Introducción

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«Ah, el despertar de un nuevo día» 

No tenía idea en este momento de en dónde o en que era me encontraba. Pudieron haber pasado tan solo unos días, meses, años o siglos desde que decidí irme a dormir, el tiempo para mi no significa absolutamente nada después de todo soy un ser inmortal. 

Beelzebub y Belial son mis creadores por así decirlo, ellos me condujeron a ser parte de los 206 ángeles caídos. Mi nombre como arcángel ya no lo recuerdo, Tamiel, Ramuel, Turel, Batraal, JiaEr pudo haber sido cualquiera. Cuando mis progenitores llegaron a mi yo aún estaba del lado de Dios, nada me había podido corromper pero eso fue hasta que un espejo del mundo humano llegó a mis manos, ver mi reflejo me hizo dudar, era demasiado hermoso como para quedarme solo en tierras santas, estaba convencido de que todos tenían que admirar mi belleza y aquellos dos estaban de acuerdo con eso, fomentaron mi vanidad, me convencieron de que bajar al mundo humano era divertido y que gastar algunas bromas me haría sentir mucho mejor y les creí como un ser inocente. 

Ahora algunos me conocen como Bell, soy un demonio de bajo nivel y he regresado a jugar un poco con ustedes. 

La verdad es que no puedo ser del todo malo, puedo poseer personas pero mi cosa favorita es inmiscuirme entre sus sueños, hacerlos divagar y despertar sus bajas pasiones, después de todo mi único pecado fue ser demasiado hermoso y ser consciente de ello aunque debo admitir que admiro a esos demonios que crean el caos. 

El ser que condujo a Hitler al levantamiento de armas aún debe de estar riéndose de lo sucedido, los demonios que orillan al hombre a crear armas de destrucción masiva no son de mi agrado, se podría decir que aún soy un romántico, me gustan los bellos paisajes de la naturaleza, quizás sólo marchite algunas flores y seque las hojas de un árbol ya que nada puede ser más bello que yo, sí, ni un ser humano puede superar mi belleza ya que los accidentes ocurren en un instante. 

Puedo materializarme en el mundo pero yo prefiero no hacerlo ya que mis alas desaparecen en cuanto tocó la tierra, ya no son del blanco brillante de antes ahora son negras en su totalidad pero no por eso dejan de ser hermosas. 

Los demonios que suelen estar demasiado tiempo en el mundo terrenal pierden las alas, los recuerdos y su belleza, se convierten en entes que divagan hasta que perecen. 

Pero no nos desviemos del tema, por el momento sólo quiero marcar sus corazones y divertirme con sus más oscuros deseos…

Bell and his seven deadly sins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora