscientemente una posición de combate. Al ver quién bajaba por las escaleras relajó sus músculos. Sólo era la comandante Hange.  

-- Tranquila, chica, sólo soy yo.-- Habló enérgica como siempre, sonriendo y levantando su mano a modo de paz. Mikasa asintió al verla y se sentó de nuevo.-- ¿Cómo está todo por aquí?, últimamente bajas demasiado a este lugar.-- Hange se mantenía en contacto con Levi, como siempre, y se había tomado un respiro de sus responsabilidades para estudiar más a fondo los poderes de Titán que poseía Eren ahora que tenían las respuestas que siempre creyeron nunca llegar a conseguir. Así que en ese tiempo, ella era consciente del aislamiento que estaba adoptando Mikasa desde hace más de tres semanas.  

--Todo sigue igual...-- Respondió en voz baja la pelinegra, la comandante suspiró mientras ajustaba sus lentes y miraba a su alrededor. El frío ambiente que se acumulaba en ese lugar llegaba a ser abrumador.

-- ¿Estás cómoda con esto?-- Preguntó Hange casualmente, mientras se acercaba a examinar la superficie dura y lisa que rodeaba lo que Mikasa llevaba días observando en silencio. La chica lo pensó unos segundos, todo había pasado de esa forma, simplemente un día había tenido que bajar al sótano a revisar algunas cosas por petición del Capitán Levi, y en sus momentos de soledad había terminado regresando. Recordó todo lo que había sucedido desde que habían intentado capturar a Eren, y la forma en la que todo se había desarrollado, de esta forma terminó reflexionando con más detalle sobre ello.

Aquel lugar era frío y solitario, pero estaba bien. Se sentía bien allí.

-- Lo estoy, comandante.-- Dijo Mikasa con educación. Su superior no dijo nada, sólo siguió trabajando en silencio. Cuando terminó de examinar y confirmar que no había nada nuevo, guardó sus cosas y le dio una breve mirada a Mikasa, quien seguía en su mundo, pensando y viendo hacia el frente en silencio.

-- Si ves algún cambio, sabes dónde encontrarme.-- Dicho esto se retiró sin hacer ruido.

La chica pelinegra estuvo otros minutos más en la misma posición, luego se levantó despacio y caminó hacia donde había estado la comandante Hange antes, lentamente extendió su mano hasta tocar la fría superficie. Un escalofrío recorrió su cuerpo, así que apartó sus dedos de allí. Creyó ver un leve movimiento, pero sacudió la cabeza al caer en cuenta de que eso no sería posible, así que para no dejarse llevar más en sus delirios, se retiró de aquello y comenzó a caminar hacia las escaleras, para volver a la superficie.

Fue entonces cuando escuchó un pequeño, pero firme ruido, uno casi imposible de escuchar, y que gracias a sus agudos sentidos logró percibir. 

Era el sonido de cristal rompiéndose.

Se dio media vuelta, ligeramente sorprendida, sintiendo como su pulso extrañamente se aceleraba. Y lo vio, una pequeña grieta, casi imperceptible, pero ahí estaba, una grieta que la dejó con una extraña sensación cálida en el cuerpo, algo que no había sentido jamás.

Se acercó de nuevo, viendo cuidadosamente en dirección a lo que estaba incrustado en la pared del sótano, y pasó suave y delicadamente sus dedos por el frío cristal una vez más. Y lo escuchó de nuevo, aquel sonido, como si se estuviera rompiendo. Miró hacia el lugar donde la grieta había crecido un poco más, era el área del corazón, asombrada llevó sus dedos allí, soltando el aire que estaba conteniendo.

Otro escalofrío recorrió su cuerpo, y entonces lo supo.

Una pequeña y desgastada sonrisa cruzó por sus labios. Levantó la mirada hacia el rostro pacífico y ausente frente a ella. Mantuvo sus dedos unos segundos más antes de retirarlos cuidadosamente, su propio corazón se encontraba latiendo como loco, extrañamente.

 ¿Cómo había sucedido aquello? Aún no encontraba una respuesta adecuada. Pero no se sentía mal, aquel sentimiento desconocido le producía tranquiliad.

Su voz no fue más alta que un susurro, pero sabía que no había necesidad de hablar con más fuerza.

-- Parece que pronto despertarás...Annie.--

Una Promesa~ (Mikannie)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora