Capítulo 1

336 17 1
                                    

3 meses sin desfallecer

Otro día, de nuevo la rutina, de nuevo el sol se cuela por las rendijas de las cortinas colgadas en mi ventana. Mi despertador había sonado desde hace rato y era hora de pararme e ir a trabajar. Cinco minutos más pensé. Arremolinarme entre las sábanas, gruñir un poco y estirarme como 10 veces era un ritual solo para levantarme de la cama un poco más tarde. Me levanto y gruño. Es aburrido estar solo. Le gruño al vacío, nadie me ve ni me escucha. Excepto a veces el gato del vecino, que con el tiempo se ha dejado acariciar y ahora le puedo dar de comer algo que me sobre en la mano. Había veces en las que no iba al trabajo por equis razón y me quedaba en casa solo; esos días podía que no dijera ni una palabra, incluso que no emitiera más que sonidos sordos. Pero así estaba bien. Mi vida era un poco monótona, pero tranquila. Y tenía que mantenerme a raya, parecer como los demás, parecer como cualquier persona que va caminando por ahí, una persona que ves en la calle y que jamás sabrás cómo se llama o cómo es. Pero me encanta estar rodeado de gente. Escucharla, platicar con ella, no importa de qué tipo, me gusta estar con gente. Por eso no me desagrada mi trabajo. No es como que trabajar en un Starbucks sea el mejor trabajo pero al menos puedo ver caras nuevas. Puedo observar un rato a una persona y saber cómo es. Tal vez parezca loco, pero siempre tengo razón en ese aspecto, es como un extraño sexto sentido. Por eso estudio psicología vespertinamente en Oxford. La universidad de mis sueños por fin me había dado una beca para alumnos que trabajan.

Llegué al local y me puse el uniforme de trabajo como normalmente lo hago, saludé a mis compañeros y empecé mi turno. Era temprano y había mucha gente, a mucha de ella ya la conocía por su frecuencia en el local y ya sabía qué pedirían. Pero hoy, hoy entró una pequeña cabeza rizada acompañada de unos hoyuelos y una tímida sonrisa. ¿Unos 16, 17 años? Venía enfrente de un chico rubio y bajito. Se veían tan inocentes, tan buenitos. Clarisse, una clienta que ya conocía interrumpió mis pensamientos. El pequeño rizado y su amigo se formaron en la fila. Los dos chicos llevaban un uniforme de una escuela privada. Uptown girl and she's living in an uptown world...

La canción se empezó a escuchar en las bocinas del negocio. Me sabía la canción y discretamente empecé a cantar, tratando de que mi voz fuera inaudible.

-She'll see im not so tough just because im in love with an uptown girl, with an uptown girl, my uptown girl...- escuché cantar a una voz juvenil, pero incluso más grave que la mía. Alcé la vista para ver al chico rizado cantando muy bajito. Sonreí y él se dio cuenta de que lo había escuchado cantar, se sonrojó al sonreír mientras dejaba a la vista un hoyuelo.

-Hey, hola... un latte grande por favor y un muffin de moras. A nombre de Niall.- me dijo el rubio que acompañaba al chico de chinos castaños.-Y él es Harry- me dijo señalando a su amigo con una miradita traviesa acompañada de una sonrisa.

Les entregué la orden minutos después y se fueron a sentar a los sillones. Atrapé al tal Harry mirándome un par de veces, pero no le tomé importancia ni me sentí incomodado. Solo me reí bajito debido a la inocencia y timidez del chico.

-

-Sólo míralo. Esos ojos azules no los encuentras en cualquier lado. Diablos Harry, no seas una infantil quinceañera hormonada. Él obviamente es mayor. Antes había notado el atractivo de otros chicos, pero él era tan bonito de observar. Quisiera tocarlo para ver si sí es real. ¡Pero que boludeces dices Harry! Por supuesto que es real. ¿Por qué se ve tan bonito entonces? - pensaba Harry.

-Eh, Harry... te le has pasado viéndolo por 10 minutos. ¡Es claro que él ya se dio cuenta!- dijo Niall con una carcajada haciendo que Harry se volteara bruscamente y se pusiera rojo.

MOONLIGHTDonde viven las historias. Descúbrelo ahora