Noche candente

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Narra Lance

Mis manos y cuerpo se movían por sí solos, la cordura se había escapado de entre mis manos, era como si el simple hecho de respirar el aroma de Walter me llenara el pecho de un calor inmensurable. 

— Mgh... — un gemido salió de los labios de aquél chico que tantas emociones me provocaba. Lo miré desde arriba, sus ojos se mostraban temerosos pero con un ligero brillo en ellos. ¿Quizás se había vuelto presa de la lujuria? ¿Igual que yo?

— Eres lindo... Walter... — besé aún más su cuello. Dejé que mis manos se deslizaran por su pecho, disfrutando aquélla dersa piel de la cual me había estado perdiendo por meses. 

— ¿Esto... está bien? — me miró interrogativo. 

— Sólo déjalo ser... — volví a apresar sus labios con los míos y en un segundo decidí morder su labio inferior. 

— Humgh... — mis labios se curvaron en una sonrisa. 

— Eres demasiado inocente Walter — me separé un poco de él, junté sus muñecas y las sostuve sobre su cabeza con una sola mano —. Tienes tanto por aprender... — canturrié en su oído. 

Me deslicé hacia su pecho, acariciando aquéllos lindos botones color melón. Me relamí los labios al ver lo apetecible que eran, me incliné un poco y comencé a chuparlos, lamiendo y succionando de vez en cuando, mientras mi lengua jugueteaba con aquéllos botones. 

— ¡Hya!... L-lance... — su cuerpo se estremecía cada que yo pasaba mi lengua por su pezón o succionaba de ellos. 

— ¿Sí? — inquirí divertido. 

— ¿P-podemos dejar el juego... para después? — suplicó. 

— Claro, si éso quieres... — mi mano se deslizó hasta sus calzoncillos. Busqué a tientas su miembro el cual ya se encontraba erecto y húmedo. Masajeé de arriba a bajo su falo para brindarle ése dulce manjar, pues quería hacerlo sentir bien primero. 

— Yo... no... no me... refería... a esto... mgh... — sus gemidos y jadeos se vieron intensificados a medida de que mi mano subía la velocidad de sus caricias. Su cuerpo se retorcía con cada espasmo de placer. Walter simplemente mordía sus labios con fuerza tratando de contener aquéllos gemidos que lo hacían ver tan adorable. 

— Deja éso — indiqué mientras me volvía a acercar a él, lamía y mordía su cuello para que dejara de morder sus labios. Al ver su boca abierta aproveché para volver a besar sus labios, pues no me gustaba ver al pequeño lastimándose por mi causa. Nuestros labios se fundieron en aquél momento tan húmedo y erótico, las miradas chocaban y parecía que simplemente nos provocábamos el uno al otro. La respiración se nos hizo necesaria, por lo que me separé de Walter ligeramente, y al hacerlo su cuerpo no pudo más, e inevitablemente llegó al climax. 

— Uff... Hah... hah... — jadeaba con cierto cansancio. Yo simplemente sólo sonreía de lo iluso que parecía. No sabía que ésto aún no terminaba. 

— Apenas empezamos Walter... — deslicé sus pantalones hasta sus pantorrillas. Busqué a tientas su entrada y al encontrarla introduje uno de mis dedos que aún conservaba algo del semen de Walter quien en un principio parecía adolorido de mi intromisión — Shhh... dolerá por un momento, luego te acostumbrarás — indiqué mientras con mi otra mano masajeba su miembro para que con aquél placebo sus paredes se ampliaran. 

— ¿Cómo... lo... sabes? — dijo con dificultad producto del placer. 

— Un espía nunca revela sus fuentes — al sentir sus paredes más amplias introduje un segundo dedo, masajeé su interior y de vez en cuando abría mis dedos como si de una tijera se tratase. 

— Hah... mmgh... — Walter parecía perdido en el placer, dejando salir su voz y ésos dulces sonidos que de verdad me podían volver loco. 

— ¿Listo? — cuestioné.

— ¿Para... ? — ni siquiera lo dejé terminar la pregunta ya que introduje mi miembro en su interior sin ningún cuidado. 

— Para éso — reí ligeramente. Me incliné un poco al grado de recostarme casi sobre él, lo envolví entre mis brazos y besé todo su rostro hasta detenerme en su boca. Nos volvimos a besar pero ésta vez con algo de quietud, tranquilidad, como... si nada importara, un beso tierno y sencillo. 

— .... puedes... empezar... — trató de articular en medio de los besos. Lo dejé un momento para que me dijera lo que quería decir —... Puedes... moverte... — sus ojos trataban de no verme, estaba colorado de la verguenza. Bueno. le daba crédito: se había atrevido a decir las cosas sin mucho rodeo. 

— Está bien — besé su frente y sin que lo dijera dos veces empecé a mover mis caderas mientras mi miembro se deslizaba en el interior de aquél científico extrañamente tierno. 

— Mgh... L-lance... — gimió mi nombre haciéndome perder la cordura. Le di vuelta a su cuerpo, lo tomé de las caderas e instintivamente el castaño se colocó en cuatro para mí. Le brindé una pequeña nalgada y empecé a darle estocadas en un vaivén un tanto agresivo. 

— Tú me tentaste — le reproché mientras escuchaba sus jadeos y gemidos gritando mi nombre. 

— ¡Oh! ¡Lance! ¡ Mgh! — aquéllos sonidos simplemente me exitaban en sobremanera. 

En algún punto sentí que las paredes de Walter se retraían, aumenté la cantidad de estocadas y sin poder evitarlo dejé salir mi semen en su interior mientras aquél chico se dejaba llevar por la ola de placer que invadía por completo a su pecho. Nuestras respiraciones se hicieron agitadas, y al sentir que había terminado por completo salí del interior de Walter haciendo que aquél líquido blanquecino saliera de su interior a reborbotones. 

— Ups... creo que me corrí en tu interior — dije sin nada de remordimiento, pues en realidad lo había hecho con total intención. 

— Cállate anciano — bufó algo molesto pero luego rió, acomodó su ropa lo mejor que pudo y yo igual. Ambos nos recostamos en el césped admirando el cielo estrellado que se alzaba sobre nuestras cabezas. 

— Éso fue genial... — admití luego de unos minutos en silencio. 

— Lo fue — conocordó conmigo. 

— ¿Una segunda ronda? — quise tentar mi suerte. 

— Claro, pero ésta vez adentro. Empieza a hacer algo de aire fresco aquí — sugirió. 

— Vámos, no te quejes — le di un ligero codazo. 

— Claro, como tu no tienes el culo y la espalda al descubierto — reprochó en broma. Revolví su cabello y besé su frente. Lo tomé entre mis brazos y lo alcé al estilo princesa. 

— Bien, si así me lo pones, no tengo alternativa — dije. 

— Claro que no la tienes. Además, da gracias a la compañía por darnos éste lugar recluido. No hay vecinos a más de 4 kilómetros y éso es algo bueno de por sí — explicó lo obvio. 

— Bueno, quizás tienes un punto bueno — admití. 

— ¿Uno? — inquirió algo molesto. 

— Seh, lo que sea, uno o dos — estaba a punto de reprochar de vuelta a mi comentario hasta que lo tomé de la espalda para acercarlo un poco más a mí y besar sus labios —. No discutamos más, tenemos algo que hacer ¿lo recuerdas? — lo miré con una ceja alzada y Walter simplemente se dignó a ponerse rojo de la vergüenza mientras se dejaba hacer por mí y mis caprichos. 

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Aquí el tercer capítulo y les traje algo de sabrozura 7v7r espero que les haya gustado, no se olviden de votar, dejar sus opiniones o sugerencias aquí y nos leemos en la próxima actualización. Los quiero, cuidense mucho y que tengan un bonito, día, tarde o noche ;*

Besos a escondidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora