E

3.3K 478 353
                                    

14 años

Los años pasaban y con ellos la relación de Jongho y Yeosang se hacía más fuerte.

Cómo siempre, Yeosang era un chico amable y dulce que todos amaban.

Jongho era un poco más callado pero definitivamente más sociable gracias a Yeosang.

Yeosang.

Él se había puesto más... Bonito.

El verano antes de que Jongho entrara a secundaria, Yeosang había ido a visitar a su papá junto con Ryujin.

— Cosas de padres separados, ya sabes, al fin tiene tiempo libre — le había dicho Yeosang mientras empacaba — Voy a extrañarte mucho, manzanita.

Manzanita era el apodo que Yeo le había dado por lo mucho que veía a su tía Soo darle esa fruta a su mejor amigo.

Se habían despedido con un fuerte abrazo y antes de entrar en el auto, Yeosang se devolvió y extendió un chocolate en dirección a su menor.

— Nos vemos al final del verano, manzanita.

Cuando el auto había doblado en la esquina y no estaba más a la vista, Jongho entró en su casa y fue hasta el cuarto de su hermano mayor.

No tocó la puerta, sabiendo bien que su hermano había llevado a su novio a casa y probablemente le estaba comiendo la boca.

Asqueroso.

— ¡Mierda Jongho! ¡toca la puta puerta! — grito su mayor cuando escucho al menor careaspear, bajandose del regazo del chico sentado en su cama.

— Calmate, solo venía a dejarte esto — habló agitando la barra de chocolate antes de dejarla sobre el escritorio — Hola Wooyoung.

— ¿Que tal, Jong? — le saludo el rubio mientras acomodaba su arrugada ropa — ¿Que te regalo tu novio esta vez?

Las mejillas de Jongho se encendieron.

— Yeosang hyung no es mi novio —  mascullo entre dientes, podía sentir su cara arder — Somos mejores amigos.

— Uh ajá y tu hermano es vir- — se empezó burló el mayor cuando San le tiro uno de sus zapatos.

— ¡Wooyoung! No le digas esas cosas a Jongho, es un bebé aún — un sonrojado San hablo mientras se acercaba a tomar el dulce de la mesa — Gracias, Jongie

— Vamos, Sanie, ya tiene 14 años, seguro ya vio porno y tuvo una er- ¡Auch! ¡San! ¡Deja de golpearme!

— Deja de corromper a mi bebé entonces — lo miro mal antes de volverse a su hermanito menor — Creo que es tiempo de que me cuentes a Sangie que no te gustan los dulces.

— Pero a él le gusta mucho dármelos, hyung, no puedo decirle que no los quiero — hablo poniendo un puchero inconscientemente.

— Veras que Yeosang sabrá entenderte, bebé — pico una de las rellenas mejillas del menor — Ahora dejame a solas con Wooyoung antes de que papá llegue y lo eche de la casa.

Jongho rio y salió del cuarto de su mayor para ir al suyo propio.

Aún sentía curiosidad, Wooyoung mencionó algo que ya había escuchado hablar a unos chicos mayores en el baño.

¿Que era el porno? Y ¿porque todos parecían tan emocionados por el?

Se sentó frente a su escritorio y abrió su lapotp dispuesto a investigar acerca del porno.

Media hora después, Jongho cerró la portátil un poco bruscamente.

¿Que acababa de ver?

Todo era muy explícito, muy fuerte, era demasiado para el pequeño Jongho.

Las mujeres eran extrañas y ruidosas y sus senos se le hacían muy raros y grandes.

Los hombres era enormes y sus... cosas parecían dolerles, ¿era eso normal?

Supuso qué el porno no era para él.

Y llegó Yeosang, un miércoles de la semana antes de entrar a clases.

Cuando su mamá se lo dijo, su corazón salto en su pecho y terminó de merendar lo más rápido posible antes de correr a la casa cruzando la calle.

Tocó el timbre, impaciente, y espero hasta que Ryujin le abrió la puerta. Ella seguía siendo una chica muy bonita, con facciones delicadas y actitud amigable.

— Está desempacando, peleó con papá antes de venir, suerte, manzanita — habló la chica mientras se hacía a un lado para dejarlo pasar.

Subió las escaleras de dos en dos y corrió hasta la puerta celeste que pertenecía a su mejor amigo.

— ¡Sangie hyung! — dijo entrando de golpe a la habitación que conocía a la perfección.

Cuando Yeosang se giro para verlo a los ojos, Jongho sintió que todo paro a su alrededor.

Yeosang de por si siempre le había parecido uno de los niños más lindos pero ahora se veía... diferente.

Sus mejillas, antes rellenitas y adorables, se veían más delgadas, destacando sus altos pómulos.

— ¡Manzanita! — grito mientras corría a abrazar a su mejor amigo, quien solo atinó a envolver sus brazos alrededor de su mayor, notando que no sólo el rostro de Yeosang había cambiado en ese tiempo.

Sus hombros se habían definido más haciendo que su delgada cintura se acentuara.

Sus caderas se veían mas rellenas junto con sus largas piernas.

Había teñido su cabello de un rubio oscuro, lo que hacía que su piel brillará aún más y se viera casi angelical en los ojos de Jongho.

Su hyung había alcanzado la adolescencia y por alguna razón sintió como su corazoncito se aceleraba y sus manos empezaban a sudar.

Se sentía raro y ver como su Hyung llevaba solo una camisa enorme de las que tanto amaba usar no mejoraba las cosas.

De pronto sintió sus mejillas calentarse y un extraño sentimiento se instaló en su estómago.

¿Que le estaba pasando?

— ¿Jjong? ¿Te sientes bien? Estás todo rojito — las delicadas manos de Yeosang tomaron su mejillas, acercándose mucho para el pobre corazón de Jongho.

Yeosang se veía aún más hermoso de cerca, sus labios eran rosas y rellenitos, su cutis era suave y parecía brillar.

Sus manos se ajustaron más a la pequeña cintura de su mayor.

Muy pequeña.

Podía sentir la ligera curva e inconscientemente bajaron hasta las caderas que parecían haberse ensanchado.

— ¿Jongho? ¿Manzanita? — La voz de Yeosang lo sacó de sus pensamientos y regresó la vista a los ojos de este — ¿Me extrañaste mucho? Yo te extrañe demasiado, no sabes lo aburrido que es estar en casa de papá y su aburrida nueva esposa. ¡No me dejaban comer dulces! ¿¡Puedes creerlo!? — hablaba exaltado, alejándose un poco para ir hasta su cama de cobertores de flores celestes — Decían que iba a terminar gordo como una pelota — se sento frunciendo la boca — ¿Tu crees que estoy gordo, Jjong?

Jongho solo atinó a negar con la cabeza, muy distraído en los blancos muslos de su mejor amigo.

— Muero por algo de azúcar, ¡dios! — se tiro de espaldas en la cama, causando que la camisa se levantará aún más — Quiero helado, Jjong, ¿me llevarías por helado?

— Si, Hyung.

— ¿De chocolate, manzanita? ¿Comerás conmigo? No quiero comer solo — hablo caminando hasta Jongho, tomándolo de la mano y haciendo un puchero infantil — ¿Si? ¿Si? No le tenemos que decirle a tía Soo, vamos vamos por fa.

— Si, hyung, comeré helado contigo.

Y Jongho lo sentía mucho por su estómago, él no iba a decirle que no a su dulce hyung.

ˢ ʷ ᵉ ᵉ ᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora