Epílogo

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Creo que si a Jongho le preguntaran describir su relación con Yeosang en una palabra no lo dudaría un segundo y diría "Dulce".

Sus abrazos eran dulces, sus besos, las palabras que se susurraban cuando dormían juntos o simplemente las miradas que se daban.

Todo Yeosang era dulce.

Pero no era que no pelearán, oh no, ellos peleaban.

Porque Yeosang podía ser la cosa más dulce del mundo pero era obstinado cabezota.

Un pequeño niño consentido y caprichoso y Jongho tomaba total responsabilidad en eso, le era imposible decirle que no a su lindo ángel y nadie podía culparlo por querer consentirlo y mimarlo cada que Yeosang le batia un poquito sus pestañitas.

Pasar de ser mejores amigos a ser novios fue un cambio casi imperceptible en su relación, la verdadera única diferencia eran los besos y bueno... si entienden.

Cuando terminaron la secundaria se fueron a vivir juntos a un pequeño departamento cerca de la universidad a la que ambos atendían, Jongho trabajaba medio tiempo en el banco de su tío mientras Yeosang daba clases en la primaria local, todo parecía ir bien.

Tan bien que en su aniversario número 7, Jongho se propuso y Yeosang dijo que sí.

Ellos se iban a casar.

¡Se iban a casar!

Decidieron casarse inmediatamente después de su graduación, la boda iba a ser algo pequeño y privado, nada extravagante (por lo mismo Wooyoung no tenía permiso de organizar nada).

Una linda y dulce boda.

Eso nos llevaba a la situación actual, donde un muy enojado Yeosang pasaba por el departamento, ignorando olímpicamente a Jongho.

— Vamos, Yeo, no es la gran cosa, solo es un pastel — intento razonar con el mayor.

— ¡¿Solo un pastel?! — grito, dejando de lado lo que estaba haciendo — ¡Tu eres solo un pastel! ¡Es el pastel de mi boda! ¡¿Sabes desde cuando llevo planeando esto?! ¡Desde el segundo grado! ¡Y tú! ¡Grandisimo pedazo de bobo! ¡No harás que mi pastel de bodas sea de ug café!

— Dios dame paciencia — murmuró antes de pararse del sofá y acercarse hasta su prometido, quien intentó alejarse pero no se lo permitió — Es nuestro pastel, porque es nuestra boda, ángel — no había ni una pisca de molestia en su voz — Y ¿quieres hablar de planear? Bueno, llevo soñando con casarme contigo desde que teníamos 6 años — le sonrió dulcemente, acariciando su mejilla — Solo quiero ser capaz de comer mi propio pastel de bodas, ¿bien?

—  Pelo café no guta — puchereo hablando en la voz de bebé que solo usaba cuando quería lograr algo con Jongho.

— No me des esa voz, Kang Yeosang — lo tomo de ambas mejillas — No me vas a convencer así.

Yeosang frunció el ceño, soltandose del agarre del menor y caminando hasta su habitación compartida, donde se encerró de un portazo.

Niño malcriado.

Jongho conocía a Yeosang, no estaría enojado más de una hora, así que sólo lo dejó calmarse y se dispuso a jugar un rato en la play, tal vez Yunho estaba libre para una partida.

En el cuarto Yeosang era todo refunfuños y pucheros, no acostumbrado a recibir un no de parte de Jongho, si la voz de bebé no funcionó, tendría que sacar las armas pesadas.

Abriendo su parte del closet, sonrió de lado, no había forma de que Jongho no le fuera a decir que si ahora.

De regreso en la sala, Jongho estaba completamente concentrado en la pantalla, escuchando los pequeños gritos de Yunho y Mingi por los audífonos, ajeno al sonido de la puerta de su habitación siendo abierta nuevamente.

— Yunho ese estaba libre que estas-

Su voz murió en su garganta cuando la imagen de Yeosang entro en su campo de visión.

Un Yeosang con ahora mucha menos ropa, sus piernas estaban cubiertas por mallas de red blancas y usaba una de sus camisas que le llegaban a medio muslo desabrochada hasta el pecho, su cabello recientemente pintado negro hacia que su piel se viera aún más blanca.

— Y-yeo que... que — tartamudeo sin quitar la vista de los gruesos muslos de su prometido.

— Me sentía muy solo — habló suave, acercándose y dejándose caer en su regazo — Pensé que vendrías conmigo, Jjong — paseo sus manos por el pecho y hombros del menor — ¿Estas enojado conmigo? — ronroneo.

— N-no yo no — se aclaró la garganta, tomando la cintura del contrario — No estoy molesto contigo, ángel — Yeosang pareció satisfecho con la respuesta, porque empezó a dejar besos en la mandíbula y cuello de su novio — Yeosang — suspiro — ¿Que haces?

— Todo esto de la boda nos tiene muy estresados — se removió en el regazo — Solo quiero que te relajes, osito.

— ¿Jongho? ¿Sigues ahí?

La voz de Yunho lo sacó del trance en el que Yeosang lo tenía pero antes de que pudiera reaccionar, Yeosang ya había tomado los auriculares.

— Estamos ocupados, Yunho, llama mañana — habló en el micrófono antes de apagar el juego, regresando su mirada a su novio — ¿Piensas llevarme al cuarto o tengo que hacerlo todo yo?

Y sin decir una palabra más, Jongho lo tomo de la cintura, tirándolo sobre su hombro para encerrarlos en la habitación, porque obviamente, él no me iba a decir que no a su dulce ángel.

°°°

La mañana siguiente, la habitación de los prometidos era un revuelo de ropa, sábanas y medias de red rotas.

En medio del enredo de sábanas del futuro matrimonio, Yeosang hacia círculos invisibles sobre el pecho de su novio.

— ¿Eso significa que tendremos pastel de chocolate? — preguntó dulcemente.

La risa de Jongho lleno el silencio de la habitación, había creado un monstruo consentido.

— Un piso de café y tienes un trato — respondió, acariciando la cintura de su mayor.

— Tiene un trato, señor Choi.

— Me parece perfecto, señor Choi.

Porque aunque no pudiera decirle que no a Yeosang, también disfrutaba de las formas que su dulce ángel tenía para convencerlo de hacer lo que él quiera.

Y, ¿quien era Jongho para detener su gran determinación y dedicación?

Él solo era un simple hombre que estaba a sus pies y disposición.

Casi todo el tiempo.

ˢ ʷ ᵉ ᵉ ᵗDonde viven las historias. Descúbrelo ahora