Envidia

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«Verano, el asqueroso verano»

Debo admitir que en otro momento no me estaría quejando pero tengo que estar a cargo de la piscina pública gracias al bullying de Hana Pigman

La odiaba con todo mi corazón, ella simplemente lo tenía todo, era la más popular de la escuela, todos la perdonaban y tenía al niño más lindo del lugar como su novio, el buen Mark Tuan. En otro tiempo ese chico se hacía llamar mi mejor amigo pero la pubertad le dio tan duro que de ser el chico flaco y sin chiste se convirtió en el típico tipo moja bragas.

El motivo de que esté castigada en estos instantes tiene mucho que ver con él, Hana me sorprendió observándolo, se encargó de humillarme y después se hizo la víctima hasta que termine confinada en este lugar.

Era la salvavidas en turno de la piscina pública de la ciudad, estaba sentada en el sitio que me habían asignado con un silbato colgando de mi cuello, un enorme sombrero que me cubría del sol y las inmensas ganas de que todos ahí de ahogaran. Me generaba mucha envidia que ellos pudieran disfrutar de sus vacaciones y yo no.

Cuando terminó mi turno baje de mi puesto y corrí a la salida hasta que alguien me bloqueo el paso, jure que quería ofender a esa persona por no dejarme huir pero la sonrisa casi angelical de Tuan me podía demasiado.

—¿Terminó tu turno? —me pregunto con una sonrisa en los labios.

—¿Por qué otra razón querría salir corriendo de aquí? —fruncí el ceño.

—Te llevó a casa, vamos.

—¿Y que la loca de tu novia vuelva atacarme? No, gracias —lo rodee y seguí avanzando.

—Vamos Jaacqy, Hana no está en la ciudad y creo que te debo esto. Debí ayudarte.

—Vete a la mierda Tuan.

Seguí avanzando aún con el pisándome los talones, observe a mi alrededor y todos nos estaban viendo en cualquier momento alguien le informaría a la lunática de Hana lo que estaba ocurriendo.

—Enana —me tomó del brazo para que detuviera mi andar— déjame hacer esto, por favor.

Odiaba su mirada tierna, siempre había tenido poder en mí, incluso cuando no era tan atractivo como lo es ahora con su melena rubia de príncipe encantador y sonrisa perfecta, al menos puedo decir que su nariz sigue igual de enorme de cuando se la rompí jugando basqueball.

—Tuan, en verdad me ayudas más dejándome ir sola.

Cómo espere su celular comenzó a sonar con bastante insistencia, el saco el aparato y frunció el ceño antes de responder.

—¿Si? —hizo una mueca— estoy en la piscina ¿por qué? —esa fue mi alarma para salir corriendo pero él seguía aferrado a mi brazo y negó con la cabeza cuando vio mis intenciones— llevare a Jaacqy a su casa, es tu culpa que no pueda disfrutar de sus vacaciones, no me importan tus rabietas, eres mi novia, no mi dueña.

Colgó el teléfono en ese momento y volvió a sonreír para mi, deslizó la mano que me sostenía hasta tomar la mía y me jalo hasta su automóvil.

—No tienes que hacer ésto.

—Eres mi amiga ¿qué no? —alzó una ceja.

—¿Ahora recuerdas que éramos amigos? —agache la cabeza, ese tema era muy sensible para mí— tú me abandonaste a las primeras de cambio, que yo sepa eso no hacen los amigos.

—Quiero remediar eso, en verdad lamento haberme dejado llevar por la popularidad pero nadie puede reemplazarte.

—Eso debiste pensarlo antes.

Bell and his seven deadly sins Donde viven las historias. Descúbrelo ahora