Tres apacibles meses pasó el Bello en el castillo. Se sentía como un rey, pero estaba solo todo el día. Todas las tardes la Bestia, Jungkook, como lo llamaba a veces, lo visitaba, lo entretenía y observaba mientras comía, con su conversación llena de buen sentido, pero jamás de aquello que en el mundo llaman ingenio.
Cada día el Bello Jimin encontraba en el monstruo nuevas bondades, y la costumbre de verlo la había habituado tanto a su fealdad, que
lejos de temer el momento de su visita, miraba con frecuencia el reloj para ver si eran las nueve, ya que la Bestia jamás dejaba de presentarse a esa hora.Sólo había una cosa que la apenaba, y era que la Bestia Jungkook, cotidianamente antes de retirarse, le preguntaba cada noche si quería ser su esposo, y cuando él rehusaba parecía traspasado de dolor.
Un día le dijo:—Mucha pena me das, Jungkook. Bien querría complacerte, pero soy
demasiado sincero para permitirte creer que pudiese hacerlo nunca. Siempre he de ser tu amigo: trata de contentarte con esto.—Forzoso me será —dijo Jungkook la Bestia —. Sé que en justicia soy horrible, pero mi amor es grande. Entretanto, me siento feliz de que quieras permanecer aquí. Prométeme que no me abandonarás nunca.
Jimin el Bello enrojeció al escuchar estas palabras. Había visto en el espejo que su padre estaba enfermo de pesar por haberlo perdido, y deseaba volverlo a ver.
—Yo podría prometerte —dijo a la
Bestia Jungkook— que no te abandonaré nunca, si no fuese porque tengo tantas ansias de ver a mi padre, que me moriré de dolor si me niegas ese gusto.—Antes prefiero yo morirme —dijo
el monstruo— que causarte el pesar más pequeño. Te enviaré a casa de tu padre, y mientras estés allí morirá tu Bestia de pena.—¡Oh, no —respondió Jimin, llorando—, te quiero demasiado para tolerarlo! Prometo regresar dentro de ocho días. Me has hecho ver que mis
hermanas están casadas y mis hermanos en el ejército. Mi padre se ha quedado solo. Permíteme que pase una semana en su compañía.—Mañana estarás con él —dijo la
Bestia—, pero acuérdate de tu promesa. Cuando quieras regresar no tienes más que poner tu sortija sobre la mesa a la hora del sueño. Adiós, Jimin.La Bestia Jungkook suspiró, según su
costumbre, al decir estas palabras, y el Bello se acostó con la tristeza de verlo tan apesadumbrado.Cuando despertó a la mañana
siguiente se hallaba en casa de su padre. Sonó a poco una campanilla que estaba junto a la cama y apareció la sirvienta, quien dio un gran grito al verlo. Acudió rápidamente a sus voces el buen padre, y creyó morir de alegría porque recobraba a su querido hijo, con el cual estuvo abrazado más de un cuarto de hora y se contaron sus andanzas durante el tiempo
que Jimin el Bello estuvo ausente.Luego de estas primeras efusiones, el Bello recordó que no tenía ropas con que vestirse, pero la sirvienta le dijo que en la vecina habitación había encontrado un cofre lleno de magníficos trajes con adornos de oro y diamantes. Agradecido a las atenciones de Jungkook la Bestia, pidió Jimin el Bello que le trajesen el más modesto de aquellos trajes y que guardasen los otros para regalárselos a quienes lo necesitaban; pero apenas había dado esta orden desapareció el cofre. Su padre comentó que sin duda la Bestia Jungkook quería que conservase para sí los regalos, y al
instante reapareció el cofre donde
estuviera antes.Se vistió Jimin el Bello, y entretanto
avisaron a las hermanas, que acudieron en compañía de sus esposos. Las dos eran muy desdichadas en sus matrimonios, pues la primera se había casado con un gentil hombre tan hermoso como Cupido, pero que no pensaba sino
en su propia figura, a la que dedicaba todos sus desvelos de la mañana a la
noche, menospreciando la belleza de su esposa. La segunda, en cambio, tenía por marido a un hombre cuyo gran talento no servía más que para mortificar a todo el mundo, empezando por su esposa. Cuando vieron al Bello Jimin ataviado como
un príncipe, y más hermoso que la luz del día, las dos creyeron morir de dolor. Aunque el Bello Jimin les hizo mil caricias no les pudo aplacar los celos, que se recrudecieron cuando les contó lo feliz que se sentía. Bajaron las dos al jardín para llorar allí a sus anchas.—¿Por qué es tan dichosa esa
pequeña criatura? ¿No somos nosotras más dignas de la felicidad que él?—Hermana —dijo la mayor—, se
me ocurre una idea. Tratemos de
retenerlo aquí más de ocho días: esa
estúpida Bestia pensará entonces que ha roto su palabra, y quizás lo devore.—Tienes razón, hermana mía —
respondió la otra—. Y para conseguirlo lo llenaremos de halagos.Y tomada esta resolución, volvieron
a subir y dieron a su hermano tantas
pruebas de cariño, que el Bello Jimin lloraba de felicidad.
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The beautiful and the beast [Kookmin Adaptación]
Fantasy[Adaptación del famoso cuento "La Bella y la Bestia" de la versión escrita por Jeanne Marie Leprince De Beaumont, le cambié varias cosas para que sea lo más apegado al shipp posible]