Capítulo XXXV

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Lauren había partido a San Francisco temprano en la mañana luego de dejar a Em en la escuela. Me encontraba en la oficina de Dinah revisando una renovación de contrato para L'Occitane.

- ¿Cómo vas con el embarazo? – preguntó, levanté la mirada de los papeles.

- Bien, ando con un poco de nauseas, pero me siento bien – sonrió.

- Me alegro mucho por ti, Mila. Serás una estupenda madre, ya lo veras – sentí un vuelco en el corazón, porque la verdad es que había pensado mucho los últimos días si lograría ser una buena madre.

- Mi madre es una buena madre, y mira lo que le salió – señalé en mi dirección con ambas manos. Dinah explotó de la risa.

- Tienes razón, entonces mejor te deseo que no salga con tu genética – sonreí.

- Prefiero que salga con la mía que con la de Lauren, ella era peor que yo en su juventud – asintió.

- Todos los jóvenes adolescentes pasan por esa etapa, es inevitable. Muchas veces me pongo a pensar en cómo serán las tremendas mías cuando lleguen ahí – me reí, porque Amelia era una masa de pan, pero la mayor, Clare, era otro nivel de rebeldía.

- Creo que con Clare pagarás todas las que has hecho – se rió.

- Lo he pensado mucho, el carácter de esa niña es de otro mundo – asentí.

- Pero Lauren es estricta, tengo fe en ella – reí – Tiene a Emma por la raya – asintió.

- Criar a un hijo sola, no es cosa fácil, Mila. Debes ser estricto, y al mismo tiempo sensible, porque, aunque la rigidez sea lo que enseña valores, la sensibilidad nos enseña a ser humanos, y todos necesitamos un poco de ambos. No me imagino ni por un segundo jugando a ambos roles en la misma escena – y Dinah tiene razón, Lauren es estricta y a los dos segundos debe cambiar la cara para consolar a Emma por algo que ella misma provocó, pero que era necesario.

- Hablando de otras cosas, ¿le constaste a Blake que estás embarazada? – bajé la mirada y tragué profundo.

- Aún no, quiero hablar con Lauren sobre eso, porque la verdad es que no sé si todos por aquí saben de su condición, y contar que estoy embarazada, sacaría el secreto de la caja – asintió.

- Creo que deberías hablarlo primero, pero de que es tiempo de decirle a Blake, es tiempo – asentí.

Terminamos con los contratos y se me hizo hora de recoger a Emma a la escuela, así que empaqué todas mis cosas y salí rumbo a mi destino.

Lauren había llegado bien, me envió un mensaje de texto diciendo: "Me cagan estos accionistas con plan de superioridad".

Llegué a la escuela de Emma y me dispuse a llegar a su aula con las indicaciones que Lauren me había dado.

Habían muchos padres caminando con sus hijos de la mano, otros que iban a la misma dirección que yo. Me sentí intimidada por la confianza en que hacían todo esto. Luego me reí de mi misma, claro que tienen confianza, llevan años haciendo esto. Doble a la derecha en el BD-06, que era el aula de Emma.

Asomé mi cabeza por la puerta, y la vi sentada jugando con unos cubitos.

- ¿Usted es Camila Cabello? – dirigí mi mirada a la maestra. Asentí – ¿Puedo ver su ID, por favor? – volví a asentir sacando el ID de mi bolso. Cuando verificó que era quien decía ser, me permitió acercarme a la puerta.

- Em – vocalicé. Emma levanto la mirada y una sonrisa se dibujó en sus labios. Salió corriendo y me abrazó (Nota de autora: mi sobrino hace eso cada vez que lo busco a la escuela y me parece muy lindo).

- Mila – levantó sus bracitos incitándome a tomarla en mis brazos, y eso hice. Llené sus buchitos de muchos besos - ¿Vamos a jugar? – sonreí.

- Si, preciosa, vamos a jugar mucho –

La monté en mi carro y parecía extrañada, al parecer estaba muy acostumbrada al tanque de guerra.

- ¿Tienes hambre, Em? – pregunté viéndola por el retrovisor.

- Sí, quiero pizza – me sonrió y asentí.

Puse el carro en marcha, la llevaría a Downtown Romios, un restaurante italiano en Pike Street. Amaba la pizza de ese lugar, y la verdad yo también estaba antojada.

Cuando llegamos, la tomé de la mano y entramos. Tomé una mesa y la senté a mi lado.

- Mila, ¿por qué el cielo es azul? – sonreí, era una ternurita esta niña.

- La respuesta a esa pregunta es un poco compleja, pero tiene un poco que ver con el reflejo de la luz del sol y la degradación de colores – intenté explicarle, pero sé que no entendería de igual forma –

- Derek dice que es porque los pececitos dicen blue blue – exploté de la risa.

- Bueno, de ser así, eso explicaría por qué el mar es azul, pero los peces no tienen nada que ver con el cielo – hizo un puchero.

- Ya sabía que Derek era un tonto – volví a reir - ¿Y por qué mami se enamora de las mujeres? – esta pregunta me descolocó por dos razones: no sabía cómo responderla, y porque me imaginaba que era producto de los estereotipos que quiere enseñarnos la sociedad. Intenté responder de la forma más sincera que pude.

- Tu mami se enamora de mujeres porque todos somos humanos, y todos nos enamoramos – tomé su mano – Em, el género no importa, lo que importa es que seas feliz. No importa si te enamoras de una niña, o si Derek se enamora de un niño, lo que importa es que seas completamente feliz – asintió.

- Lia es linda – sonreí.

- Lo es, pero tú no estás en edad de enamorarte – asintió, esto me relajó un poco.

La pizza llegó, gracias al señor, y comenzó a devorarla en segundos.

Cuando terminó la vi pensativa, así que decidí preguntarle qué pasaba.

- ¿Qué sucede, Em? – subió su mirada a la mia.

- Mami no estará para la feria de ciencias – asentí.

- Lo sé, no se la quería perder, pero tuvo que salir por trabajo, pero hey, yo estaré ahí todo el tiempo contigo – sonrió con todos sus dientitos.

- ¿Y luego me compraras un regalo por lo bien que lo haré? – sonreí.

- Así es, pero no le puedes decir a tu mami – asintió.

- Lo prometo – me dio el dedito meñique para que cerrara el trato. Ay Dios, Camila, enseñando a la niña a mentir, que buen ejemplo.

Fuimos a casa a preparar todo para el día siguiente.

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La cuarentena me tiene inspirada. (No salgan de sus hogares <3)

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