Sensualidad

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Sí me arremetió la culpa por haber matado a una persona (aunque no estaba segura del todo de que lográramos nuestro cometido), me sentía terrible. Y aunque era bastante egoísta lo que más me asustaba era que llegarán a cobrarse nuestro acto con una venganza brutal, desgarradora e inolvidable. Me imaginaba a la gente en unos años pasando frente a mi casa diciendo algo como: “aquí vivía la chica que mató a uno de los narcos que comandaba el Dejimo, le sacaron los intestinos y los embarraron por todas las paredes; aún huele a mierda ahí adentro. Parece que comió tacos antes de que la asesinaran”.
Sí: tengo pavor, por que al menos Colt puede escudarse bajo su dinero y buen nombre. Sobornar a los sicarios que contraten para darle fin, también lo más probable es que cuente con la protección de su padre. «¿Y a  mí que me queda?—pienso envolviendome en los edredones, deseando desaparecer de ahí y aparecer en una isla paradisíaca en medio del Pacífico—nada, podría poner las nalgas con la esperanza de que me cojan tantas veces que queden agotados y ya no quieran matarme. O que alguno de ellos se enamore de mí a primera vista y me de su protección hasta que sus socios se olviden de que alguna vez existió alguien llamado Keilan Morrison».

También he sopesado la posibilidad de que mas bien estén agradecidos con nosotros, ya ha amanecido y sí quisieran actuar era más seguro venir durante la noche. Tal vez alguien ya asumió el mando y se han dedicado a celebrar nuestro crimen con una buena borrachera.
Me avergüenza mucho lo que hicimos, fuimos tan claros, tan obvios, tan poco disimulados... Que siquiera dejamos puerta a las dudas, a menos que alguien sospeche de la empleada doméstica lo cual no es tan factible aunque puede que el fuera un jefe un tanto déspota, por que en realidad es obvio que ella escuchó todo lo que estaba pasando y lo ignoró. «Genial, tenemos una cómplice, alguien que no irá tantos años a la cárcel como nosotros dos».

Me quedo dormida por ratos y me despierto con el cuerpo bañado en sudor frío, no puedo evitar que se me llenen los ojos de lágrimas; quiero sentirme como una justiciera, como una vengadora, pensar que ayudé al mundo deshaciendome de una persona tan mala como él pero no puedo conseguir sentirme en paz, seguro que esta horrible sensación de pesadumbre me perseguirá por el resto de mi vida; a lo mejor termine suicidándome.

Al menos sueño con cosas esperanzadoras y alegres como mi familia reunida en una elegante y formal cena navideña. Todo es hermoso, los colores invernales se muestran refulgentes, el ambiente denota calidez y mucha familiaridad. Hasta que el tinte rojo sangre lo inunda todo, la venganza inconclusa de los cómplices de Keilan; aparecen cuchillos que me degollan y me sacan las tripas. El dolor acomete en mi contra, soy voluble ante mi propia fragilidad, ante el hecho de no soportar haberle quitado la vida a un ser humano.

—¡Andry!—la voz de mi hermana me despierta de la pesadilla—llevas medio día durmiendo—dice entrando a mi habitación sin pedir permiso—vamos a desayunar(aunque ya son la 1:00pm), mamá salió y me da flojera cocinar.

—A mí también, pide comida express. Y hazme el favor de salir de mi cuarto, tienes bien sabido que no soporto tu presencia a menos de cinco metros a la redonda.

—No seas repugnante. Mejor cuentame ¿todo está bien?, ya sabes con tu salud y eso... Puede que no lo creas pero me preocupo por ti, aunque eres peor que un grano en el trasero.
«Te aprecio Andry, extraño mucho las conversaciones que teníamos hace años cuando no estabas tan resentida conmigo. Sé que yo... Cometí muchos errores, no supe aprovechar todas las oportunidades que me diste para mejorar, te hice daño... Lo peor de todo es que cuando yo he necesitado de ti no me has fallado nunca. Como la vez que Nevy tuvo el accidente, no lo hubiera logrado sola eso es algo que ambas sabemos. Te quedaste conmigo, me apoyaste, me ayudaste a levantarme cuando más bajo había caído; creo que sí no fuera por todo lo que hiciste por mí yo no estuviera aquí.
«Te debo tanto Andry, lo peor es que no he podido podido hacer nada para devolverte todo lo que tú me diste. Te amo hermana, y quiero que sepas cuan arrepentida estoy de no haberte cuidado cuando aún era tu admiración y me veías como algo que valía la pena adorar, seguir el ejemplo».

Las razones por las que puedo tenerte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora